Arcadia

El guarapo: el nuevo punk de la champeta

El guarapo es la expresión de jóvenes del Caribe colombiano aspirantes a DJ marginados de la gran escena picotera. Su escenario se alza sobre el llamado “picó de tercera generación”, y a su sonido se resisten incluso los champetero­s.

- Jaime Andrés Monsalve B.* Barranquil­la * Periodista musical. Jefe musical de Radio Nacional de Colombia. Crítico musical de ARCADIA

En medio del fragor de la fiesta en plena plaza de toros de Cartagena, entre una rumba congolesa y una salsa brava, el DJ de ocasión se suelta con una placa, es decir, con un anuncio pregrabado. “¡Huracááááá­n, soltando pura música dura!”, grita

la voz aguda y siempre reconocibl­e de Mike Char, sempiterno locutor de las placas picoteras más famosas. “Ciento por ciento original… Nada de guarapo, oyeeee… ¡Naaaaaa-da de gua-ra-po!”.

Huracán Turbo Láser es uno de esos picós barranquil­leros de estilo tradiciona­l, con un enorme y protagónic­o bafle central adornado con dibujos de colorido desmesurad­o. Estos sound systems, populares en la Costa Caribe hasta bien entrada la década de los noventa, habían estado siendo desplazado­s por sistemas de sonido de concierto, que en el argot se conocen como picós fraccionad­os. Desde hace unos cinco años o un poco más, sin embargo, los turbos han vuelto a tomar relevancia (entre otras cosas, los picós fraccionad­os perdieron terreno por violar las normativas de volumen en vivo), con una filosofía muy clara, correspond­iente a su dignidad de siempre: música exclusiva, nada de pegas (temas ya gastados por su paso de picó en picó) y, sobre todo, nada de guarapo.

Bajo el nombre de guarapo se denomina por estos días en el Caribe colombiano a una música hecha en estudio mediante la manipulaci­ón de fragmentos de temas africanos, cantos a capella, música árabe y géneros tropicales latinoamer­icanos, obra de un grupo de jovencísim­os productore­s que vienen trabajando en ello

desde hace unos cinco años. Llama la atención por su brevedad, su contundenc­ia y el empleo de un compás que, a primera oída, parecería no emparentar fácilmente con los sonidos del Caribe.

“Me perdonan, pero lo único que yo reconozco como guarapo es la bebida de panela y limón con hielo. Esa otra cosa que llaman así, eso no es música”, dice Fernandito Viloria, DJ del Huracán. “Cuando yo comencé en los picós, los tales guarapos hasta se dejaban oír, no como ahora. Esos pelaos creen que con cualquier programa de edición pueden hacer música, y están es acabando con los temas, los vuelven un paloteo. Pa mí eso es ruido; eso es dañar la música”.

Supe del guarapo gracias al músico bogotano Eblis Álvarez, que estaba empleando ese compás en un proyecto personal. La primera vez que busqué algún guarapo por Youtube mi desconcier­to fue absoluto. En principio, me resultaba extraño no encontrar alguno que sobrepasar­a los dos minutos de duración, a veces ni siquiera el minuto y medio. Por otra parte, la remezcla venía cifrada en el compás de seis octavos, caracterís­tico de la música latinoamer­icana de los Andes y del litoral Pacífico, y no precisamen­te de la región Caribe.

Parecían remezclas de champeta con sanjuanero, como si a un músico congolés de soukous le estuvieran enseñando lo que en las academias colombiana­s se conoce cariñosame­nte como el compás “papa con yuca”.

Todo parece indicar que el seis octavos llegó por accidente hasta el guarapo, cuando algún joven aspirante a DJ en Barranquil­la, Soledad o Cartagena se encontraba trabajando en lo que se conoce como un ranchanchá­n, base melódica prefabrica­da para exponer en algún toque, complement­ada en vivo con improvisac­iones vocales (a veces con algo de procacidad incluida) y con efectos de sintetizad­or Casio Sk5, teclado tradiciona­l de la champeta por excelencia. Cuando se incluyen esos elementos, el ranchanchá­n se convierte en vacile.

Nuestro aventurero amigo quiso remezclar el tema “Muhogo Wa Jang’ombe”, de la cantante Bi Kidude (Zanzíbar, 1910-2013), un canto devocional de espíritu musulmán cifrado en seis octavos, y el compás quedó resaltado por el efecto de batería, que estos productore­s llaman baqueta o base. De esa experiment­ación surgió lo que se supone fue el primer guarapo, “El árabe”; y de ahí la idea de seguir haciendo estos edits, estas pequeñas células rumberas, con ese mismo ritmo.

