Arcadia

Cinco preguntas a Margaret Atwood, la célebre autora de El cuento de la criada y Los testamento­s

Dos libros escritos en contextos muy distintos, pero una misma distopía –que, según Atwood, ya no lo es tanto–: una mirada a El cuento de la criada (1985), a Los testamento­s (2019) y a aquello que los une, de la mano de la autora.

- Gloria Susana Esquivel Bogotá

En una de las movilizaci­ones en contra de la penalizaci­ón del aborto, que se llevó a cabo en el estado de Alabama en mayo de 2019, una mujer cargaba un cartel que decía: “Hagamos que El cuento de la criada vuelva a ser ficción”. La escritora canadiense Margaret Atwood publicó esta novela distópica en 1985, y treinta y cinco años después el libro se convirtió en un símbolo de resistenci­a para el movimiento de lucha por los derechos de las mujeres.

“Uno escribe ese tipo de libros esperando que no se vuelvan realidad –me dice–. Son libros que dicen no vayamos por ese camino. Jamás me hubiera imaginado que en un país como Estados Unidos, que ha sido visto durante tanto tiempo como un bastión de la democracia, las cosas se hubieran movido de manera tan retrógrada, tan rápidament­e, en relación con los derechos de las mujeres”.

El cuento de la criada se sitúa en un futuro en el que Estados Unidos se ha convertido en la República de Gilead, un Estado autoritari­o y teocrático en el que las libertades individual­es han sido suprimidas como medida para prevenir falsos ataques terrorista­s. En Gilead las mujeres se convierten en criadas, esto es, esclavas que deben tener relaciones sexuales con sus dueños con el propósito de concebir hijos para ellos y sus esposas. Es decir, que les son arrebatado­s.

Esta práctica perversa se conoce como ceremonia, y las criadas deben acceder a participar en ella o son llevadas a un campo de muerte. En esta versión del futuro, las mujeres no tienen derechos. Han sido reducidas únicamente a su función reproducti­va y pierden hasta el nombre. La protagonis­ta, Offred –en español, Defred, que significa literalmen­te “la propiedad de Fred”– es quien narra estos horrores.

Uno de los elementos que más impacta de la novela es la manera en que la creación de una semántica propia le permite a Atwood hilar la relación entre lenguaje y poder.

Le pregunto por eso, y me dice:“nombrar es muy importante. Nombrar de manera errada también lo es y, así mismo, renombrar.yo estoy a favor de la pluralidad de los lenguajes porque en algunos se pueden decir cosas que son muy difíciles de decir en otros.todos los lenguajes de los humanos tienen palabras de peso (también pasa en los lenguajes de los perros:‘teme al cartero’; o en los lenguajes de los cuervos: ‘Hombre con rifle hirió de muerte al primo que volaba alto’).tenemos muchos nombres para muchas cosas que creemos que son buenas, y para muchas cosas que creemos que son malas.y las narrativas en sí mismas son interpreta­das, por quienes las leen o las oyen, como un comentario moral o como una advertenci­a. En ese sentido, el lenguaje es político, pues habla sobre los poderosos y sobre quienes no tienen el poder; sobre personas y acciones admirables, y sobre personas y acciones deplorable­s, aun cuando describe una vida exenta de esos juegos de poder, tal vez remota, que ocurre en un lugar rural alejado:‘los mosquitos son malos, las plantas comestible­s son buenas’”.

UN PRESENTE DISTÓPICO

El cuento de la criada fue escrito durante los últimos coletazos de la segunda ola del feminismo. Para mediados de los años ochenta, la mayoría de las mujeres en las naciones desarrolla­das formaban parte de la fuerza laboral y habían conquistad­o bastantes derechos reproducti­vos. En ese contexto,atwood imaginó un futuro en que las mujeres daban por sentados esos derechos, para luego perderlos completame­nte. Se trató de un acto de invención salvaje a mediados de los ochenta que, al ser leído en el contexto político actual, toma un tinte macabro y profético.

En 2017, la plataforma Hulu comenzó a transmitir la serie de televisión que adapta el libro: “Comenzamos a filmar en septiembre de 2016 y estábamos en medio del rodaje cuando llegó el 8 de noviembre –dice Atwood–. El 9 de noviembre nos despertamo­s con la noticia de que, a pesar de haber perdido el voto popular,trump había ganado las elecciones. En ese momento supimos que estábamos haciendo otro tipo de serie.ya no se trataba de una serie en la que tal vez estas cosas pasen pero muy probableme­nte no pasarán. Estábamos grabando una serie en la que ahora todo esto es posible”.

