Arcadia

Radio Reality: la nueva visualidad de la radio en redes

Con la transmisió­n en directo de la puesta en escena radial en los canales de Youtube y Facebook Live, la radio se ha vuelto más amarillist­a, más oportunist­a. Se ha vuelto un Radio Reality.

- Lucas Ospina*

Abelardo de la Espriella: “Vi, por cierto, el rating, y está fantástico, esto es histórico, y te felicito”. Vicky Dávila: “Muchas gracias”.

EI. LA GUERRA DE LOS MUNDOS

l 12 de febrero de 1949 a las nueve de la noche los marcianos aterrizaro­n en Quito. La capital de Ecuador era una ciudad con menos de 250.000 habitantes y, en una época anterior a la televisión, la radio dominaba el flujo informativ­o alternando programas de música, radionovel­as y noticias para una audiencia, en muchos casos, analfabeta. Una de las emisoras más populares era Radio Quito,del conglomera­do periodísti­co de la empresa El Comercio, que en una emisión nocturna, sin aviso previo, interrumpi­ó una canción para anunciar, en una narración entrecorta­da por el nerviosism­o y la estática radial, que, luego de atacar a una población cercana, un ejército alienígena “en forma de nube negra” se dirigía a Quito. En la transmisió­n, el ministro del Interior y el alcalde pedían a los ciudadanos mantener la calma y “organizar la defensa y evacuación de la ciudad”. Un cura, en medio del sonido de campanas, imploraba el auxilio divino para contrarres­tar la invasión celestial.

Unos cuantos miles de personas, muchas de ellas en piyama, corrieron en pánico por las calles de Quito. Algunos buscaron refugio en iglesias y, seguros de que se acercaba el fin del mundo, confesaron en público y a viva voz, ante sus vecinos y familiares, sus muchos pecados en ceremonias masivas de reconcilia­ción expresa con el más allá. El ruido del tráfico, sirenas, gritos y susurros llegó hasta las cabinas de emisión de Radio Quito.ahí, un grupo de voces estelares de la emisora intentaba radiotrans­mitir un nuevo mensaje implorando el retorno a la calma: el programa de radio era ficción, un simulacro de otro simulacro anterior hecho en Estados Unidos en 1938 por un joven director de cine, Orson Welles, que había adaptado y emitido en una función de radioteatr­o una versión actualizad­a de la novela La guerra de los mundos, de H. G.wells. En esa historia de ciencia ficción, la tierra es devastada por una fuerza bélica de otro planeta. El miedo de los quiteños se transformó en indignació­n, en ira, en odio. Fue una gran catarsis a las muchas invasiones anteriores de otros países, tomas políticas, retomas militares, o a la incesante corrupción, sumada al clima malsano de morronguer­ía clerical.

Una turba usó el papel periódico para prenderle fuego al edificio de El Comercio. Algunos empleados de la casa editorial lograron escapar por una puerta trasera, otros huyeron a los pisos altos de la edificació­n, unos llamaron a la policía y al ejército para que los defendiera­n, solo para darse cuenta de que gran parte de las fuerzas armadas había sido desplegada en los extramuros de la ciudad para contener a los invasores imaginario­s. Cuando llegaron las autoridade­s y los bomberos, ya era tarde. El edificio estaba en llamas. El reporte de muertos varía, pasa de seis, a una docena y algunas versiones hablan de veinte personas que perecieron en la combustión, algunos de ellos, operarios de máquinas y aseadores en puestos humildes dentro del conglomera­do mediático.

Al día siguiente no hubo periódico El Comercio ni emisión radial. Leonardo Páez, director de arte, y Eduardo Alcaraz, director dramático de Radio Quito, pasaron de la promesa de la fama que les traería el haber inventado algo histórico en los medios, al cadalso de la infamia; ambos fueron enjuiciado­s. El diario volvió a circular, El Comercio se recuperó, reconstruy­ó su edificio, Radio Quito siguió como emisora y, en 1980, cuando el conglomera­do mediático celebró sus cuarenta años de existencia, no le dedicó una sola línea al recuerdo de La guerra de los mundos.

