Sin luz al final del túnel
AUNQUE HOY SEA uno de los pocos defensores del comunismo clásico, Slavoj Žižek siempre causará controversia por sus planteamientos poco ortodoxos. En su nuevo libro, el filósofo esloveno profundiza aún más en tesis que él mismo a propuesto en textos suyos anteriores, en especial La nueva lucha de clases. Pero esta vez enfatiza más en la necesidad de reconocer que, ante el actual avance del nacionalismo, de los populismos de derecha, del terrorismo islámico, de la desigualdad global, en verdad no hay una luz al final del camino; o que esa luz es la de “otro tren que se acerca en dirección contraria”. Para él, la utopía, la esperanza, característica de la mayoría de movimientos liberales y de izquierda, representa una cobardía que impide pensar la sociedad y formular nuevas teorías. Por eso, Žižek se dedica a analizar el convulsionado año 2017 para concluir que el comunismo, como defensor de los valores humanistas de la modernidad, es la única manera para que el golpe ocasionado por la caída en el abismo sea menos duro, porque, según él, ya caímos en el abismo.