LA ENEMIGA NÚMERO 1 DE PUTIN
NADEZHDA TOLO KÓNNIKOVA REIV INDICÓ EL PUNKY EL FEMINISMO EN UNO DE LOS PAÍSES MÁSTR ADICIONALES DEL MUNDO.
En febrero de 2014, mientras se llevaban a cabo los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi, Pussy Riot se tomó las afueras delos estadio s para grabar algunas escenas de su video Pu tinWillT ea ch Yo u to Lo v et heMot her land. Mientras la milicia rusa irrumpía en el lugar con gases lacrimógenos y dando latigazos, Nadezhda Tolokónnikova, la líder del colectivo, seguía cantando.
Esta no era la primera vez que el colectivo se enfrentaba a la ley rusa. Dos años antes se habían subido al altar durante una misa en la Catedral de Cristo Salvador, en Moscú, e intentaron cantar una canción para protestar contra la campaña electoral de Vladimir Putin. Tolokónnikova, de 23 años, y otra integrante del equipo fueron capturadas y condenadas por socavar el orden social y causar disidencia en la Iglesia ortodoxa rusa. En la cárcel hizo una huelga de hambre y luego fue trasladada a una colonia de trabajos forzados cerca de Moscú: sus familiares la dieron por muerta después de meses de no tener información, pero fue liberada en 2013 gracias a una ley de amnistía.
En el colectivo la conocen como Nadia Toloknó. Estudió filosofía y periodismo. Desde 2008, cuando tenía 19 años, cantaba plegarias punk y hacía performances que la gente describía como “orgías reivindicativas feministas al gobierno, la desigualdad y la política”. De allí surgió Pussy Riot, el movimiento político social, cultural y musical que busca a toda costa acabar con el gobierno de un presidente que afirma sin vergüenza: “Yo no soy mujer, así que no tengo días malos. No pretendo insultar a nadie; es solo la naturaleza de las cosas. Hay ciertos ciclos naturales”.
Dicen que el punk está muerto y que el feminismo está sobrevalorado. Pero eso no es cierto en Rusia: en medio de lo que podría ser la sociedad más conservadora del mundo, Tolokónnikova los convirtió en un estilo de vida y en un símbolo de lucha y resistencia.