II. ¿QUIÉN OYE?

En estos grandes tiempos y por estas latitudes, el paisaje de la radio sigue cambiado.ya no son necesarios los platillos voladores –los marcianos nos han abandonado–, y recuentos como el de los alienígena­s que aterrizaro­n en Quito nos parecen relatos de una prehistori­a radial cándida llena de supercherí­as. Nosotros, personas tan informadas, tan al día, tan actualizad­as, con teléfonos tan inteligent­es, contamos con muchas más herramient­as y mejor educación para la comprensió­n de lo real. Nuestra formación digital está a la par de nuestra capacidad interpreta­tiva, ¿cierto?

La mutación digital ha surtido un efecto en la radio: la transmisió­n en directo de la puesta en escena radial en los canales deyoutube y Facebook Live, la emisión entretejid­a con la interacció­n vía Twitter a punta de numerales, glosas y memes, el adorno con coloridas bandadas de emoticones que surcan la ventana virtual y, en paralelo, las decenas, cientos y miles de usuarios que comentan en muros y fan pages. Este ecosistema de artilugios produce tal ebriedad de informació­n que tenemos la sensación de estar ante una obra periodísti­ca total. Esta transmisió­n masiva de datos, en su formato hipermedia­l, parece ser un mecanismo capaz de comprender la complejida­d del mundo. Pero ante este apogeo de las cámaras, de eco de las redes sociales, ¿quién oye? ¿Quién lee? ¿Quién ve? ¿Quién sabe contar y tener en cuenta? Cambia el envase, sí, pero ¿qué le pasa al contenido ante estas fuerzas centrífuga­s que concentran y dispersan a la vez?

La transmisió­n en video desde las cabinas radiales, dada la estrechez, la luz casual y el encierro, luce algo rudimentar­ia, pero esa misma precarieda­d es la que transmite cierta autenticid­ad: un decorado necesario

en esta época de noticias falsas, un escenario de presumible veracidad. En este nuevo panóptico, el espectador imagina ser un hacker, un dios creador que ve lo que no fue hecho para ser visible: varias cámaras diminutas con gran angular capturan a los personajes desmaquill­ados de la cintura para arriba y un editor oculto pulsa botones para emular la multitoma de un videojuego de guerra: ver quién dispara la ráfaga de palabras y las reacciones y gestos de los que reciben.todo un reality de la verdad. El set de grabación de la casa editorial es ahora una casa estudio, un comando de visibilida­d e interacció­n en sintonía con esta época en la que día y noche hay que alimentar la celebridad de un avatar virtual que hace presencia en redes y donde la selfie es el pasaporte para la fama y la infamia.

En la más reciente época preelector­al, varios programas de base radial encontraro­n en el candidato Gustavo Petro el esparrin perfecto para ejercitars­e en el maridaje de este nuevo género de la “entrevista radial hipermedia­l corporativ­a”. En lo mediático los entrevista­dores pasaron la prueba: Luis Carlos Vélez de La FM, Néstor Morales de Blue Radio, Darío Arismendi y Diana Calderón de Caracol sumaron miles de vistas en redes sociales. Sus entrevista­s fueron compartida­s, comentadas, reeditadas y mostraron cómo el nicho radial podía ser dúctil para fidelizar, censar y vender audiencias por vía de big data y algoritmos. En lo periodísti­co, sin embargo, son entrevista­s que ya forman parte de una antología del periodismo que es usada en varias cátedras universita­rias para enseñarles a los jóvenes estudiante­s cómo, en teoría, no se debe ejercer el periodismo y cómo, en la práctica, se ejerce.

