Don Juan

A CASA DO PORCO

UN LOCAL ENSÃO PAULO QUE HACE UN HOMENAJE AL CERDO Y QUE ES EL ASA DEROGO URM ET DE ESTACA RNEMÁSEXCI­T ANTE DE LATINO AMÉRICA.

- POR MAURICIO SILVA GUZMÁN

Algo bueno –rayando en lo extraordin­ario– tiene que pasar ahí para que la gente haga filas de una, dos o hasta tres horas.

Anclado en el centro de São Paulo, A Casa do Porco es un restaurant­e informal y no muy grande (tiene 50 puestos) que bajo ningún motivo acepta reservas. Lo hace como parte de su filosofía: producción, cocina, servicio y precios democrátic­os.

Abrió en el 2015 y su fama no ha parado de crecer, al mismo tiempo que sigue acumulando premios y reconocimi­entos. Pero, ¿en qué radica su éxito? En nada diferente a vender un amplio, popular y muy bien elaborado recetario de cerdo, en su mayoría asado y a muy buen costo.

Su chef, Jefferson Rueda, llevó a muy buen puerto sus tres pasiones: el fuego (el asado), su carne preferida (el cerdo) y su profesión primaria (la carnicería). Con su esposa, Janaina –alma del negocio–, abrió un local fuera de lo común: un asadero gourmet en un sector deprimido de la inmensa y vibrante capital paulista, que cuenta con 13 millones de habitantes, sin contar su población flotante. Pero lejos de cualquier concepto industrial –por el contrario, todo se hace de una manera rigurosame­nte artesanal–, la pareja desarrolló todo un concepto que arranca con la cadena productiva en una finca para cría de puercos en São José do Rio Pardo, a 260 kilómetros de São Paulo, a los que les dan un tratamient­o y una alimentaci­ón de lujo (cada animal tiene 130 metros para moverse); sigue con la cocina de su local, que cuenta con un enorme horno de carbón donde diariament­e se asan cerdos de 100 kilos a lo largo de 7 horas; se consolida con una carta excepciona­l llena sabrosura y atravesada por la auténtica cocina brasileña, y termina con un menú de degustació­n de nueve pasos por tan solo 28 dólares (sí, con la carne de cerdo como protagonis­ta) y una ventanilla por la cual los transeúnte­s pueden llevarse sándwiches de cuatro dólares.

Por eso las largas colas. Por eso la fama. Jefferson Rueda, el responsabl­e del sabor, trabajó en restaurant­es de alta cocina como Attimo, uno de los más lujosos de São Paulo (con estrella Michelin), e hizo sus pasantías en el famoso Celler de Can Roca, en Girona, España (con tres estrellas Michelin). Pero eso no era exactament­e lo suyo. Él es un carnicero desenfadad­o que adora la cocina campesina. Así que mezcló ambos mundos. ¿El resultado? Alta cocina para todos.

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FOTOGRAFíA­S: CORTESíA A CASA DO PORCO

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