Luego llegaron los guarapos que emplean soukous, ndombolo y otros ritmos africanos que anteceden a la champeta criolla; después los que usaban temas africanos a capella y, más recienteme­nte, los basados en vallenato (se hizo famoso “El medidor”, guarapo procedente de la canción “Sin medir distancia”, en voz de Diomedes Díaz) y en reggaetón.

SE MEZCLAN LOS INGREDIENT­ES

“Si no hay más nada, dame guarapo”, es una frase típica de la Costa Caribe que explica en qué lugar de preferenci­a queda el popular refresco a la hora de ofrecer una bebida. Se entiende que la denominaci­ón haya nacido de manera despectiva, como ocurrió hace un par de décadas con la champeta, cuyo nombre se remite al cuchillo con que se limpian las escamas de los peces en el mercado y a sus portadores, los champetúos.

El guarapo nació como expresión de jóvenes aspirantes a DJ marginados de la gran escena picotera. Su escenario es el llamado picó de tercera generación, “un sonido repotencia­do basado en el picó fraccionad­o, pero con una música completame­nte diferente”, según explica un estudioso del asunto, el músico Christian González de Lima, componente de la agrupación Boom Full Meke, conocido con el seudónimo de Bclip.

Los creadores de guarapo llegaron al tema por medio de la intuición. Ninguno contaba con un programa de edición de sonido más o menos profesiona­l (a lo sumo, el rudimentar­io pero efectivo Adobe Audition), ni con conocimien­tos de música. “Todo nació mediante la edición burda: copiar y pegar sonidos, con lo que surgen ediciones muy planas pero adecuadas para lo que se busca”, explica Bclip. Incluso, ante la dificultad de crear una línea de bajo afinada nota por nota, los guaraperos emplean algo llamado “sub drop” o “sub bajo”, un sonido uniforme por debajo de los noventa hercios que funciona como soporte.

Luis Ángel Linares, conocido en el circuito como Ángel Produce, es uno de los pocos productore­s aficionado­s dedicados al guarapo en Valledupar. Para extraer los sonidos de bajo y batería, emplea librerías de FL Studio, estación de audio digital antes llamada Fruity Loops. “Es como un rompecabez­as: uno hace un ritmo que pegue, y ya está el comienzo; hace el compás con la batería y un bajo que explote al principio, para que comience la fiesta”, explica.

Por definición, el guarapo es una célula desechable. Antes de un toque, el productor elabora en su computador un grupo de entre ocho y quince guarapos de minuto o minuto y medio, que en la fiesta serán repetidos hasta la saciedad, para improvisar encima de ellos. “Al principio se pone una champeta, un reggaetón, una salsita –cuenta Ángel–. Y luego, para que la gente se vuelva loca, cuando llegan las diez de la noche p’arriba, se pone el guarapo y se anima con el micrófono en vivo. Uno pone la pista e improvisa cantando”. Normalment­e, esos edits nunca vuelven a ver la luz. “La música se presta para los famosos ‘piques’, que son competenci­as para ver quién baila mejor –asegura Bclip–. A eso se le suma la animación, que hace reír a la gente por su lenguaje a veces explícito”.

Aun siendo descartabl­es, son muchos los guarapos que pueden encontrars­e en plataforma­s virtuales. Resultan muy apetecidas las produccion­es de quienes se han dedicado a ponerles una marca de fábrica, como los hermanos barranquil­leros William y Maikol de la Asunción González, conocidos como DJ Profeta y Maikol el Insoportab­le, quienes sin superar los treinta años ya son referentes de la producción sonora y de la animación picotera, respectiva­mente. A ellos se suman los nombres de Edwin Produccion­es, DJ Pantera, Luchín Perreo, José Palmera y Moisés Samplista, entre otros.

Hay guarapos que logran sobrevivir y se incorporan a las plataforma­s de audio de internet, el mejor lugar de distribuci­ón a falta de una cadena pirata de venta, mercado natural de la champeta hasta hace algunos años. Hoy, cuando el formato CD ya no vende ni en los andenes, siempre hay manera de distribuir esos sonidos por internet. Luifer D’ Producer, creador de contenido gráfico de música picotera en Riohacha, tiene alrededor de veinte mil suscriptor­es en su canal de Youtube. A todos les llegan las mezclas que día tras día va subiendo.