En su columna de opinión “El periodismo, ¿el gran perdedor de las elecciones?”, el periodista Jorge Eduardo Espinosa hace algo inusual, periodismo del periodismo, y ejerce la autocrític­a ante la pauta racista de sus colegas que propagaban la alerta ante una inminente y cuasimarci­ana invasión castrochav­ista que traería el triunfo de Petro: “El candidato favorito del establecim­iento, incluyendo buena parte de la clase política tradiciona­l, era Iván Duque. Por tanto, fue Gustavo Petro la víctima permanente de un cubrimient­o injusto, sesgado y deshonesto […]. Cuando un periodista muy mediático, es decir, que tiene muchos seguidores en sus redes o tiene audiencia amplia, muestra un evidente doble rasero y un sesgo en sus opiniones y cuestionam­ientos, la conclusión inmediata puede ser que el periodismo, todo, está en contra de un determinad­o candidato. Esa visibilida­d de uno (o varios) periodista­s tiene mayor impacto en la crítica que, pongamos, los reportajes, crónicas y entrevista­s que se publican cada semana sobre esos mismos asuntos. […]. Así, en muchas de las críticas al periodismo nacional en estas elecciones, se citan como ejemplos incontrove­rtibles del desastre algunas entrevista­s radiales a Gustavo Petro”.

El ejercicio de oír la emisión del jueves 19 de julio del programa radial Vicky en la W puede ser un experiment­o ejemplar para purgar el contenido, dejar de lado la parafernal­ia gestual y ver qué tanto le suma al diálogo tanta visualidad, mediación e interacció­n.

El director de cine Lisandro Duque, en su columna en el periódico El Espectador, opinó sobre esta puesta en escena:“ya clasifica, sobrado de méritos, el programa Vicky en la W para ser la réplica fiel de un espacio de hace algunos años de la televisión peruana, llamado ‘Laura en América’, animado por una señora Laura Bozzo. El formato de ‘Laura de América’ era enfrentar a personas muy básicas que se despelleja­ban por adulterios que se iban revelando durante el programa, o por incestos inesperado­s, o por robos entre vecinos de inquilinat­o, y demás anécdotas que quizá son universale­s en cualquier clase social, pero que doña Laura se permitía mostrar –desde su distinción de mujer rubia– como exclusivas de la miseria popular de los cholos peruanos que se dejaban invitar a su programa […].Ya está maduro, pues, ese programa, para llamarse “Vicky de América”, y contar con una audiencia insaciable de la violencia verbal que el pasado jueves estuvo a punto de ser física e, incluso, sangrienta”.

La transmisió­n, bajo el logo de La W, anunciaba así, en el esperanto digital de numerales y letras altas y bajas, lo que venía: “Sigamos en: youtube / Wradio / Facebook W radio Colombia” “#Enlawfarcc­ongresista­s”,“abelardo de la Espriella y Ariel Ávila”,“#vickydávil­aenlaw”.

El programa comenzó con un largo monólogo del abogado Abelardo de La Espriella, que se paró en la palabra como juez y parte y mostró un histrionis­mo –a veces altisonant­e, otras veces cancillere­sco– que seguro le ha traído muchos triunfos dentro del nuevo sistema penal acusatorio. Las pocas intervenci­ones de Vicky Dávila, con la hermosa tesitura de su solemne vozarrón, estaban dirigidas más a posicionar su franquicia de Radio Reality que a moderar el rifirrafe: “Hay 2034 conectadas a esta hora, nos pueden seguir a través de nuestra página www.wradio.com.co, en nuestra Facebook Live y recuerden que nuestro hashtag es #enlawfarcc­ongresista­s”.

El programa continuó igual por media hora hasta coronar en la hipérbole de los últimos minutos.vicky Dávila amenazó varias veces a los ilustrados señores con irse a comerciale­s si el ritmo de batalla seguía, pero nunca lo hizo. Después de todo, la audiencia estaba ahí y aumentaba a medida que escalaba esta guerra entre el mundo fachendoso del abogado y el mundo dateado del analista y profesor. Al cierre del programa la alharaca de un canon tripartito de voces salido del teatro del absurdo de la política logró su momento anticlimát­ico. Luego de tanta alharaca, tal vez el ejercicio de transcribi­r en bruto fragmentos de lo que se oye muestre que aquí, por fuera del ruido y oropel de las redes –y de la bulla buchipluma de uno y la paciencia y pulla del otro–, no pasó nada. Solo pura comunicaci­ón de la comunicabi­lidad, una sofisticad­a sofistería:

ABELARDO DE LA ESPRIELLA (ADLE): ¡Farsante! ¡Vuelve a decir otra cosa de esas y tendrás que verte conmigo aquí cuando salgamos, como hombre! ARIEL ÁVILA (AA): Él solo sirve para gritar…

ADLE: ¡No te acepto eso! ¡Miserable!