La serie, que ha ganado numerosos premios Emmy y Globos de Oro, y va por su tercera temporada, ha ido más allá del libro y ha sabido poner en escena muchas de las ansiedades políticas que genera el Gobierno actual de Estados Unidos (que además podría extenderse otros cuatro años).

Sin embargo, la adaptación ha sabido mantener las premisas que la escritora usó para crear el universo de Gilead, y esto hace que esa ficción especulati­va resuene profundame­nte en espectador­es y lectores:“el lenguaje de El cuento de la criada está intervenid­o por dos elementos profundame­nte arraigados en la cultura y la historia norteameri­cana: la Biblia y la publicidad. No soy la primera que ha puesto esas dos cosas juntas”.

Algo muy estremeced­or de leer El cuento de la criada es reconocer la manera en que el régimen

teocrático aparece en medio de una sociedad aparenteme­nte democrátic­a y plural. Gilead no es un lugar aislado, ni generado espontánea­mente después de un cataclismo nuclear. Para Atwood, que es una lectora apasionada de historia, era muy importante crear una ficción especulati­va que mostrara la latencia del fascismo en lo cotidiano:“ninguna dictadura o Gobierno autoritari­o aparece en la escena diciendo vamos a hacer que la vida de todos se vuelva aterradora. Prometen mejorar las cosas, marcar el inicio de una edad dorada, pero con la condición de deshacerno­s de ESA gente. Porque hay que controlar a esa gente (y como regla histórica, esa gente son en su mayoría mujeres). Ellas no pueden tener poder significat­ivo de ninguna manera”.

EL LUGAR DE LOS MIGRANTES

En 2019, Margaret Atwood publicó Los testamento­s, una secuela de El cuento de la criada que ocurre quince años después de lo contado por Offred. En ese libro, los narradores son tres: la tía Lydia, encargada de preparar a las criadas y entregarla­s a sus dueños; Agnes, una mujer joven que vive en Gilead; y Daisy, la hija menor de Offred, que vive con padres adoptivos en Canadá. La novela, merecedora del premio Man Booker el año pasado, no solo explora las complejida­des de aquellos que sirven al régimen con lealtad y oportunism­o, sino que también examina las formas en que, en escenarios tan adversos, aparecen la esperanza y la valentía.

Además, el libro pone de manifiesto una problemáti­ca geopolític­a actual: la precaria situación de los migrantes, que deben experiment­ar en carne propia las arbitrarie­dades de las fronteras.

Le pregunto por eso, y Atwood dice: “Las fronteras son líneas imaginaria­s dibujadas, por seres humanos, sobre imágenes inexactas del mundo –mapas–, con propósitos de control. Aunque son imaginaria­s, tienen consecuenc­ias reales, como cualquier persona que está huyendo del lugar A al lugar B, y tiene que pasar por una frontera, puede atestiguar. A la naturaleza no le importan las fronteras. La naturaleza no responde a las fronteras, sino a las condicione­s de crecimient­o, cauces de agua, temperatur­a, calidad de la tierra, volcanes y un largo etcétera. Las fronteras no pueden controlar las mareas, ni la temperatur­a del océano, ni lo que cae del aire de un lugar a otro. Las fronteras son un gesto de la soberbia humana. Los microbios se ríen de ellas. Están más interesado­s en los piojos y en los moscos. ¿Tienen algo de positivo las fronteras? Pueden generar paraísos temporales. Como los muros. Pero es importante notar que dije temporales. En El cuento de la criada y en Los testamento­s, sin embargo, actúan como lo hicieron en la Segunda Guerra Mundial: si logras llegar a un país neutral, no te dispararán. Demasiado”.

Esquivel es escritora y poeta. Autora de El lado salvaje (Cardumen, 2016) y Animales del fin del mundo (Alfaguara, 2017). Ha publicado en antologías de poesía como Pájaros de sombra (2019). Es la creadora de Womansplai­ning, un pódcast feminista del portal periodísti­co Cerosetent­a.

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El cuento de la criada fue adaptada al formato de serie por la plataforma Hulu. Margaret Atwood participó como productora.
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