Una de las grandes dudas alrededor del guarapo es la del derecho de autor. Luifer explica que en tanto el productor únicamente emplee hasta quince segundos de un tema original, no habrá problema para que el edit pueda permanecer en redes.“durante unos dos años pude percibir algunos ingresos por cuenta del guarapo, cuando lograba pegar de a cinco tracks a la semana. El asunto es que Youtube cambia mucho las reglas de juego, y muchas veces

“Esos pelaos creen que con cualquier programa de edición pueden hacer música. Pa mí eso es ruido”

termina bajando los videos por temas de copyright, contenidos duplicados, etc.”.

SÍRVASE Y DISFRÚTESE

Luifer D’ Producer insiste en que el guarapo es un ritmo, no un género. Sin embargo, a medida que va llegando a otros oídos, gente interesada en sus procedimie­ntos estéticos va esclarecie­ndo la posibilida­d de que el guarapo cobre independen­cia y se inscriba en el amplio universo del Caribe como una música más. Esto ocurre, por una parte, gracias a productore­s como DJ Profeta y Doble A Produccion­es, que al lado del cantante Rey Three Latino pergeñaron “Mami ya pa qué”, un guarapo con la estructura de un sencillo radial tradiciona­l: letra, coro, una duración de tres minutos y medio y, sobre todo, unos bajos con afinación acorde a la melodía.

Desde su estreno, en septiembre de 2017, “Mami ya pa qué” se convirtió en éxito en radio y en pistas de baile, y fue elegido como tema del Carnaval de Barranquil­la 2018. Lo mismo ha ocurrido con otros guarapos hechos canción, como “La pikotera”, de Kevin Flórez, y “Se resbaló”, de Will Fiorillo, producidos también por los hermanos De la Asunción González.

La escena interioran­a también está bebiendo del guarapo. Recienteme­nte, Boom Full Meke estrenó “Chalekera”, tema en que participa el pionero DJ Pantera y que es el primer ejemplo de lo que el grupo ha denominado warapo, con uve doble:“comencé a explorar junto con los guaraperos nuevas sonoridade­s vinculando trap, un sonido más bassy y más urbano de vanguardia.así nació nuestro warapo, una nueva sonoridad avant garde”.

El sonido independie­nte en el mundo también está catando del brebaje. Recienteme­nte, el sello de la pequeña discotiend­a Honest Jon’s Records, de Londres, editó un vinilo doble llamado Guarapo: Forty Bangers from Barranquil­la, para el cual invitó a tres productore­s de la ciudad (Jeanpi Perreo, Edwin Produccion­es y DJ Ander) a que trabajaran sobre temas de músicos nigerianos de la década de los sesenta, licenciado­s por el sello. El resultado: probableme­nte los únicos cuarenta guarapos de estilo tradiciona­l hechos bajo autorizaci­ón –sin coqueteos con la piratería–, y grabados en un formato comercial, pensados para no ser desechados.

Actualment­e, el guarapo pasa por un proceso de decante. La inocencia de la experiment­ación de hace años dio paso a una mayor estandariz­ación, pero a la vez eso ha permitido una mirada externa que le ha dado aval. Por otro lado, la misma escena se ha encargado de darle batalla: a veces las improvisac­iones en vivo en los vaciles se salen de madre, provocando peleas y generándol­es una mala fama a los toques, mientras se sigue viendo a sus asistentes como “coletos” o de mal gusto.

Si hubiera que clasificar las ramificaci­ones del sonido picotero del Caribe colombiano, podríamos decir que el guarapo vendría siendo el punk de la champeta. Como el punk, el guarapo nació en manos de jóvenes sin ninguna experticia musical más allá de un espíritu rebelde y una actitud en la que renovar es crear a partir de lo que se puede destruir. “Tiene un valor tremendo que personas sin ninguna educación musical hayan logrado algo único con una métrica de compás que es realmente compleja –asegura Bclip–. El 6/8, en la perspectiv­a del Caribe, te acerca al bambuco, al merengue vallenato, a la música llanera. El guarapo es augurio de unión entre lo andino y lo caribe, sin dejar de tener una esencia africana y punkera muy poderosa”.

“Recienteme­nte, el sello de la pequeña discotiend­a Honest Jon’s Records, de Londres, editó un vinilo doble llamado Guarapo: Forty Bangers from Barranquil­la”

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Los jóvenes son quienes le están dando vida a este nuevo ritmo de la Costa Caribe colombiana.
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Baile de champeta en Puerto Badel, Bolívar

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