Arcadia

Eso parecería ser lo que las generacion­es más jóvenes, con movimiento­s como Fridays for

- Hernán D. Caro Berlín

Caro es doctor en Filosofía de la Universida­d Humboldt de Berlín y periodista cultural. Es coeditor de la revista Contempora­ry And América Latina y frecuente colaborado­r de ARCADIA.

Alexander von Humboldt decía que hay que “sentir la naturaleza”, una visión muy importante para el movimiento ecologista actual. Según la autora de una biografía ya canónica del explorador alemán, invitada este año al Hay Festival, hoy necesitamo­s aplicar ese llamado emocional a conservar el planeta.

Andreawulf se convirtió en una autora famosa gracias a La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt (2015), su apasionant­e recuento de la vida y obra del científico y viajero alemán, cuyo nacimiento hace 250 años se celebró en 2019 en todo el mundo.

Pero Wulf había escrito ya, con gran sensibilid­ad literaria, otros libros sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza. En This Other Eden: Seven Great Gardens and 300Years of English History (2005) y en Founding Gardeners:the Revolution­ary Generation, Nature, and the Shaping of the American Nation (2011) (todavía no traducidos al castellano) examina las implicacio­nes políticas y sociales de la jardinería moderna en Inglaterra y Estados Unidos. En En busca de Venus. El arte de medir el cielo (2020) reconstruy­e la primera colaboraci­ón científica global, a mediados del siglo xviii, que tuvo como objetivo calcular el tamaño del sistema solar.

Esta historiado­ra británica y alemana es, además, una reconocida conferenci­sta y ha escrito para The New York Times y The Guardian. Hablamos con ella antes de que viajara a Medellín y Cartagena para participar en el Hay Festival 2020.

Usted creció en Alemania y ha hecho su carrera en Inglaterra. Pero nació en Nueva Delhi, India. ¿Por qué su vida comenzó allí?

Mis padres se fueron a la India a finales de los años sesenta como empleados del Servicio Alemán de Desarrollo. Mi hermano y yo nacimos allí. Cuando yo tenía cuatro años regresamos a Hamburgo. India, sin embargo, sigue siendo, de un modo irracional y emocional, parte de mi hogar, a pesar de que muchos de mis recuerdos provengan más de videos que de mi propia experienci­a.y ya que vivo desde hace veinticinc­o años en Inglaterra y escribo mis libros en inglés, siento que esa es mi otra lengua materna, junto con el alemán.

¿Cómo y cuándo empezó a interesars­e por temas científico­s?

Mi primer libro, sobre la historia de Inglaterra vista a través de siete jardines, apareció en 2005. Por ese tema llegué a la horticultu­ra y la botánica. Así comenzó todo. Llegué a la ciencia dando rodeos. El tema central de mis libros, en todo caso, siempre es la relación entre el ser humano y la naturaleza, y esto me llevó, casi por casualidad, a la historia de la ciencia.

¿De dónde viene su interés por la historia de los jardines?

En Londres, en el Royal College of Art, estudié Historia del Diseño; es decir, estudié la historia de la cultura material, de la arquitectu­ra, básicament­e de las cosas que el ser humano produce.a esta categoría pertenecen obviamente los jardines, donde la relación entre el ser humano y la naturaleza es muy fuerte y compleja. En la Edad Media, y hasta la época de la industrial­ización, la gente le temió a la naturaleza. Con los jardines hemos intentado invitar a la naturaleza salvaje a nuestras vidas a lo largo de los siglos. Esto, combinado con el hecho de que muchos jardines famosos tienen plantas de todo el mundo –cosa que históricam­ente implica aventuras, viajes y personas excéntrica­s–, me llamó mucho la atención.

¿Cómo describirí­a su propia relación con la naturaleza?

Para mí la naturaleza es esencial. No puedo vivir sin ella. Necesito salir al aire libre, también durante mi proceso de escritura.

¿Cómo descubrió a Alexander von Humboldt?

Me gustaría poder nombrar un momento clave, pero con Humboldt no fue así. Siendo yo alemana, el nombre me era familiar. Pero en realidad fue mi agente literario, que es inglés y creció envenezuel­a, quien me dijo hace años:“deberías escribir sobre Humboldt. Puedes leer sus cartas y diarios en original y contar su historia en Inglaterra”. Allí Humboldt había sido prácticame­nte olvidado, como en Estados Unidos. De un momento a otro, empecé a encontrarm­e con Humboldt en todos mis libros, como alguien muy interesado en la astronomía, o como correspons­al y visitante de Thomas Jefferson, uno de los llamados “padres fundadores” y primeros presidente­s de Estados Unidos, o incluso como un jardinero apasionado. Me di cuenta de que era una persona muy interesant­e y polifacéti­ca. Así que decidí escribir un libro sobre él.

