El problema de la autenticidad y la certificación
Una tecnología llamada blockchain, conocida por su relación con los bitcoin o criptomonedas, es un ejemplo de cómo las nuevas técnicas están siendo usadas para minimizar las dudas sobre la autenticidad de las obras de arte, un tema crítico que se evidencia en múltiples casos de la última década.
El valor del mercado del arte ha crecido hasta 68 mil millones de dólares en la última década. Con obras de arte vendiéndose por millones o cientos de millones de dólares cada una, la autenticidad es un atributo codiciado para vendedores y compradores, pero uno riesgoso para las instituciones y expertos. La certeza de la autenticidad de una obra de arte puede hacer que esta valga millones de dólares, y no tenerla, que cueste prácticamente nada. Por eso, entre los profesionales y comités que no quieren expresar sus opiniones en un mercado litigioso (ya que el valor de las obras de los coleccionistas puede depender de esas opiniones), la autenticidad es un tema crítico que no ha encontrado solución en la última década. Algunos casos emblemáticos demuestran la dificultad en torno a esta problemática y su impacto en el valor del arte.
En 2011, por ejemplo, The National Gallery de Londres incluyó a última hora la pintura Salvator Mundi en su magnífica exposición Leonardo da Vinci: Painter at the Court of Milan. Con semejante respaldo institucional, y también por ser la única pintura de veinte conocidas en manos privadas, el cuadro se ganó la etiqueta de “el último Da Vinci”y se convirtió instantáneamente en el máximo de todos los trofeos.
El retrato, que se había vendido como una copia por 45 libras en 1958, y posteriormente por diez mil dólares en una subasta menor en 2005, fue adquirido a menos de un año de la exposición por el oligarca ruso y dueño del equipo de fútbol AS Monaco, Dmitry Rybolóvlev, por la impresionante cifra de 130 millones de dólares, a pesar de su pobre estado de conservación. Posteriormente, en noviembre de 2017, él la vendió en medio de controversias y batallas legales al Emirato de Abu Dabi por el impresionante récord histórico de 450 millones de dólares.
¿Pero es posible pensar que el Salvator Mundi no es un Da Vinci original? Sí, es posible. Su actual atribución depende, en buena medida, del aval del único experto reconocido, el maestro renacentista Martin Kemp, y del National Gallery, la importante pinacoteca que en una exposición fascinante de 2010, Close Examination: Fakes, Mistakes and Discoveries, exhibió una selección de obras con atribuciones incorrectas o falsificadas de su colección permanente. De manera que hasta los museos, que tienen acceso a los niveles más altos de experticia y conocimiento, pueden equivocarse.
La autenticidad del Salvator Mundi, de hecho, ha sido controvertida desde que el National Gallery anunció su redescubrimiento. Solo se necesita un cambio de consenso o mayores avances científicos y tecnológicos para redefinir su atribución. Y, si llegara a cambiar, tendría un impacto sin precedentes en el mercado, y ni se diga, en su valor económico.
COMITÉS DE AUTENTICIDAD
Otro precedente importante en esta década es el de Andy Warhol. Con ventas en subasta superiores a 300 millones de dólares en 2011, el mercado de Warhol representaba un barómetro de la salud de todo el mercado del arte contemporáneo y de posguerra. En ese año, el comité de autenticación del artista anunció su disolución tras las demandas millonarias en su contra y los costos legales de defenderse (presuntamente hasta siete millones de dólares anuales) de coleccionistas que rechazaron los resultados de las certificaciones de sus obras.
Con los precios del arte subiendo de manera espectacular desde 2006 –exceptuando el año 2009, cuando el mercado se desplomó un 41 % (y el sector de arte contemporáneo en 60 %)–, la autenticidad del arte se convirtió en un ejercicio riesgoso para los comités de autenticación y los historiadores. El sello de aprobación podía hacer que una obra valiera millones o, de lo contrario, costara poco o nada.
Las opiniones sobre el impacto que pudiese tener la disolución del comité sobre el mercado de Warhol eran mixtas. La autenticidad es uno de los atributos primordiales para avaluar una obra de arte, y se esperaba que sin una autoridad que respaldara su legitimidad se debilitara la confianza en su mercado. Si bien las ventas de 2012 cayeron un 17 % –porque quizás hubo menos oferta por la incertidumbre que causó la disolución del comité–, su mercado creció un 40 % en 2013 con ventas de casi 420 millones de dólares. Es aún más impresionante que, sin contar con tal soporte institucional, el precio promedio por obra alcanzara seis millones de dólares, tres veces más que el año anterior. El récord histórico lo alcanzó en 2014 con ventas de casi 520 millones de dólares, un 37 % por encima del pico del mercado del arte en 2007.
El mercado de Warhol, entonces, no se resintió por la falta de certificaciones de autenticidad, al menos no aquellas expedidas por el comité de autenticación de la fundación Andy Warhol. Es posible que los conflictos de interés de la fundación, cuyo patrimonio e interés comercial incluye 10 mil pinturas, esculturas y dibujos, y 66 mil fotografías y videos, debilitaran su credibilidad ante compradores y vendedores. Sin embargo, que haya personas dispuestas a pagar en promedio seis millones de dólares por obra solo se puede explicar si hay alguien dándole confianza al mercado a través de un sistema de certificación paralela, y no oficial, que brinde algún nivel de certeza sobre su originalidad.
El comité de autenticación de Warhol no fue el único que cerró como consecuencia del riesgo de autenticar arte en épocas donde el segmento más alto del mercado (obras que se venden por encima de un millón de dólares) contribuye al 64 % del valor de todo el mercado. La fundación Pollock-krasner dejó de autenticar en 1999, pero no por eso cesaron las demandas en contra de su catálogo raisonné (es decir, comprehensivo). La investigación de carácter académica y documental parecía una alternativa de legitimidad para las obras, y el mercado, en efecto, lo asimiló rápidamente como un equivalente a la certificación de autenticidad.
El comité de autenticación de Jean-michel Basquiat también cerró en 2012. Este caso es impresionante teniendo en cuenta que con la venta de Sin título (1982) por 110 millones de dólares en mayo de 2017, Jean Michel Basquiat superó a Andy Warhol como el artista norteamericano más caro de la historia y el único contemporáneo de siete cuya obra ha superado la barrera de los cien millones de dólares.
Una manera de entender que haya obras que alcancen estos precios sin un aval oficial detrás es que la certeza de autenticidad es mayor en el mercado contemporáneo que en el moderno o de grandes maestros. Por ende, la existencia de un certificado de autenticidad del entonces disuelto comité, algunos documentos que respalden su originalidad y una línea de propietarios corta pueden ser suficientes, por ahora, para mantener la confianza. Sin embargo, aunque hoy es apto el certificado del comité, no lo será en el futuro, ya que, por más certificado que haya, la certeza de autenticidad de una obra de arte se diluye con el paso del tiempo.
SEGUROS PARA CERTIFICADORES DE ARTE
En 2014, un grupo de profesionales, incluyendo Paragon Insurance Brokers, trabajamos en la conceptualización de un seguro para ayudar a historiadores y comités de autenticación a mitigar los riesgos de autenticar arte, y en especial para protegerlos cuando dieran sus opiniones. Hay un número significativo de expertos en quienes recae la autoridad sobre un artista. Son, en últimas, historiadores y académicos sin músculo financiero que puedan soportar demandas de coleccionistas malhumorados cuando el valor de sus propiedades se desploma.
El seguro tenía un gran componente de gestión de riesgo para mitigar la posibilidad de litigio y una porción restante que los financiaría en caso de una demanda. Además, su compra la harían los coleccionistas a beneficio del experto, lo cual lo hacía más atractivo.
Nuestra iniciativa coincidía con un proyecto de ley que aprobó el Senado de Nueva York a finales de 2015 y que buscaba disminuir demandas frívolas contra los autenticadores. Eso sí, una de las condiciones de la ley era (y sigue siendo) proteger al experto que no tenga un interés comercial en la obra del artista que certifica. Es ahí donde puede aparecer un conflicto con las fundaciones, que, por un lado,velan por la integridad de la obra del artista y por el otro, están sentadas sobre legados artísticos de gran valor económico.
El proyecto, sin embargo, lo abandonamos un año después por los obstáculos que tuvimos para acceder a información y datos en un mercado tan opaco como es el del arte. Sabíamos que el gran desafío no era ganarnos el entusiasmo de los potenciales beneficiados (lo cual logramos rápidamente), sino que contestaran un cuestionario similar al que cualquier corredor de seguros le pediría a un prospecto de comprador para asegurar su activo o servicio.a pesar de existir una necesidad, generar expectativa y tener el acceso a fichas clave en el medio, ni siquiera pudimos establecer una descripción del proceso de autenticación o el valor de los honorarios (en los casos que aplicara).
“BLOCKCHAIN”
Aun así, hoy continúan apareciendo iniciativas que buscan mitigar los riesgos en esta materia. La tecnología, por ejemplo, representa una oportunidad para enfrentar y dar solución a situaciones para las que medios tradicionales y académicos han mostrado ser imprecisos y tendenciosos. El mes pasado, Christie’s y Vastari realizaron la conferencia inaugural del Art + Tech Summit en Londres, que se realizará anualmente para discutir sobre tecnologías que puedan optimizar las prácticas del mercado del arte. El tema central de este primer encuentro fue blockchain, una herramienta conocida por su relación con las famosas bitcoin o criptomonedas, que es, a grandes rasgos, una base de datos que registra información de manera permanente e inmodificable, gracias a técnicas criptográficas,
Representantes de blockchain.com,consensys y KPMG presentaron el alcance y los retos del blockchain para discutir su aplicación en el mundo del arte. Por ejemplo, cómo esta tecnología puede trazar la provenance de una obra y ayudar a establecer su autenticidad; cómo puede servir para ‘tokenizarla’, de manera que muchas personas puedan invertir en ella; y sobre el blockchain como práctica artística.
Las startups Artory y Codex Protocol presentaron sus propuestas sobre cómo utilizar el blockchain para almacenar información de los eventos significativos relacionados con una obra de arte –transacciones, avalúos, autenticidad y otros–, de manera permanente e inmodificable. Cada uno tiene una mirada diferente sobre quiénes deben alimentar el registro; la primera aprueba previamente las casas de subastas, aseguradoras y profesionales que pueden participar, mientras que la segunda está abierta a la contribución de cualquier individuo u organización. Cada récord que el participante crea sobre una obra de arte es inmodificable.y si la realidad de la obra cambia, se debe añadir una nueva anotación que lo refleje en vez de editar o eliminar la entrada previa.
El blockchain es la iniciativa más reciente que busca solventar los problemas de la autenticidad. Pretende acercar al arte a las personas que podrían participar en su mercado si tuvieran una mayor confianza. Pero, ¿es todo lo que promete? Se dice que el blockchain encuentra soluciones a problemas que no hay.y si bien los problemas asociados a la autenticidad son reales, el principal obstáculo de esta tecnología (aparte de sus debilidades intrínsecas) es lograr que las personas y organizaciones del sector quieran adoptarla y compartir información, que difícilmente han querido compartir en el pasado, para contribuir a que el mercado del arte sea más transparente.
Expertos sin dinero, pero con la autoridad sobre ciertos artistas, soportan las demandas de coleccionistas cuando el valor de las obras se desploma