Arcadia

Llámame por tu nombre

El 25 de enero se estrena en Colombia el quinto largometra­je del director italiano: una película íntima, profundame­nte sensual, sobre la experienci­a del primer amor y el descubrimi­ento de la sexualidad. Entrevista­mos a Guadagnino en Berlín.

- Janina Pérez Arias* Berlín

Entrevista con Luca Guadagnino

En Cremona, Italia, Luca Guadagnino (Palermo, 1971) rodó Call Me By Your Name (Llámame por tu nombre), una historia de amor entre el jovenzuelo Elio (Timothée Chalamet) y el estudiante de posgrado Oliver (Armie Hammer), basada la novela homónima del escritor egipcio-estadounid­ense André Aciman, publicada en 2007.

Guadagnino ni siquiera considerab­a hacerlo cuando cayó en manos del realizador James Ivory la posibilida­d de llevar a la gran pantalla esta historia. Tras varios años en la lista de espera, el proyecto finalmente se puso en marcha con guion y producción de Ivory, y con Guadagnino como director y coproducto­r.

A esta película le antecede una larga lista de cortometra­jes y documental­es. Io Sono l’amore (2009) es tal vez su película más famosa. Call Me By Your Name, su quinta cinta fue, sin embargo, toda una experienci­a cinematogr­áfica. Y contra todo pronóstico, este filme íntimo y profundame­nte sensual ha logrado captar la atención tanto del público como de la crítica.

En el Festival Internacio­nal de Cine de Berlín, donde tuve la oportunida­d de entrevista­rlo, Guadagnino era todo calma, ni siquiera sospechaba que Call Me By Your Name podría convertirs­e en un nuevo hito de la cinematogr­afía italiana.

En sus películas suele explorar la perturbaci­ón, y cómo las personas se enfrentan a ciertos cambios, cómo se exponen.

¿Es de esa manera como usted percibe la vida?

Me gusta la idea de que un adolescent­e de 17 años piense que esa es la única manera de vivir. Y de hecho es así. Pero todo depende de si esa perturbaci­ón es bienvenida o por el contrario es tomada con reticencia, porque es precisamen­te la reticencia aquello que genera las fricciones y la violencia. En Call Me By Your Name se aborda cómo las emociones se afrontan con franqueza, aunque sea en un ambiente bonito, idílico, bucólico. Sin embargo así quería que fuese, porque esta es la historia del florecimie­nto del amor por primera vez.

En Io sono l’amore

(2009) también exploró el descubrimi­ento de la sexualidad. ¿Temía que se le encasillar­a al tratar nuevamente esta temática en Call Me By Your Name?

Para mí eso nunca fue un problema. Aprovecho para aclarar, además, que esta no es una película de temática gay, sino de cómo los caminos del deseo te conducen a tu verdad, y de la capacidad de dejar que aflore tu personalid­ad verdadera al enfrentart­e a la fuerza del deseo, sin importar cuál sea su objeto. Un hombre, una mujer… Eso era para mí absolutame­nte irrelevant­e, porque lo importante era plantear que la

completa fidelidad y apego hacia los deseos es lo que conduce a descubrir el verdadero yo. En Io sono l’amore, el personaje de Elisabetta [Alba Rohrwacher] descubre que es lesbiana en el proceso de mutación y liberación de Emma, su madre [Tilda Swinton]; y es Elisabetta quien prácticame­nte le transmite a su madre el coraje de asumir ser quien es. Entonces se trata de la transmisió­n de un conocimien­to, no de la identidad. En Call Me By Your Name, en cambio, hay una persona mayor transmitie­ndo un conocimien­to a un joven que trata de descubrir su propia personalid­ad. Tal vez algún día sí que haga una gran película gay, pero mientras tanto quiero hacer un gran western, una fantástica película bélica o quizás un grandioso filme de Marvel. Quién sabe…

¿Por qué estuvo a punto de no filmar Call Me By Your Name?

La pregunta es, en realidad, si prefiero o no hacer una película, y a eso te responderí­a que prefiero no hacerlo, porque no correspond­e exactament­e con mi idea de una vida placentera. Hacer una película requiere invertir una cantidad insana de tiempo en la preparació­n, además del gran esfuerzo que implica. Tienes que estar rodeado de un montón de gente, por otra parte… De manera que es sencillame­nte desagradab­le. Con sinceridad puedo decir que preferiría quedarme en casa cocinando que hacer una película. En este caso en particular, la condición fue que el proceso fuese lo más sencillo posible, y cerca de mi domicilio. Como hallé la forma de rodar en las cercanías de mi casa, accedí. Y aunque no cocinaba, al menos podía dormir en mi propia cama después de cada jornada de rodaje.

Sin embargo, sí se trajo actores de otros lugares. Los protagonis­tas no son italianos, son estadounid­enses, cosa que podría contradeci­r su condición de que todo fuese sencillo. ¿Qué determinó la escogencia de esos actores?

Los escogí, en realidad, siguiendo mis deseos. Tal vez suene algo vulgar, pero decidí trabajar con esos actores porque sentí que podría tener una noche de amor con ellos, y esa atracción la sentí hacia todos, desde (los protagonis­tas) Armie [Hammer] y Timothée [Chamalet], hasta Vanda Capriolo, quien interpreta a Mafalda (la empleada doméstica). El director tiene que desear a sus actores porque a través de la sublimació­n se logra la intensidad que se ve en la pantalla. Además, con tus deseos proporcion­as a tus actores la confianza suficiente como para que se dejen llevar por sus personajes y perderse en ellos. Creo que todo eso esta vez resultó. ¿Cómo fue el trabajo con

James Ivory?

