Señores Arcadia:
Gracias, mil gracias... Estupendo regalo de Navidad nos dio ARCADIA en 2018. Los dos suplementos y la edición de fin de año son un dechado de fina cultura. Luego de la plácida y enriquecedora lectura, sin mucho optimismo, con incertidumbre pero con esperanza, recibimos el nuevo año. Pilar Avella Salazar
Soy un educador del Distrito con alma de “revistófilo”. Este último número realmente es un banquete con bocados dignos de un papa, de la literatura. Amigos, no saben cuán feliz me haría visitarlos y conocer un poco su forma de trabajo, ya que tengo el proyecto de hacer una revista cultural con mis estudiantes. ¿Es posible? Felicitaciones junto con mi augurio sincero de una larga y fecunda existencia. Miguel Bernal
Quería agradecer a Andrea Mejía y Carolina Sanín por sus columnas durante al menos los últimos dos años. Una columna de Andrea es como escuchar una canción de Buenavista Social Club mientras se conduce de noche; un escape en medio de tanta pesadumbre con que escriben el periodismo de hoy. A Carolina quisiera agradecerle su capacidad de incomodarme con el machismo y hacerme mejor persona. Por último, la columna “Que no se meneacen más”, de Mario Jursich, me hizo recordar un poema que me gustaría recomendarle, si es que no lo ha leído aún: “Paisaje con un merengue al fondo”, de Franklin Mieses Burgos. Juan Sebastián Cubides Salazar
En los últimos años me he convertido en un frecuente lector y suscriptor de ARCADIA, y he vinculado a otros amigos al encuentro cultural que es la revista. Con agrado hemos discutido sobre los artículos. Resaltamos las reflexiones de Andrea Mejía, que se desenvuelve con una claridad legítima en cada columna: desde la ovación comparativa de David Foster Wallace con Wittgenstein hasta los tratados de Zeami, en los que encuentra un valor más allá del arte. Un merecido elogio a su labor y columna. Por otro lado, me pregunto sobre la ausencia tan marcada en las últimas ediciones de la revista Diez. ¿Regresará? Muchas gracias, Daniel Jiménez Gallego
FE DE ERRATAS
Aunque nos sentimos muy orgullosos de nuestra última edición de 2018, como lo expresan nuestros lectores en sus cartas, es momento de agachar la cabeza y admitir que cometimos varios errores. A Margarita García, quien hizo la ilustración de “Las chicas del parque” (pueden seguir su cuenta de Instagram aquí: margarita_garcia_m), le cambiamos el nombre a María M. García. En el crédito de la ilustración de María Camila Sanjinés (a quien pueden seguir aquí: sanjinesmaria), coautora del libro La vida láctea, no pusimos su nombre, sino la palabra “¡listo!” (una vergüenza). De Margarita García Robayo dijimos que su texto era un cuento, y en realidad era un ensayo. Por último, la infografía sobre los palenques contenía algunas impresiciones que no corresponden a lo que nos dijo la investigadora Caterina Mantilla. En la página 51 de esta edición aparece una entrevista con Mantilla. Les ofrecemos disculpas a nuestros colaboradores y lectores.