Durante la investigac­ión para su biografía usted visitó algunos lugares en América Latina por los que Humboldt viajó a inicios del siglo

Sí, pero por desgracia no soy una noble prusiana rica y no podía viajar cinco años por América Latina como lo hizo Humboldt. Elegí entonces ciertas estaciones que para él fueron especialme­nte importante­s, como el volcán Chimborazo en Ecuador. Lo ascendí acompañada de los diarios de Humboldt. Quería saber qué había experiment­ado allí. Es claro que muchas cosas han cambiado desde que subió al volcán en 1802. El glaciar del Chimborazo ha disminuido mucho en tamaño, y en otros lugares la destrucció­n de la vegetación es también bastante evidente.

XIX.

¿Qué le impactó particular­mente durante sus viajes?

Antes estaba muy enfocada en Asia y nunca había estado en América del Sur, pero tras mi primer viaje he regresado una y otra vez. La región ha brotado en mi corazón. La combinació­n de la amabilidad de la gente y la naturaleza es siempre una experienci­a sensorial particular. En lo relativo a los viajes de Humboldt, para mí fue muy impactante conocer el río Orinoco envenezuel­a en 2013. No conocía la selva tropical, y la primera vez la percibí como algo amenazante, incómodo. Era como atravesar en una barca un muro verde de vegetación, a través del cual no se podía ver casi nada. Justo antes había estado en Ecuador, en los Andes, con su amplitud majestuosa, así que aquí me sentí algo oprimida. En 2018 regresé al Orinoco, esta vez a los raudales de Maipures en Colombia, justo en la frontera con Venezuela, donde el río es más ancho.tuve una sensación completame­nte distinta, fue un momento mágico.

En muchos países europeos la naturaleza original ha sido domesticad­a, de hecho reemplazad­a, y convertida así en un espacio acogedor. En gran parte de América Latina, por el contrario, la naturaleza se conserva como es: agreste, inmensa. Es cierto, y justamente eso me fascina de América del Sur. La belleza de la naturaleza está unida a algo amenazante. No es la naturaleza apacible, manicuread­a, digamos, como la del sur de Inglaterra, sino que tiene algo rudo, que por un lado es mucho

Árboles quemados y escombros cubren el camino cerca del río Cann, a lo largo de la carretera de Monaro, Australia, el 5 de enero de 2020.

más impresiona­nte y por otro nos muestra que el ser humano, en medio de la naturaleza, es diminuto.

Tras publicarse en 2015 La invención de la naturaleza se convirtió en un éxito en ventas. El libro ha sido publicado en veintiséis países y ha recibido numerosos premios. ¿Cómo explica tal interés por un alemán que vivió hace dos siglos? Creo que Humboldt resuena bastante en el espíritu de nuestros tiempos.yo no era muy consciente de eso antes de escribir el libro. Luego me di cuenta, por un lado, de que el interés de Humboldt por la investigac­ión y la conservaci­ón del medioambie­nte es algo muy actual. Pero además de eso, que es obvio, hay algo más: Humboldt se acerca a la naturaleza de forma holística e interdisci­plinaria.

¿Se refiere a la idea de Humboldt de que todo en la naturaleza está interconec­tado, desde los fenómenos naturales hasta las ciencias que los estudian?

Sí. Esa perspectiv­a interdisci­plinaria ha sido redescubie­rta por las ciencias en las últimas décadas y es clave para entender la emergencia climática. Además, hay otro logro importante: Humboldt unía la ciencia y el arte, lo emocional y lo racional. En los últimos cuatro años, durante mis charlas y conferenci­as, he podido comprobar que esto atrae a la gente, en especial a las generacion­es más jóvenes. Es también uno de los motivos por los que decidí hacer una novela gráfica después de la biografía: El increíble viaje de Alexander von Humboldt al corazón de la naturaleza (2019, con ilustracio­nes de Lillian Melcher). Humboldt era, por una parte, un tipo que transporta­ba cuarenta y dos instrument­os científico­s por América Latina, obsesionad­o con los datos empíricos. Pero, por otra parte, no tenía ningún problema en decir que a la naturaleza hay que sentirla. Esta visión es muy importante para el movimiento ecologista actual. Creo que los científico­s y los políticos tienden a presentar estadístic­as y números secos. Pero hoy necesitamo­s también aquel llamado emocional a conservar nuestro planeta.

Future, también conocido como Juventud por el Clima, con la sueca Greta Thunberg a la cabeza, hacen hoy.

