Cereza

Caminar

Correr pone el cerebro también a mil y no permite ir al ritmo que requiere el pensamient­o para conectar las ideas.

- Fernando- Alonso Ramírez / @fernalonso

Pocos placeres reconforta­n más el espíritu que caminar, y Manizales es una ciudad que se presta para ser caminada, aunque algunos cuantos les teman a ciertas calles empinadas o a una placa levantada en cualquiera de los mal llamados bulevares venidos a menos por falta de mantenimie­nto. Hay que saber tomar las transversa­les y dosificar las lomas para no cansarse tanto.

Leí hace poco el libro Caminar, de Erling Kagge, quien filosofa alrededor de esta actividad. Él es un caminante profesiona­l, ha recorrido a pie el Polo Norte, ha subido al Everest y se ha internado en las cloacas de Nueva York, y al tiempo con historias y datos nos habla de la importanci­a de este placer.

Lo que más me gustó de su texto es la conexión que hace entre caminar y pensar, y lo entiendo perfectame­nte. Para mí, caminar es una estrategia para desatar nudos gordianos que se me presentan a veces en el trabajo. A medida que voy un paso tras otro, pienso en las maneras de desatarlos. Cómo enfocar mejor una noticia, qué hacer ante un dilema informativ­o que se presenta, cómo preparar mejor la clase del día siguiente. Correr pone el cerebro también a mil y no permite ir al ritmo que requiere el pensamient­o para conectar las ideas.

Mis mejores ideas siempre se me dan mientras camino y cuando no soy yo el que las da, hay por ahí algún lector que me detiene a hablarme de un tema que termina muchas veces siendo una noticia en el periódico, lo cual alimenta la agenda informativ­a de La Patria: Pero como dice Kagge. “el andar y el silencio van unidos. El silencio es abstracto; caminar, algo concreto”.

Me lamento cuando no puedo darme el gusto de ir caminando a la oficina o de devolverme a casa en mis pies. Es también mi terapia y mi momento más feliz. A veces pongo música, pero prefiero muchas veces solo dejarme sorprender, admirar las ciudades a pie es mucho mejor, que si las recorres en un bus de turista, por ejemplo. Porque puedes perderte deliberada­mente y dejarte sorprender por el encanto escondido que cada lugar tiene, algo que no se da en los viajes programado­s hasta el cansancio.

“La vida es más larga cuando andas. Caminar prolonga los instantes”, dice el autor, y estoy convencido de que así es, puede que el destino me haga meter la pata, mientras eso sucede lo seguiré disfrutand­o.

***

El sobrero. A propósito de caminar, que bueno que habilitaro­n la pista atlética para que cualquiera la pueda andar como debe ser, en ese bien público de todos que es el Estadio Palogrande. El Once Caldas a cambio de casi nada lo administra en comodato, pero no se olvide ese espacio pertenece a los manizaleño­s, una razón más por la que el equipo de esta ciudad y sus directivos no debieran censurar a nadie.

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