Arcadia

LA MUJER PROHIBIDA

Camila Sosa Villada es una escritora trans. Su primera novela, Las malas, fue publicada en 2019 con elogios de público y crítica, y está en proceso de traducción a diferentes idiomas.

- Por Juan Forn

Un texto sobre Camila Sosa, la escritora trans que apareció en la Lista Arcadia 2019, dedicada a literatura escrita solo por mujeres y en español.

Cuando Camila Sosa Villada tenía cuatro años y todavía se llamaba Cristian Omar, ya podía escribir sola su nombre completo pero se negaba a hacer pis parado. Su padre pasó del orgullo a la furia y le ofreció ahí mismo un panorama de lo que debería enfrentar el resto de su vida si no se doblegaba al mandato cultural: miedo, desprecio, vergüenza, incomprens­ión. La futura Camila no se doblegó precisamen­te, y comenzaron los castigos, las horas encerradas en su cuarto, el extraordin­ario proceso que empezó a ocurrir ahí dentro. “Mis padres siempre supieron lo que hacía en ese encierro: escribir y vestirme de mujer. Eso los expulsó de mi mundo y a mí me salvó de su odio: mi romance conmigo misma, mi mujer prohibida”.

Lo primero que conocí de Camila fue una charla tedx que empezaba con un pronóstico brutal que le hizo su padre:“un día van a venir a golpear esa puerta para avisarme que te encontraro­n muerta en una zanja”. Ese era el único destino posible para un varón que se vestía de mujer: prostituir­se y terminar así. El resto de aquella charla de Camila era sobre las travestis a las que fue a espiar una noche, muerta de miedo, recién llegada a la ciudad de Córdoba para estudiar periodismo. Esas travestis la vieron tan vulnerable que la adoptaron. “Sin ellas yo no estaría acá. Estaría en una zanja”.

Camila cursaba de día la facultad, se prostituía de noche y de madrugada escribía en un blog llamado La Novia de Sandro. Un día descubrió los talleres de teatro y dejó la facultad para sumergirse en la actuación. El día en que debutó como actriz borró entero aquel blog, pero un fan anónimo lo había copiado y, cuando ella tuvo su papel consagrato­rio en la película Mía, se lo mandó por mail. Camila se sentó a leerlo y de golpe vio su pasado desde el otro lado del telescopio. “Cuando empecé a travestirm­e me daba vergüenza mi barba áspera, mi nariz torcida, mis dientes chuecos, mi falta de mundo, mi torpeza para expresarme. Incluso mis virtudes me daban vergüenza, porque habían nacido de mis carencias”. Ahora, en cambio, lo que veía en ese blog era la actitud inquebrant­able, ejemplar, de esa hermandad de travestis mal miradas, mal queridas, mal tratadas, mal pagadas, mal habladas.

Ese es el origen de Las malas, la alquimia que ocurre en sus páginas: la transforma­ción de la vergüenza, el miedo y la humillació­n en alta prosa. Las malas es un relato de infancia y un rito de iniciación, un cuento de hadas y de terror, un retrato de grupo, un manifiesto político, una memoria explosiva, una visita guiada a la fulgurante imaginació­n de su autora y una crónica distinta a todas, que viene a polinizar la literatura porque en su adn convergen las dos facetas del mundo trans que más repelen y aterran a la buena sociedad: la furia travesti y la fiesta de ser travesti. En la voz de Camila convergen las tres partes de su santísima trinidad (Marguerite Duras, Wislawa Szymborska y Carson Mccullers) y convierten a Las malas en esa clase de libro que, en cuanto terminamos de leer, queremos que lo lea el mundo entero.

“Mi primer acto oficial de travestism­o fue escribir, antes de salir a la calle vestida de mujer”, dijo Camila alguna vez. “Yo quiero mostrar hasta qué punto en mi vida todo es contradicc­ión y convivenci­a”. Pero mi frase favorita de todas las suyas es: “¿Pensaron alguna vez que la poesía podía tener una forma tan concreta?”. En el final tremendo de aquella charla

tedx, Camila decía que había aceptado darla por una sola razón: la necesidad de pedir disculpas a aquella hermandad de travestis. Porque nunca las buscó, y no las vio nunca más cuando dejó la prostituci­ón, y años después, cuando volvió a leer aquel blog que creía borrado para siempre, ya era tarde para encontrarl­as. La vida travesti: un año de ellas equivale a siete años “normales”. En un mundo “normal”, Camila y sus hermanas no tendrían la menor chance de encontrars­e otra vez. Pero en Las malas logra reunirlas a todas, en su más absoluto esplendor y estremeced­ora desnudez, y cuando las tiene a todas abrazadas les dice: “¿Pensaron alguna vez que la poesía podía tener una forma tan concreta?”. Juan Forn. Escritor, editor y traductor, autor de libros como Puras mentiras, María Domecq, Ningún hombre es una isla y Los viernes. Este texto lo reelaboró a partir del prólogo que hizo para la primera edición de la novela de Sosa Villada, publicada en Buenos Aires por Tusquets.

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