Tome nota, es el servicio
Recuerde querido lector, que cuando se sienta mal servido es su derecho decir no, cuando le pregunten “¿desea incluir el servicio?”
Decía Gabriel García Márquez que lo mejor para tener buena memoria es no dejarle nada a la memoria, y eso me hace recordar la biografía de Steve Jobs, en la que se cuenta la obsesión de este innovador para anotar toda idea en el momento en el que se le ocurría, incluso en la ducha, para que no se le perdieran.
Me encuentro en mi vida profesional a amigos que andan desvariando por el mundo en busca de esa buena idea que saben que alguna vez se les ocurrió, pero que se les fue como vuelo de la paloma, y siguen sin poderle dar alcance.
Por eso prefiero a los meseros que toman atenta nota del pedido, que aquellos que se confían de su memoria. La cruda realidad nos demuestra que suelen equivocarse. En la Feria de Manizales, cuando se contrata tanto improvisado colaborador en restaurantes, bares y cafés me sucedió de todo con los pedidos.
Sí, soy algo impaciente. Mi hija me recuerda que yo también fui mesero y que alguna vez olvidé un pedido que nunca llevé a la mesa, no pude ni cobrar tiempo. Eso me ocurrió en el Club Piamonte, en la República Independiente de Pensilvania, en donde empecé mi vida laboral y luego el pase lo compró Athos en donde serví desde sus inicios.. Todo este cuento para recordar que venimos haciendo mucho en Manizales por una mejor gastronomía. Es fácil encontrar que en cada restaurante o en cada nuevo café hay jóvenes profesionales con ganas de innovar en el producto y marcar diferencia para permanecer en este competido mundo, pero muchas veces ese esfuerzo se pierde en el servicio, porque no se trazan iguales metas para la atención al cliente.
Es increíble que a estas alturas atiendan meseros que no conocen la carta, que no saben resolver una duda tan simple como si pueden servir las costillas sin salsa, que confunden papas a la francesa con papas saladas o que responden con cualquier confiancita o con cajas destempladas ante alguna inquietud del comensal.
Claro, mucho de esto pasa porque a pesar del esfuerzo de muchos por legalizar todo, algunos insisten en contratar, si se le puede llamar así, de manera informal a personal que no tiene las competencias, o la capacidad para el servicio. Atender público no es tarea fácil y, por tanto, se requiere de personas con la paciencia de la que yo carezco y con capacidad de entender los caprichos de cada comensal, también para saber decir que ese producto o de esa manera no se sirve, y la persona queda agradecida. Seguramente en otra oportunidad volverá.
No obstante, recuerde querido lector, que cuando se sienta mal servido es su derecho decir no, cuando le pregunten “¿desea incluir el servicio?”. Incluso cuando decida pagarlo, pregúntele al mesero si realmente les dan lo correspondiente a propinas y no como pasaba en un restaurante de Manizales, según contó LA PATRIA hace años, que esos dineros los empleaban en los delantales y trapos para los meseros y personal de cocina, como si eso no fuera la dotación obligatoria que tiene que entregar el empleador. El personal sirve mejor, si está mejor servido.