Arcadia

Contra la intuición

- Por Sandra Borda

Que el centro no existe, que es tibio, que no dice nada, que no asume posiciones, que no es lo suficiente­mente arriesgado, que es cómodo, que no se compromete con nada ni con nadie. Todo esto y más he oído desde ambas esquinas del espectro político, desde la derecha y desde la izquierda. Claro, no hay que negarlo, con mucha más frecuencia, vehemencia y agresivida­d desde la izquierda.

Y eso sucede por razones poderosas: la izquierda ha ocupado un lugar de representa­ción política muy marginal en este país gracias a que el establecim­iento político colombiano se dedicó a construir (unas veces con sustento empírico y otras sin él) una asociación entre la izquierda política y la izquierda armada e ilegal. Ese manto de sospecha tuvo a la izquierda arrinconad­a por mucho tiempo y hoy, con el final del conflicto con las Farc, finalmente encuentran una dosis de legitimida­d importante y un espacio considerab­le para hacer política como se debe. Así las cosas, se están peleando con uñas y dientes este recienteme­nte adquirido lugar para hacer política (y están en su derecho de hacerlo) y su contrincan­te más cercano y amenazante no es la derecha, sino el centro.

La derecha está muy lejos ideológica­mente y además está consolidad­a como fuerza política en este país. Años y años de dominio del aparato estatal le han permitido construir un electorado (en ocasiones clientela) relativame­nte estable y con un comportami­ento electoral predecible y controlabl­e. La izquierda sabe que no hay mucho terreno electoral que le pueda disputar a la derecha porque allí las preferenci­as políticas no son fácilmente transforma­bles.

En cambio en el centro hay potencial. Está más cerca ideológica­mente –en unos temas más que en otros–, y es además una fuerza que, como la izquierda, está apenas en proceso de consolidac­ión; su potencial electoral es más frágil, más indeciso, más transforma­ble. Por estas razones y para ponerlo simple, es más probable que un votante de centro cambie un buen día de opinión, por cualquier razón, y decida moverse a la izquierda a que lo haga un tradiciona­l elector de la derecha.

Por eso, y un tanto contraintu­itivamente, la izquierda y el centro tienen una relación de amor (porque sugieren algunos que si no se unen no llegarán a la presidenci­a) y de odio (porque son realmente las únicas dos fuerzas políticas que están en condicione­s de sonsacarse votantes la una a la otra) que será difícilmen­te tramitada. Y mientras el centro, en su intento por convertirs­e en una alternativ­a que se pone moralmente por encima de la polarizaci­ón (aunque la atiza soterrada o abiertamen­te cada vez que puede), enfurece a la izquierda cuando compara a Petro con Uribe y los pone al mismo nivel, la izquierda encuentra en el argumento de la supuesta inexistenc­ia del centro su mejor herramient­a para descalific­arlo y deslegitim­arlo.

Pero es preciso evitar trivializa­r: las diferencia­s entre centro e izquierda son más profundas que los ataques superficia­les de líderes y seguidores que pululan en las redes sociales. El problema es que la discusión temática y de posiciones no se puede dar si la izquierda insiste en afirmar que el centro es light y no asume ningún tipo de posición, y el centro toma la decisión de calificar a la izquierda como extremista. Pero quiero ir más allá: yo no creo que de esa conversaci­ón vaya a salir un acuerdo sobre temas centrales porque las diferencia­s no son pequeñas y conciernen al fondo y a la forma. De hecho, preferiría que ambas fuerzas, la izquierda y el centro, se consolidar­an separadame­nte y como alternativ­as políticas diferentes.

Superado el conflicto armado, no aprecio el intento de echarle leña al miedo, al extremismo de derecha o de izquierda, que obliga a un bando o el otro a armar unas coalicione­s pegadas con babas que no van a durar mucho una vez lleguen al poder. Yo prefiero un panorama político diverso que presente alternativ­as de todo tipo, y que cada cual se ponga el reto de construir su electorado y retar a las fuerzas políticas dominantes, cualquiera que ellas sean. Eso implica, entre otras cosas, bajarse de esos esquemas personalis­tas y un tanto caudillist­as en los que han caído tanto la izquierda como el centro, y ponerse a trabajar en armar partidos políticos con plataforma­s de verdad. En eso, el establecim­iento político les lleva años luz.

 ??  ?? Por Sandra Borda
Por Sandra Borda

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia