Ron artesanal: herencia del Caribe La potencia de los Ribera del Duero
EN COLOMBIA, TRES PRODUCTOS ARTESANALES SON HEREDEROS DE ESA FUERTE MEZCLA ENTRE CARIBE Y RON. UNA INVITACIÓN A DESCUBRIRLOS CON CURIOSIDAD Y SIN AFÁN.
A ESCASOS KILÓMETROS DE LA PLAYA EN BAR-
bados, en las ondulaciones de alguna de sus colinas, se encuentra una casa del año 1658, quizás la única muestra del estilo jacobino que aún está en pie de este lado del mundo: la Abadía de San Nicolás. La mesa está puesta, con una de las vajillas de porcelana china y casi parece que se desprendiera algún olor de la cocina, como si fuéramos invitados especiales a un exótico almuerzo; pero en cambio, a escasos metros de la casa se encuentra una destilería artesanal con el alambique más hermoso que exista en América. Se le llama Annabelle, y ha sido específicamente diseñado y fabricado para producir un ron ligero pero complejo, ya que conserva muchos de los compuestos producidos por las levaduras durante la fermentación. Una vez destilado, el alcohol producido por Annabelle se dispone a envejecer en barricas de bourbon de roble americano usado.
Dieciocho años después lo embotellan, en una botellita rectangular numerada, y me encuentro degustándolo en una tarde feliz de agosto. Con la nariz renovada después de varios días lejos del pesado aire bogotano, encuentro aromas de canela y caramelo, y sabores de naranjas amargas y frutos secos, con un final de tabaco. A la altura de los mejores single-malt whiskies de sus antecesores británicos, no hay como un buen ron añejo artesanal. Y si además se degusta al ritmo del movimiento de las aspas de un molino de caña de tres siglos, con el océano en frente, ¿qué más pedir?
Pues pediría, justamente, poder conseguirlos en Colombia, donde desafortunadamente seguimos siendo tributarios de un sistema monopólico en la producción de destilados, en beneficio de los departamentos. Y en el país del aguardiente… poco buen ron disponible. Sobre todo buen ron artesanal, como aún se produce en mayores cantidades en gran parte del Caribe.
Afortunadamente ya pueden conseguirse en Colombia los mejores rones que se están produciendo en el país, porque durante muchos años estuvieron destinados únicamente al mercado de los países europeos. Me refiero a Parce, por ejemplo, que desde hace unos tres años está conquistando corazones en el mercado estadounidense con su espíritu juvenil; o a Hechicera, que embrujó a los bogotanos y, por fortuna, ya se consigue con mayor facilidad. Pero sin duda mi preferido es el impertinente Dictador, que descubrí en París. Digno de su nombre, supo imponerse, contundentemente, como el ron de mis afectos, transformando para siempre mi percepción del buen ron, con su sabiduría y elegancia, y sus exquisitas notas de ese sol caribeño tan musical. ¿Cómo se logra esta equilibrada sinfonía? Exactamente como el ron de la Abadía de San Nicolás en Barbados, el cartagenero Dictador hace uso de jugos de las mejores cañas y de barricas de roble usado, donde se ha producido bourbon, o jerez, u oporto. Y envejece en un sistema de solera entre 12 y 20 años.
Como Parce, La Hechicera o Dictador, un buen ron colombiano y artesanal siempre vuelve a sus orígenes. Y como generalmente se consumen fuera de Colombia, no es raro recordar —a través de una buena copa— nuestra tierra.