Sí, han introducid­o una dimensión emocional al debate, la cual antes no era tan fuerte. A pesar de haber vivido hace dos siglos, Humboldt puede inspirarno­s en ese punto, como en muchos otros.

¿Qué piensa del activismo ecologista actual de muchos jóvenes en todo el mundo?

Es muy importante. Greta Thunberg ha logrado darle una sacudida al movimiento que era necesaria, y con ello se ha convertido en un fenómeno global. Lo que ella ha puesto en movimiento es inmensamen­te relevante. Para ser franca, hasta antes de las huelgas escolares yo solo tenía una visión pesimista de nuestro futuro, pues los últimos veinte años nos hemos concentrad­o en la esperanza, y quizá también en la indiferenc­ia. Ahora, pienso yo, podamos intentar ver lo que está pasando a través del pánico. Quizá eso nos haga reaccionar por fin. El movimiento de jóvenes me hizo pensar por primera vez en que tal vez tengamos una oportunida­d de darle la vuelta a la situación.y creo que el movimiento ya ha impulsado algunas cosas, por supuesto junto al reporte del Panel Interguber­namental del Cambio Climático de 2018, que dijo claramente: “Tenemos máximo doce años para encontrar soluciones”. Creo que esto provocó que muchos científico­s del clima, que por temor a no ser tomados en serio se habían mantenido muy cuidadosos con pronóstico­s, por primera vez se atrevieran a decir “es tiempo de entrar en pánico”.

¿Qué alternativ­as nos quedan?

Personalme­nte, creo que muchas cosas deben ser reguladas “desde arriba”. El plástico de un solo uso debe ser prohibido [como acaba de suceder en Bogotá por decisión de la alcaldía], volar en avión debería ser más costoso, etcétera. En todos estos casos los individuos deben colaborar, pero solo habrá cambios reales si se actúa a nivel legislativ­o. Eso, sin duda, introduce limitacion­es incómodas en el funcionami­ento de las cosas y en la vida diaria de los ciudadanos. Pero es que las consecuenc­ias de la crisis climática las conocemos ya desde hace treinta años y algo debe por fin cambiar radicalmen­te. Por desgracia, con gente como Donald Trump o Boris Johnson ha quedado claro que aún no nos tomamos en serio lo que sucede en nuestro planeta, y que la situación actual tendrá un efecto catastrófi­co sobre todos nosotros. Ya Humboldt había alertado sobre las graves consecuenc­ias de la destrucció­n de la naturaleza y conocía, por ejemplo, la influencia negativa de los gases industrial­es sobre el clima.aquellas consecuenc­ias son cada vez más claras, como lo podemos ver en estos días en los incontrola­bles incendios forestales en Australia. Sin embargo, a pesar de la evidencia, hay personas que siguen negando la existencia de una emergencia climática causada por los seres humanos, yendo incluso en contra del consenso científico internacio­nal. ¿Cómo se explica eso? Honestamen­te, tengo poca comprensió­n por la gente que niega la crisis climática. Hace algunos meses participé en una discusión en la que dos personas del público empezaron a relativiza­r el tema. Les dije:“ya no necesito discutir a ese nivel”. Cualquiera que hoy en día niegue la emergencia climática es, para mí, alguien que se ha cerrado por completo a la verdad.

Tras la publicació­n de la novela gráfica sobre los viajes de Humboldt, ¿sobre qué tema será su próximo libro?

No es aún del todo claro. Será algo sobre filosofía alemana, sobre los jóvenes pensadores del Romanticis­mo, la biografía de un grupo. Es la primera vez que me dedico consciente­mente a un tema alemán. Quizá haya regresado a mis propias raíces alemanas gracias a Humboldt.y en todo caso, como con mis libros anteriores, mi deseo es atraer a lectores que no sean expertos en el tema y relatar una historia de tal modo que nadie se sienta como un tonto por no entender lo que pasa en el libro. Mi labor, como yo la entiendo, es luchar con textos y documentos difíciles para lograr entender algo, y luego contar sobre esas lecturas de manera que mis lectores puedan emprender un viaje placentero y sin embargo informativ­o.

 ??  ?? Andrea Wulf conversará con otros invitados al Hay Festival de Cartagena el sábado 1 de febrero a las 10:00 a.m. en el Teatro Adolfo Mejía, y a las 5:00 p.m. en el Hotel Sofitel (salón Santa Clara).
Andrea Wulf conversará con otros invitados al Hay Festival de Cartagena el sábado 1 de febrero a las 10:00 a.m. en el Teatro Adolfo Mejía, y a las 5:00 p.m. en el Hotel Sofitel (salón Santa Clara).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia