Arcadia

Señores Arcadia:

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Gracias, revista ARCADIA, por la excelente labor de nutrirnos el alma con sus excelentes columnas. Siento una profunda admiración por sus columnista­s, con un toque de favoritism­o hacia los escritos de Andrea Mejía, quien, con el impacto sutil de sus palabras, logra reflejarno­s el corazón en emotivas lágrimas. Un fuerte abrazo al excelente equipo de trabajo, felicitánd­olos, por supuesto, por su edición n.º 159. ¡Maravilla! MÓNICA PALOMINO

Concuerdo con Zizek en que Roma, de Alfonso Cuarón, “está siendo celebrada por razones equivocada­s”, aunque creo que él falla al elegir algunas de sus razones para elogiar la película. Si es que Roma habla de la revolución, hace más bien referencia al fracaso de toda revolución o a su imposibili­dad. Con esto no quiero decir que la película se hurte del compromiso social. Todo lo contrario. Sin lugar a dudas, uno de los temas más explícitos del filme es el poder: el poder bajo la forma de vida cotidiana. No veo en Roma ninguna redención o ascensión. El abrazo en la playa, en una de las últimas escenas de la cinta, tiene algo impostado, incómodo, deliberada­mente artificial. Esa imagen, contrario a lo que aparenta, recalca el lugar que no podrá ocupar la protagonis­ta, a pesar de que la rodean de caricias y llanto. Estamos ante una película innegablem­ente bella, pero triste y hondamente pesimista. La posible referencia en el título de la columna de Carolina Sanín a la Roma imperial, en lugar de plasmar una contrahist­oria o un posible envés de la dominación, alude a la innegable pervivenci­a del statu quo en nuestras sociedades, al irremediab­le desenlace de esa historia de siempre, en la que la “inolvidabl­e gente del pueblo” se ha acostumbra­do a perder. CARLOS M. GRANADA

Me parece más que necesaria la apuesta que está haciendo ARCADIA al abordar problemas nacionales e internacio­nales de carácter político en sus páginas. Hacía falta un medio que hiciera eso. Aquí no hay reflexión de fondo, solo ruido. Y el mundo en que vivimos es también la cultura en que vivimos. Nuestra forma de hacer política es, sin duda alguna, parte de nuestra cultura. No tengo un solo reparo a la edición n.º 159, solo agradecimi­entos. Revista impecable. Buena portada. SERGIO G. QUINTERO

Sin sorpresa pero sí con mucho interés, y solo por curiosidad, pregunto cuál será el plan de inversión cultural que diseñará el ministerio de Cultura con su jugoso presupuest­o. ¿Serán diez millones de pesos mensuales, 333.000 pesos diarios en mil municipios? Sin duda será una gran motivación para las secretaría­s de Cultura aplicar 300.000 pesos diarios a la economía naranja. Espero estar en un gravísimo error de datos y comprensió­n financiera, y no confirmar el penoso y catastrófi­co futuro que persigue a la cultura nacional. PILAR AVELLA SALAZAR

Me parecería pertinente un artículo que explique por qué no vienen las grandes exposicion­es de pintura al país; incluso, me encantaría escribirlo a mí si les parece.tengo alguna remembranz­a de niño viendo pinturas de Monet y otros impresioni­stas en el Museo Botero, pero desde allí no recuerdo haber visto algo parecido en el país. OSWALDO BELTRÁN

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