La naturaleza seguía propagándose en la oscuridad
Andrea Mejía se ha hecho conocer como escritora, sobre todo, con la columna que publica mes a mes en esta revista. Allí ha consolidado un estilo único, lejano del formato tradicional de una columna de opinión, porque plantea preguntas filosóficas; porque habla de la vida misma, de lo que puede revelar una obra literaria, un paisaje, una vivencia, la observación detenida de la naturaleza; porque juega con el enigma, el misterio, la sutileza. A pesar de que es ficción, este, su primer libro de relatos, es una continuidad de esa escritura, una reafirmación de esos elementos que Mejía usa para escribir, y para pensar. En estos cuentos misteriosos y bellos se muestra, además, una feminidad poco evidente, poco obvia o preocupada por reflexionar sobre sí misma, y también una conciencia profunda de que en el silencio, en la apertura de toda interpretación, hay una pequeña revelación.