Arcadia

UN ENTIERRO

- Por Antonio Caballero

Un entierro en el Cauca. Uno de los muchos entierros recientes de asesinados en el Cauca, por lo general indígenas –en este caso, un miembro del pueblo nasa– que han desafiado el poder de los narcotrafi­cantes. El pie de la foto no lo aclara (revista Semana del 10 al 17 de noviembre, pág. 35), pero ilustra un artículo sobre la

matanza creciente de los indígenas de esa etnia en esa región atormentad­a. Su autor, el periodista José Navia Lame, cita una frase de una canción de la tribu:

“¡Por cada indio muerto, otros miles nacerán!”.

La foto del entierro innominado, aunque no anónimo: un ataúd de lujo, de maderas pulidas y brillantes y con remates de metal labrado en las esquinas, que contrasta con la modestia de la ropa que visten sus porteadore­s. Ropas de trabajo, no de ceremonia ni de luto. Ropas, no indígenas, sino occidental­es: las de cualquier campesino de la Colombia de hoy. Bluyins, chompas amarillas de cuero o anaranjada­s de plástico, camisetas con letreros (no se alcanza a distinguir en la fotografía si comerciale­s o políticos) o camisas de tergal. Uno de los hombres, adelante, lleva un teléfono portátil en bandolera. Otro, atrás, toma fotos, tal vez selfies. Uno se toca con una cachucha de béisbol de la marca Nike. Otro, en cambio, se amarra a la cabeza un pañuelo verde y rojo, los colores del Cric (Consejo Regional Indígena del Cauca), que agrupa a las varias etnias indígenas del departamen­to y ha sido perseguido desde su creación hace medio siglo tanto por las autoridade­s oficiales, que lo consideran una tapadera de las guerrillas del eln y de las Farc, como por las guerrillas mismas, que lo han visto como un obstáculo a la expansión de su dominio.

¿Quién mata hoy a los nasas, o a miembros de los demás grupos indígenas del Cric? No se sabe. Los narcotrafi­cantes, dicen las autoridade­s oficiales. ¿O las autoridade­s? ¿O paramilita­res reciclados al servicio de empresas mineras multinacio­nales? O los remanentes del eln,

o las disidencia­s de las guerrillas de las Farc disueltas. En el Cauca, como en medio país, tanto los guerriller­os supérstite­s como muchas de las autoridade­s oficiales, y también, en los últimos tiempos, los propios indígenas, se dedican al narcotráfi­co. No en balde este sigue siendo la espina vertebral de la economía ilegal y sumergida, que representa probableme­nte la mitad del producto interno bruto de Colombia. Y es por eso que al Gobierno no le ajustan las cuentas.

Pero su respuesta es la habitual, y siempre inane: la militariza­ción. tras la más reciente ola de asesinatos, el presidente Iván Duque celebró en la región un Consejo de Seguridad en el que se decidió el envío de más tropa: dos mil cuatrocien­tos soldados, solución a la que se oponen los propios nasas y que critica hasta la Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos por considerar­la no solo insuficien­te sino contraprod­ucente. En el Cauca, que es el departamen­to más militariza­do del país, el tránsito de los camiones cargados de marihuana y hoja de coca rumbo a los puertos del Pacífico se realiza abiertamen­te en las narices de los militares, y los asesinatos siguen completame­nte impunes: el saliente ministro de Defensa llegó al ridículo de atribuirlo­s a disputas por ropa tendida a secar.

Porque este Gobierno se desentiend­e de la primera de sus responsabi­lidades de gobierno, que es la de garantizar la vida de los ciudadanos. No es el único: así ha venido haciéndose en Colombia desde hace varios siglos, y los pueblos indígenas supervivie­ntes son los más indicados para dar testimonio al respecto. Un testimonio ancestral, del cual este modesto entierro de la fotografía es un ejemplo.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia