LA LOCOMOTORA RUSA
PARA ALGUNOS LOS TRENES SON UN VIAJE NOSTÁLGICO; PARA OTROS, UNA IN COMODIDAD OBLIGATORIA PARA LLEGARA CUALQUIER RINCÓN DE RUSIA.
En la primavera de 1973, después de una gira de conciertos en Japón, David Bowie decidió ir hasta Vladivostok y tomar la línea transiberiana. Durante una semana, atravesó en tren más de 9200 kilómetros hasta Moscú solo para ver las majestuosas estepas.
Para los rusos es un medio de transporte más. En ocasiones, el único que tienen disponible. Sin embargo, cada año llegan miles de extranjeros ilusionados por recorrer Rusia en tren: se inspiran en las fotos de Bowie y en historias como DoctorZhivago, de Pasternak; InSiberia, de Colin Thubron o MoscúPetushki, la novela etílica de Erofeiev. Pero pasando a lo práctico, la verdad es que estos trenes son la mejor manera para moverse por el país más extenso del mundo durante el mundial.
Viajar en los Rossiskiye Zheleznye Dorogi –más conocidos como RZD o Ferrocarriles Rusos– es viajar por las arterias de un gigante: Rusia está conectada desde Moscú por 85.000 kilómetros de vías férreas. Las rutas permanecen igual a cuando el zar Alejandro III ordenó que se hicieran y hasta las estaciones de las ciudades pequeñas son construcciones monumentales. Los trenes se han modernizado: siempre llegan a tiempo, hay pocos accidentes en sus vías y viajar en tercera clase –también llamada platskartny– incluye sábanas limpias, agua caliente para hacer té o fideos instantáneos, tomas eléctricas para cargar el celular y un baño que no tiene nada que envidiarle al de un avión. La primera y la segunda clase no son muy diferentes: son compartimentos para solo dos o cuatro personas en donde no tiene que lidiar con tanta gente alrededor. La única recomendación es evitar el carro comedor, a menos de que tenga dinero de sobra para gastar en comida –buena, pero nada especial– o de que quiera desayunar pancakes con caviar mientras ve la inmensidad de las estepas. O si se lo pregunta: sí, también venden vodka.