L A A R E PA
VENEZOLANA
Cuanto más grande sea y más cosas tenga, mejor. Tienen que usarse las dos manos para que no se deshaga y puede que se le vayan varias servilletas tratando de limpiar el desastre. Y no importa. Cada mordisco estará lleno de proteínas y carbohidratos que usted ya conoce, pero no así. La arepa venezolana no es como la colombiana. Su secreto radica en la sazón y su preparación no es un misterio, pero alberga años de tradición.
Está rellena con carne sazonada, caraotas, fríjoles negros, aguacate, maduro, huevo de codorniz y todo lo que se pueda imaginar. La masa está hecha con harinapán, sal y agua. Se amasa y se le va dando forma con las manos. Tiene que quedar asada, crujiente y lo suficientemente gruesa como para soportar el relleno. El queso que se usa es holandés, llanero, guayanés o cam- pesino, pero nunca va derretido. “Y no importa en qué lugar del mundo se encuentre, cada venezolano se siente como en casa cuando las prueba”, cuenta Kathy, la venezolana que mantiene su tradición en un puesto en la cra. 7A con 147, en Cedritos. “Los colombianos también nacieron con una arepa bajo el brazo, pero nosotros no tenemos límites de ingredientes. La hacemos diferente, puede que mejor”.
Dependiendo del relleno, tiene nombres específicos. La reina pepiada, por ejemplo, está rellena con aguacate y pollo, y su nombre hace honor a una reina de los años noventa. Pero también está la dominó, con queso y caraotas; la pelúa, con queso rallado y carne desmechada; la sifrina, una reina con queso, o la rumbera, con pernil y queso. Además, la salsa clásica que la acompaña es la guasacaca, otra joya de la gastronomía venezolana hecha con aguacate, huevo, mayonesa y vinagre. Y nunca le vaya a decir guacamole: esto es superior.