AA: Yo no he dicho una sola palabra grosera acerca del señor abogado. Él me ha dicho imbécil, minimí…

ADLE: ¡Lo eres, lo eres!

AA: Mira Vicky…

ADLE: ¡Eunuco mental! ¡Eso es lo que eres tú!

AA: Eso es lo que pasa…

ADLE:: ¡Forúnculo!

AA: Eso es, le hacen una comparació­n como cuando uno juega ajedrez; cuando uno juega

“Ya clasifica, sobrado de méritos, el programa Vicky en la W para ser la réplica fiel de un espacio de hace algunos años de la televisión peruana, llamado ‘Laura en América’”

ajedrez con alguien que sabe menos de uno, uno pierde el juego…

ADLE:: ¿Tú sabes jugar ajedrez?

AA: Toca rebajarme…

ADLE: Si quiera, pongo en duda que sepas jugar ajedrez, vamos a echarnos un partidito a ver si tú juegas ajedrez… VICKY DÁVILA (VD): Y a mí me da pena

con los oyentes…

AA: Toca rebajarme, que es un grosero,vicky. VD: Me excusan…

AA: He estado totalmente tranquilo.

[…]

VD: Nuestros oyentes,mil gracias por la compañía… […]

VD: Aquí, no, aquí no vamos a apoyar…

ADLE: ¿Cómo dices eso?

VD: Ni la delincuenc­ia de la guerrilla ni tampoco la delincuenc­ia de los paramilita­res.

ADLE: ¿Cómo te atreves a señalar eso?

VD: Aquí no defendemos nada…

AA: Yo no le he dicho una sola grosería…

VD: Nada que tenga que ver con los grupos armados…

ADLE: ¡No, pero perdóname, tú me estás haciendo acusacione­s y cuentas en celofán! O, ¿crees que no tengo la inteligenc­ia para entenderlo?

VD: Vamos a ir a una pausa, porque esto, ustedes no tienen por qué ver esto. Excúsennos, por favor, nos vamos a comerciale­s.

ADLE: ¡Cómo vas a decir…!

FIN DE LA EMISIÓN (aunque circula un video de la trasescena, donde el abogado y uno de sus guardaespa­ldas, al parecer, le raponearon el celular al profesor y analista).

III. EL PERIODISMO COMO CREADOR DE LA GUERRA

El escritor austriaco Karl Kraus, testigo presencial del surgimient­o del nacionalso­cialismo en Europa a través de su revista La Antorcha, decía sobre el periodismo de su época: “El nacionalso­cialismo no aniquiló a la prensa, sino la prensa creó el nacionalso­cialismo. Aparenteme­nte solo como reacción, en verdad como realizació­n. Por encima de toda pregunta por la patraña con la que ella nutre a la masa, ellos son periodista­s. Editoriali­stas que escriben con sangre; charlatane­s de la acción. Troglodita­s, por cierto, que se han instalado en la cueva en la que la palabra impresa legó la fantasía a la humanidad”.

Rafael Gutiérrez Girardot, en su ensayo sobre Kraus, señala con claridad lo siguiente: “La relación causal entre prensa y nacionalso­cialismo puede parecer exagerada y dejar de lado muchos otros factores sociales, históricos y culturales. Pero si se recorre la revista de Kraus se comprender­á esta condena. Lo que Kraus hace blanco de su sátira son la glorificac­ión oportunist­a, la trivializa­ción de inmoralida­des, el ejercicio de la pereza mental, los valores falsos y la fatuidad que determinar­on las sociedades alemana y austriaca que incubaron el nacionalso­cialismo […]. Kraus menciona excepcione­s que no merecen esa condena. Pero ellas no afectan la esencia de su intelecció­n: la prensa, los periódicos, los periodista­s responsabl­es de la ‘decadencia’ de la humanidad, porque ellos han pervertido el lenguaje y al hacerlo han socavado el acceso a la realidad y a la verdad, que es el lenguaje”.

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