La herencia del viche
El viche y las bebidas del Pacífico buscan por estos días una declaratoria de patrimonio y denominación de origen. Esa reivindicación de prácticas y manifestaciones es apenas uno de los aspectos culturales que la Gobernación del Valle del Cauca ha trabajado en estos cuatro años. Como parte de ello, el pasado 30 de septiembre se desarrolló en Cali el Primer Encuentro de Bebidas Ancestrales del Pacífico Continental, con especialistas del mezcal venidos de México, conocedores del pisco de Perú, productores tradicionales de puntas o mallorcas de Ecuador, y el viche y otras bebidas del litoral Pacífico de Colombia. Hablamos con la gobernadora, Dilian Francisca Toro.
¿Por qué apostarle a la declaración del viche como patrimonio?
Porque forma parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial y porque, dadas las condiciones adecuadas, podría contribuir al desarrollo económico y de seguridad de los territorios productores. Formalizar y regular el viche beneficia de manera directa a las familias, y podría llevar, por ejemplo, a la sustitución de cultivos de coca por caña.
¿A cuántas personas beneficia la decisión?
A poblaciones productoras de cuatro departamentos del litoral: Valle del Cauca, Chocó, Cauca y Nariño. Por ejemplo, en la zona de Cajambre hay treinta y tres productores de viche. El proceso ha tenido como epicentro al Valle en los escenarios de incidencia en política pública.
¿Podría convertirse el viche en un producto de venta de exportación? ¿Y cómo evitar que su masificación afecte calidad y tradición?
Para el reconocimiento y la formalización del viche trabajamos con el colectivo Destila Patrimonio y actores como Mincultura, y no existe riesgo para la calidad, pues se trata de un proceso que busca precisamente la denominación de origen o de cuencas. Y este debe reconocer y acompañar a los herederos y dueños de la manifestación con dotación para la producción y el diseño de estrategias de comercialización.
¿Hay más planes de proteger el patrimonio cultural del Valle del Cauca?
Desde la Gobernación nos hemos enfocado también en la cocina tradicional, reconociendo, valorando y haciendo circular a nuestras portadoras del saber y del sabor. Ese trabajo de identificación de manifestaciones, por ejemplo, lo hemos adelantado en la zona del río Yurumanguí, el pueblo eperãra siapidaarã, del resguardo Joaquincito, y el casco urbano del puerto. Eso incluye las llamadas didácticas culturales, por medio de las cuales ponemos a circular por diversas zonas a nuestras cocineras tradicionales en conversatorios. Como parte de este proceso, se han publicado los libros Cocinando con María (2017) y Fogón vallecaucano (2017), y se han realizado: el Encuentro de Cocinas Tradicionales en Palmira; otro de cocina internacional tradicional afro en Buenaventura –con representantes de Ecuador, Perú y Colombia–, y uno más de cocina tradicional afro entre Colombia y Perú, en Lima. También editamos el recetario Encuentro de cocinas tradicionales afro y la cartilla Abuelos, cuéntenme una receta, en nueve municipios del Valle: El Cairo, Argelia, Ansermanuevo, Roldanillo, Bugalagrande, Calima El Darién, Jamundí, Florida y Guacarí.