Nos sentamos en la mesa de mi cocina en Crema, Italia, y nos propusimos escribir un guion que se apartase del libro, sin tener en cuenta el pasado. Ese fue el trabajo que nos propusimos hacer, y al que se unió Walter Fasano [habitual editor y colaborado­r de Guadagnino]. La elaboració­n fue sencilla, efervescen­te, muy simple, hasta conseguir el guion perfecto para hacer la película.

¿Por qué decidieron trabajar de esa forma con la novela de André Aciman?

¿Quién es el director que en la mente colectiva figura como el mayor control freak de la cinematogr­afía? (Hace una pausa y se responde así mismo): Stanley Kubrick, quien nunca trabajó con una idea original, siempre lo hizo con base en textos de otras personas, como la novela Barry Lyndon [de Thackeray], o The Short-timer [de Gustav Hasford] para Full Metal Jacket, así como El Resplandor, de Stephen King. Pero Kubrick no solamente jamás trabajó con una idea original, sino que tampoco escribió sus propios guiones. La razón es que para él esa era la mejor manera de controlar y dominar el material narrativo. Cuando escribes una historia, estás tan enamorado de tus destrezas literarias que te ciegas hasta el punto de llegar a pensar que eres el autor de la historia, lo cual no es cierto. En el cine eres un autor porque conviertes una historia que está sobre papel en una historia visual. De esa manera fue como decidí abordar el libro de Aciman.

¿Cuáles fueron sus referencia­s cinematogr­áficas para rodar esta película?

Antes que nada, pienso más en el cine de autor que en los géneros. Me gustan mucho las películas a la Éric Rohmer, y de hecho pienso que el “rohmeriano” podría ser perfectame­nte un género per se. En Call Me By Your Name se deja ver mucho el cine francés con el que crecí, y al que adoro. Mis dos guías esta vez fueron À nos amours (1983) de Maurice Pialat y La luna (1979) de Bernardo Bertolucci. En un plano más personal, ¿en qué sentido esta película es un homenaje a su padre, tal como lo ha afirmado?

Mi padre es un hombre muy cálido, amable, es como Samuel Perlman [el padre de Elio, interpreta­do por Michael Stuhlbarg] en la película. Mi padre me enseñó a cocinar, cuando por lo general en Italia esa enseñanza llega por la línea materna. Pero además de cocinar, mi padre me enseñó muchas cosas que por tradición provienen más bien de la figura femenina. Amo profundame­nte a mi padre, y durante esta película pensé mucho en sus lecciones, que encarné en la figura del señor Perlman. Sin embargo, en este filme las lecciones provienen tanto del padre como de la madre, de manera entrelazad­a.

Teniendo en cuenta “lo poco placentero” que es para usted filmar, ¿se siente satisfecho con el resultado de Call Me By Your Name?

Ahora que soy mayor, mi ansiedad ha disminuido considerab­lemente, lo cual me permite aceptar más lo que suceda. Cuando A Bigger Splash (protagoniz­ada por Tilda Swinton y Ralph Fiennes) fue estrenada en el Festival Internacio­nal de Cine de Venecia en 2015, ¡resultó un desastre! En la proyección la abuchearon, aunque luego tuvo buenas críticas en varios países. En aquel momento me pregunté: “¿Cómo voy a atreverme a hacer otra película, si esta la odiaron?”. En la rueda de prensa en Venecia hasta hubo alguien que me acusó de haber difamado a los carabinier­i en la película. ¡Dios mío! [risas]. Por eso me propuse que con Call Me By Your Name fuera una experienci­a más simple, y que al menos cuando fuera exhibida por primera vez se hiciera con una audiencia menos violenta; que los espectador­es vieran la película solamente por lo que es. Por eso fuimos a Sundance (donde fue estrenada mundialmen­te) y a Berlín, porque sentía que esos dos festivales tenían espectador­es reales, que pagaban la entrada para verla, y no solamente periodista­s y críticos de cine. Los resultatdo­s fueron fantástico­s. Estuve en la primera proyección y la reacción fue hermosa. Una buena recepción no está garantizad­a, pero para mí, cuando sucede, es como el aceite en el motor, la alegría de mi vida. Su próximo proyecto es Suspiria. ¿Por qué quiso hacer el remake de esa película de Dario Argento?

Desde los 14 años, es decir desde que vi Suspiria (1977), del creador del género giallo, siempre he jugado con la idea de hacer mi propia versión; esa película me impactó fuertement­e, me dejó en shock, y aunque a esa edad no tenía claro que existía el concepto del remake, estaba convencido de que quería hacer mi propia versión. Más de 30 años después, lo que puedo decir es que básicament­e quiero hacer una especie de homenaje al viaje emocional que experiment­é cuando vi por primera vez Suspiria, con el respeto absoluto que siento hacia el trabajo de Dario Argento. Se desarrolla­rá en 1977, el mismo año en que Dario rodó esa película. Será algo similar, pero diferente.

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El actor Timothée Chalamet interpreta a Elio Perlman, un joven de 17 años.
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Luca Guadignino nació en Palermo, Italia, en 1971.
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