EL DETECTIVE DE FRUTAS
ES UNA SUERTE QUE UN CAMPO TAN POCO CONOCIDO Y EXPLORADO COMO LA POMO LOGÍATENG AUN EMBAJADOR EXCÉNTRICO,CO MODA VID K AR P.
En un momento de su vida, su tarjeta de presentación decía: “David Karp, detective de frutas”. Con su atuendo ecléctico, que remata un cuchillo para fruta que cuelga de su cinturón y un casco de safari, Karp realmente se ganó ese título: a mediados de la década de 1990, él era el único hombre a quien los restaurantes y supermercados de Estados Unidos acudían para buscar las frutas más exóticas del mundo, las más difíciles de encontrar, las delicias que con un mordisco empapaban la boca con jugos de mucho sabor.
John Seabrook, en un perfil de TheNew Yorker sobre este peculiar personaje, cuenta que Karp salta de caso en caso, la mitad del tiempo investigando dónde conseguir frutas exóticas y la otra mitad probándolas para determinar su calidad con su conocimiento enciclopédico. El casco no es una exageración: una vez, en Hawái, un durión cayó sobre su cabeza desde una altura de seis metros (“¡Sin mi casco ese durión me hubiera matado!”, dijo él). Y es su costumbre llegar siempre a los encuentros con una fruta exótica para que sus interlocutores prueben el fruto milagroso de África, que cambia el sabor de lo ácido a dulce, o una chirimoya de Latinoamérica. Una vez, incluso, Karp rastreó y se infiltró en una plantación ultrasecreta de pitahaya, a tres horas de Los Ángeles, solo para asegurar un lote para uno de sus clientes.
Actualmente sus columnas aparecen de tanto en tanto en TheNewYorkTimes y en LosAngelesTimes. Y adivinaron: escribe sobre frutas extranjeras y locales, el mercado y la economía de la fruta, alabando a los granjeros que se atreven a probar cosas nuevas. Firma como David Karp y aunque prefiere ser llamado “pomólogo” (por la disciplina que estudia las frutas), los granjeros y comerciantes que lo han visto andar por California con su chaleco de explorador y su gusto innato por las frutas lo siguen llamando por su antiguo apodo.