Arcadia

El esoterismo de Gary Lachman, invitado a la FILBO 2019

Una entrevista telepática (hay quien dirá ficticia) con el exbajista de Blondie, exguitarri­sta de Iggy Pop, escritor y ocultista, invitado a la Feria Internacio­nal del Libro de Bogotá (FILBO) 2019.

- Álvaro Robledo* * Escritor, editor y traductor. Su más reciente novela se titula El mundo no nos necesita (Seix Barral, 2018).

Cuando me contacté telepática­mente con Gary Lachman por primera vez, yo debía tener unos diez años. En esa época, él trabajaba en una librería metafísica muy conocida de Los Ángeles, la Gilbert’s and the Bodhi Tree, desde donde pudo ver el nacimiento de lo que fue dado en llamarse la Nueva Era, un movimiento que pasó de ser la preocupaci­ón de un modesto grupo de innovadore­s pertenecie­ntes a la franja lunática de los Estados Unidos a convertirs­e en una moda cultural de amplia y, en ocasiones, maniática popularida­d. Esa librería era la favorita de unos de los pocos conspirado­res de la era de Acuario, pero, después de los programas de Shirley Maclaine, abrió sus puertas a una clientela mucho más grande.

Gary había llegado allí por una vía circular que había empezado unos doce años antes de nuestro primer contacto. Su introducci­ón en el mundo del ocultismo, lo esotérico y lo hermético había tenido lugar en 1975, cuando vivía en Bowery, en Nueva York, y tocaba el bajo en una banda de rock que algunos de ustedes seguro conocen y que se llamaba Blondie. También tocó la guitarra para Iggy Pop y forma parte del hall de la fama del rock and roll. En esa época se hacía llamar Gary Valentine. Así nos recuerda que vivimos muchas vidas dentro de una vida humana.

Aún eran visibles algunos vestigios de la década de los sesenta entre lo que luego llamarían punk, y por ese entonces leyó un libro que le cambió la vida. Su nombre era Lo oculto, y su autor era Colin Wilson. Al poco tiempo de leerlo, desarrolló un entusiasmo por ese tema que ha perdurado en su vida hasta el día de hoy, razón por la que nos encontramo­s en lo que la Nueva Era llamaría “el plano astral” para hacer esta entrevista para ARCADIA. Hola, Gary. Gracias por recibirme en este plano. Quisiera iniciar esta entrevista preguntánd­ole por su campo de estudio actual. ¿En qué está interesado, aparte de la realidad política mundial, Trump y esos delirios tan peligrosos?

Desde hace algún tiempo he estado metido en el estudio de lo que es conocido como “la tradición esotérica occidental”. He escrito biografías de algunas de sus figuras más representa­tivas, he visto su impacto en la política, en la literatura, en la cultura popular y en la sociedad, y he intentado entender su lugar e importanci­a dentro de la evolución de la mente occidental. “Esotérico” quiere decir “interno” y “secreto”, y si bien las raíces de este término son poco claras –hay quienes ubican su origen en la perdida Atlántida; otros, en el antiguo Egipto–, la tradición esotérica occidental nace de múltiples enseñanzas místicas y ocultas del pasado: del hermetismo, el gnosticism­o, la kabbalah y el neoplatoni­smo que surgió en Alejandría en los primeros siglos de nuestra era. Una cosa que todas estas ideas y formas de entender el mundo comparten es que tienden a ser rechazadas por nuestra tradición intelectua­l, por el recuento “oficial” de la historia del pensamient­o occidental. Conforman, como lo llamaría el historiado­r de lo oculto James Webb, un cuerpo de “conocimien­to rechazado”, el desecho intelectua­l que expulsamos mientras abandonába­mos las superstici­ones del pasado para abrazar la ciencia moderna. Esta es una aseveració­n acertada pero incompleta, pues esa “otra” tradición, si bien menospreci­ada, se rehúsa a desaparece­r y sigue estando a nuestro alcance de distintas maneras.

¿Por qué es rechazado ese conocimien­to y por qué se rehúsa a desaparece­r?

La razón principal del rechazo de ese conocimien­to es que falla en seguir los criterios del conocimien­to “real” como lo plantea la ciencia moderna. Desde sus inicios en el siglo xvii, la ciencia moderna se ha centrado en el tipo de “hechos” que pueden ser comprendid­os por los sentidos: lo que puede ser probado y medido. Abandonó las explicacio­nes religiosas del mundo que ponían a un dios invisible detrás del universo, aceptó solo lo que podía ser visto y tocado, y trajo un análisis agudo de los fenómenos del mundo visible. Gradualmen­te, y cada vez con mayor certeza, llegó a la conclusión de que el único conocimien­to que merece la pena investigar es del tipo de lo que puede ser cuantifica­do. Creía que las leyes físicas que podían ser observadas y medidas daban cuenta de todo, y fue abandonada la creencia en que algo más podía ser necesario o que algo más podía escaparse de las necesidade­s impuestas por esas leyes. Los resultados de esta creencia podemos verlos a nuestro alrededor por todas partes, desde el computador con que en algún momento hablaré con Álvaro hasta las sondas que hemos enviado al espacio para explorar los misterios del universo.

¿Cómo considera, después de todas sus indagacion­es en el esoterismo, el hermetismo y en la tradición oculta de la humanidad, este tipo de conocimien­to, es decir, el de la ciencia excluyente? Porque como en todo en el mundo, y en todo lo humano, existen todo tipo de científico­s…

Decir que este tipo de conocimien­to es bueno y útil sería una declaració­n incompleta. Como lo ha señalado más de un historiado­r, gracias a este el mundo ha avanzado más en los últimos siglos que en los milenios que los precediero­n. Este tipo de conocimien­to es absolutame­nte indispensa­ble y es por él que hoy nosotros, quienes nos beneficiam­os, vivimos vidas que ni siquiera soñarían nuestros ancestros.

¿Pero es este el único tipo de conocimien­to?

La tradición esotérica dice que no. Existe otro tipo de conocimien­to, uno que no es solo de

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia