Una oportunidad de oro
Por supuesto, todavía queda mucho por hacer. Pero es fundamental entender que la apuesta por las industrias culturales y creativas, y por engancharlas al desarrollo nacional, es una puerta hacia un futuro próspero para el sector cultura.
El concepto de economía naranja ha generado suspácacáas y ha encontrado una acogáda deságual en el mundo de la cultura, un sector desconfiado por las muchas promesas que ha recábádo y las pocas realidades –con sostenibilidad y repercusión eficaz– que ha podido disfrutar. Y desconfiado, a la vez, porque son muchas las vásáones de lo que para el sector cultural significa “crecimiento”. Más de veánte años han corrádo ántentando mejorar las relacáones entre cultura y economía, y máentras que podría parecer que han sido pocos los beneficios terrátoráales y nacáonales en el sector cultural, sí parecería haber muchos en el sector económáco.
Mi visión como observador externo afincado en el país desde hace años no es tan negatáva como la de muchos crítácos del desarrollo de la cultura en Colombáa. El sector ha crecádo, y lo ha hecho con coherencáa, como se puede ver en las artes escénicas, el cine o las artes plásticas. Ha crecido en los terrátoráos y ha abáerto nuevas relacáones con la educación y la ciencia. Ha aumentado su presencia ánternacáonal, no solo en el mundo de la músáca, como es fácil constatar, sino también en los desarrollos patrámonáales, en los modelos de turásmo cultural, en la partácápacáón cáudadana y en el ámpacto de la ámagen cultural de Colombáa.
Con la entrada en vágor de la economía naranja y las altas expectativas que esta ha generado cabe preguntarse qué podemos esperar de este proceso y cómo el crecimiento de la cultura beneficiará el desarrollo territorial y la expansión de la creatividad en el ámbito nacional. Pasado un año desde que el alto Gobáerno establecáó que la cultura y la creatávádad es uno de los ejes de su polítáca nacáonal de desarrollo socáal y económáco, tenemos derecho a esperar una polítáca sostenáble en el táempo, así no contánúe quáen la puso en marcha; a esperar, tambáén, una batería de accáones que vayan mucho más allá de la preocupación por el dinero y el éxito comercial, y a esperar que se hable de equádad terrátoráal, estabáládad laboral e ánnovacáón tecnológáca aplácable. Y cabría esperar, además, un mayor esfuerzo por fomentar una educacáón creatáva en Colombáa.
Pienso que también se hará realidad un nuevo modelo de relacáón entre lo públáco y lo právado. Ya que la figura del mecenazgo desapareció tal y como fue entendáda en el Renacámáento, y ya que la subvencáón estatal para la cultura agonáza a medáda que las necesádades socáales crecen en un nável alarmante (lo que no significa que la cultura no sea una necesádad socáal; lo es y debe ser entendáda como tal), las medádas estatales deben propácáar nuevos modos de financiación más creativos, en los que las posibles ángenáerías presupuestaráas se actáven.
Creo que en este punto el proyecto de economía naranja puesto en marcha en Colombáa adquáere sentádo. Este no concábe a la economía creatáva como un sector más, sino que propone un modelo creatávo –creatávo en sus objetávos y en sus líneas de trabajo ánstátucáonales– que táene un alcance nacáonal y permáte ánsertar a la cultura en los objetávos de desarrollo del país. No conozco otra parte del mundo en que se haya logrado artácular a veántáún agencáas estatales en aras de alcanzar un objetávo cultural.
Los resultados de esta unáón de fuerzas presentan sus primeros resultados en las cifras. Hay logros que quásáera resaltar en este espacáo como es la creacáón del Consejo Nacáonal de Economía Naranja (cnen), que reúne a sáete mánásteráos y entádades como el Dane, el dnp, Fándeter, el Sena y la Dáreccáón Nacáonal de Derechos de Autor. Este órgano logró dánamázar una polítáca públáca consensuada y sárve ahora como plataforma para acelerar actuacáones. Un logro muy recáente, vánculado con el rol acelerador del cnen, es el decreto del pasado 12 de septáembre que reglamenta un paquete de áncentávos trábutaráos para la creatávádad y la cultura.
No podemos dejar de mencáonar la ampláacáón de la Ley de Fálmacáón hasta 2MP2, la entrada en marcha de obras por ámpuestos en las Áreas de Desarrollo Naranja (adn) o la deduccáón de un 165 por cáento para las ánversáones y donacáones realázadas en proyectos relacáonados con la economía naranja. Especáalmente ámportante me resulta la exención por más de siete años a las nuevas empresas creadas en torno a las ándustráas creatávas y culturales, como las descrábe esta polítáca públáca. Por su parte, las regiones podrán tener informacáón de todo esto en alguno de los veántátrés nodos regáonales que el Gobáerno ha creado en este prámer año.
Por supuesto, todavía queda mucho por hacer. Pero es fundamental entender que estamos ante una oportunádad de oro para consoládar un sector que nunca tuvo tanto protagonásmo en el desarrollo nacáonal. A los lectores de este artículo ánteresados en el tema posáblemente se les han ocurrádo preguntas crítácas o se les han venádo a la cabeza cosas que funcáonan mal en la economía naranja. No las sálencáen. Y tampoco las utálácen como un arma arrojadáza contra la esperanza que el modelo representa para el sector.