LA LEYENDA
TISSOT
166 AÑOS DE HISTORIA, TECNOLOGÍA REVOLUCIONARIA, DISEÑO QUE SE SALE DEL MOLDE. ESO ES LO QUE ESTÁ EN SU MUÑECA CUANDO SE PONE UN TISSOT.
Uno de los primeros relojes creados por Tissot tenía una complicación nunca antes vista en la historia: con un solo movimiento, el reloj podía mostrar simultáneamente dos horas diferentes; podía ser la de Londres y la de Viena, o la de Moscú y la de Ginebra, no importaba. Corría el año 1853, y lo que sí era importante es que aquellos fabricantes de relojes de Le Locle, un pueblo enclavado en los Alpes suizos, habían dado con una solución para un problema que a veces les rompía la cabeza a muchos comerciantes de la época. Habían logrado controlar el tiempo. Desde entonces, los diseñadores de Tissot no dejaron de solucionar problemas. Además, sus diseños siempre respondían al pensamiento de la época y ganaron fama como pioneros: en la década de los años 30, por ejemplo, fueron los primeros en inventarse un movimiento antimagnético –la popularización de la electricidad hacía que muchos relojes fallaran– y en los años setenta se atrevieron a crear un reloj hecho totalmente con plástico. Hoy, ese espíritu innovador continúa: en 1999 crearon uno de los primeros relojes táctiles y ese modelo, el T-Touch, siguió evolucionando hasta incluir un sistema que captura la energía solar para reducir el uso de baterías a través de celdas solares en el dial.
Actualmente, la fábrica de Tissot –que continúa funcionando en Le Locle, Suiza– construye cuatro millones de relojes cada año. Haga las cuentas: son casi 500 relojes cada hora, todos hechos con tecnología de punta, que terminan en boutiques de todo el mundo. Una de ellas, la primera que la marca puso en América Latina, está en el Centro Comercial Andino, de Bogotá. ¿La conoce? Allá están todas las referencias clásicas de la marca, un universo de relojes que son una invitación a entrar en la leyenda de Tissot.