De las crisis con los grupos de WhatsApp
Crecí con el chat más básico que llegó a tenerr Microsoft Windows ®. Cumplía las funciones máss elementales: enviar texto y emoticon emoticonos. Luego,, llegaron los zumbidos en el ya finado MSN M Messenger. .
Quizás solo mis congéneres me entenderán, pero era una u o otra forma de tener algo de i identidad. Un amigo de ap apellido Guarín ponía “Gu “Guaro” + emoticón de licor y ahí se sabía que había iniciado sesión. Y, para llamar l todavía más la atención, ate cerrábamos la sesión sesió y la volvíamos a abrir p para que con la notificación emergente todos los sup supiéramos que estábamos ahí para que nos habla hablaran, o al menos saludar ludaran.
C Con los meses y quizás algunos años empeza pezamos a chatear en mod modo desconectados, de t tal forma que solo iniciábamos el chat y no recibíamos mensajes al estar aparentemente ausentes. Pero todos estos días se han ido al buen recuerdo. Luego llegó WhatsApp y acabó con todas estas modas adolescentes con las que crecimos los mayores de 25.
Con WhatsApp llegó una sesión permanentemente abierta, que nos “obliga a estar ahí” para recibir mensajes. Pero, también están los chats grupales, no tan chistosos como los de MSN Messenger, pero sí hostigantes como pocos. Quizás usted haya pasado por un episodio de crisis como los que le expongo a continuación.
La gente saludable. Sí, toda esa gente que saluda por la mañana, saluda al mediodía, saluda por la noche. Solo saludan. “Buenos días, grupo”. Es admirable cómo de allí parte un espiral de saludos que termina muerto en algún punto y con ello la conversación. Feliz y bendecido día para todos.
El administrador tirano. Hay quienes tiene un golpe de autoridad cuando administran un simple grupo de WhatsApp y condicionan, como si se tratara de una logia y de los códigos nucleares gringos, el ingreso de alguien a un grupo. O los sacan. O los vuelven a ingresar. Entran, salen. Entran, salen. Es un falso VIP.