LOS HIJOS DEL INFORTUNIO
La maldición literaria. Del poeta andrajoso al genio desdichado, de Pascal Brissette. Luna libros, 327 páginas
París, 1831. Un par de dramaturgos estrenan una obra que fracasa estrepitosamente. Como respuesta a la derrota encienden una hoguera en la sala de su casa, cierran todas las ventanas y se suicidan por asfixia. Dejan una nota que explica: “me faltaba el aire, cerré mis alas. ¡Adiós!”. El suicidio de los poetas rechazados es uno de los episodios que Pascal Brissette recoge en La maldición literaria. Del poeta andrajoso al genio desdichado, para analizar el mito del autor miserable. El libro establece dos preguntas centrales: ¿de dónde proviene la idea de que una obra literaria gana valor si es producida en medio del padecimiento? y ¿de qué manera el sufrimiento se convierte en una herramienta que los autores usan para posicionarse dentro del canon?
En su ensayo, Brissette recorre cuestiones como la melancolía y la pobreza, y analiza las formas en que los poetas se han valido de ellas para legitimar su obra. Brissette nos muestra cómo los autores utilizaron la idea de que el carácter melancólico indicaba agudeza intelectual; o cómo usaron la pobreza, real o fingida, para comunicar a su público que sus obras respondían únicamente al gusto de una minoría selecta.
El libro analiza las figuras de Jean Jacques Rousseau, Chateaubriand y victor Hugo en su papel de poetas tristes, pobres y perseguidos, y estudia la manera en que esta pose martirial les permitió hacerse un lu- gar en la historia de la literatura.
El patetismo del poeta melancólico resulta a veces gracioso para el lector del siglo xxi, y Brissette no es indiferente a esta brecha. El ensayo retrata con algo de humor a Chateaubriand, ese autor que se impo- ne un exilio en la naturaleza y decide irse a escribir
su obra en medio del frío y la amenaza de los animales salvajes. La desdicha y el peligro son una escarapela de honor que el poeta usa en público para que el lector mida el valor de la obra que tiene en sus manos. Por eso Chateaubriand no duda en escribir en el prólogo a su Ensayo sobre las revoluciones: “Retirado en el campo, trabajando durante el día para vivir y escribiendo por la noche lo que la tristeza me dictaba, logré componer este ensayo”.
También con humor analiza las fotografías familiares de Victor Hugo. En ellas el poeta exhibe poses afectadas en escenarios bucólicos: Hugo sentado sobre rocas golpeadas por la marea enfurecida, Hugo recostado en muros recubiertos de musgo con la mano dramáticamente sobre la frente. Estas composiciones le valieron gran parte de su prestigio literario, afirma Brissette.
Más que un catálogo de poetas perseguidos, pobres o tachados de locos, este ensayo extenso enfrenta a los lectores con los mecanismos de legitimación que han usado los autores a lo largo de la historia. Brissette nos cuestiona tácitamente sobre los mecanismos de validación con los que negocian su obra los autores contemporáneos, y nos preguntamos entonces por la manera como el mito se mantiene vivo en nuestros tiempos. Por cuenta de la lectura de este libro es inevitable impugnar la figura del poeta mediático, tan de moda en estos días, que exhibe el número de seguidores en redes o las estadísticas de alcance de sus posts como insignias del valor literario de su obra. No es un repertorio de autores tristes lo que Brissette nos ofrece; es un método para mirar con atención, y algo de desconfianza, las poses que el poeta, sobre todo el poeta contemporáneo, asume para legitimar su obra.
Navas es escritora y profesora. Ganadora del Primer Concurso de Escritura de Cuentos de Ciencia Ficción convocado por Colciencias en 2019. Su novela inédita Imago ganó el concurso del taller de novela corta del Fondo de Cultura Económica. Camino de hielo (Planeta, 2019) es su primer libro para niños