Caminar
Correr pone el cerebro también a mil y no permite ir al ritmo que requiere el pensamiento para conectar las ideas.
Pocos placeres reconfortan más el espíritu que caminar, y Manizales es una ciudad que se presta para ser caminada, aunque algunos cuantos les teman a ciertas calles empinadas o a una placa levantada en cualquiera de los mal llamados bulevares venidos a menos por falta de mantenimiento. Hay que saber tomar las transversales y dosificar las lomas para no cansarse tanto.
Leí hace poco el libro Caminar, de Erling Kagge, quien filosofa alrededor de esta actividad. Él es un caminante profesional, ha recorrido a pie el Polo Norte, ha subido al Everest y se ha internado en las cloacas de Nueva York, y al tiempo con historias y datos nos habla de la importancia de este placer.
Lo que más me gustó de su texto es la conexión que hace entre caminar y pensar, y lo entiendo perfectamente. Para mí, caminar es una estrategia para desatar nudos gordianos que se me presentan a veces en el trabajo. A medida que voy un paso tras otro, pienso en las maneras de desatarlos. Cómo enfocar mejor una noticia, qué hacer ante un dilema informativo que se presenta, cómo preparar mejor la clase del día siguiente. Correr pone el cerebro también a mil y no permite ir al ritmo que requiere el pensamiento para conectar las ideas.
Mis mejores ideas siempre se me dan mientras camino y cuando no soy yo el que las da, hay por ahí algún lector que me detiene a hablarme de un tema que termina muchas veces siendo una noticia en el periódico, lo cual alimenta la agenda informativa de La Patria: Pero como dice Kagge. “el andar y el silencio van unidos. El silencio es abstracto; caminar, algo concreto”.
Me lamento cuando no puedo darme el gusto de ir caminando a la oficina o de devolverme a casa en mis pies. Es también mi terapia y mi momento más feliz. A veces pongo música, pero prefiero muchas veces solo dejarme sorprender, admirar las ciudades a pie es mucho mejor, que si las recorres en un bus de turista, por ejemplo. Porque puedes perderte deliberadamente y dejarte sorprender por el encanto escondido que cada lugar tiene, algo que no se da en los viajes programados hasta el cansancio.
“La vida es más larga cuando andas. Caminar prolonga los instantes”, dice el autor, y estoy convencido de que así es, puede que el destino me haga meter la pata, mientras eso sucede lo seguiré disfrutando.
***
El sobrero. A propósito de caminar, que bueno que habilitaron la pista atlética para que cualquiera la pueda andar como debe ser, en ese bien público de todos que es el Estadio Palogrande. El Once Caldas a cambio de casi nada lo administra en comodato, pero no se olvide ese espacio pertenece a los manizaleños, una razón más por la que el equipo de esta ciudad y sus directivos no debieran censurar a nadie.