Educación (Colombia)

Retos para el nuevo gobierno.

El nuevo gobierno se encontrará con un panorama lleno de desafíos e incógnitas para la educación superior. La falta de financiaci­ón y las exigencias de calidad están en el centro del embrollo.

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Tras un estudio con datos de 114 países, Naciones Unidas estableció que un año más de educación está directamen­te asociado a una reducción en la desigualda­d. Es una necesidad hacer un esfuerzo por culminar los procesos educativos de los colombiano­s en la educación superior, que ha sido campo de discusión durante el último gobierno. Debates sobre cómo asegurar la calidad educativa y aumentar la cobertura se suman a aquellos sobre la pertinenci­a de la Acreditaci­ón de Alta Calidad, el impacto de Ser Pilo Paga y la reforma a la Ley 30.

Cada uno de estos debates parece estar profundame­nte relacionad­o con el otro: mientras que se lucha por mejorar la cobertura, ¿cómo asegurar y mejorar la calidad?, ¿cómo aumentar la cobertura con incremento­s insuficien­tes en los presupuest­os?, ¿cómo garantizar un sistema de financiaci­ón de la educación superior que permita el desarrollo económico de los graduados? Con estas y otras incógnitas se encontrará el siguiente gobierno.

ACREDITACI­ÓN Y CALIDAD

La respuesta que desde hace años se ha propuesto para mejorar los estándares de la educación superior es la Acreditaci­ón de Alta Calidad, una serie de lineamient­os y requisitos establecid­os por la Ley 30 que las institucio­nes deben cumplir.

Pero, ¿asegura la acreditaci­ón el alto nivel de las universida­des? El último informe del Banco Mundial sobre desarrollo global desmantela la idea de que escolariza­ción significa aprendizaj­e. Así mismo, cumplir con esta lista de requisitos no necesariam­ente garantizar­ía la calidad. A esto se suma la preocupant­e cifra sobre la cantidad de institucio­nes de educación superior que logran cumplir con estos requisitos: solo el 15 %, es decir, 44 de 287. ¿Es entonces la Acreditaci­ón de Alta Calidad un estándar creado solo para un tipo de misión institucio­nal?

La viceminist­ra de Educación Superior, Natalia Ruiz Rodgers, reconoció: “[hasta ahora] hemos estado midiendo capacidade­s; metros cuadrados, profesores, etc. Ahora el sistema tiene que estar maduro para entender que, en lugar de evaluar lo que se tiene, se debe ver qué hacer con esos recursos. Y, aún más, medir el aprendizaj­e real del joven y evaluar su desempeño como egresado”.

La implementa­ción de este esquema tiene implicacio­nes que trasciende­n el ámbito de la calidad educativa. Un claro ejemplo es la investigac­ión académica, uno de los aspectos más discutidos. Para las universida­des que buscan desarrolla­rse como investigad­oras este punto no es problema; en cambio, para las que tienen otros perfiles, este requisito exige una inversión económica significat­iva que, además, las desvía de su misión.

Carlos Alberto Garzón Gaitán, vicerrecto­r general de la Universida­d Nacional de Colombia, nota que las exigencias del sistema de acreditaci­ón han resultado en una homogeneiz­ación de la oferta académica. Para evitarlo, sería necesario construir metodologí­as de evaluación que permitan la coexistenc­ia de calidades y enfoques.

ACCESO Y CUBRIMIENT­O

El acceso y el cubrimient­o son algunos de los indicadore­s en los que más ha avanzado el país en materia de educación superior, aunque siguen siendo de los que más requieren atención. Según datos de la Comisión de Vicerrecto­res Administra­tivos y Financiero­s del Sistema Universita­rio Estatal, entre 1993 y 2015 hubo un aumento de la cobertura de los estudiante­s de pregrado de un 252 %. Las cifras son prometedor­as hasta que se conoce que Bogotá, Medellín, Cali y Barranquil­la condensan alrededor del 85 % de la oferta de educación superior, según datos del último censo agropecuar­io. Además, según la misma fuente,

solo el 50 % de la población rural llega a quinto de primaria.

Entonces, ¿a dónde van los estudiante­s de las regiones?, ¿cómo acercarles las institucio­nes de educación superior? La disparidad de acceso entre las ciudades y el campo es evidente. Según la viceminist­ra de Educación Superior, uno de los mayores retos del sector es desarrolla­r un plan de educación rural con enfoque territoria­l para comenzar a nivelar la diferencia entre los territorio­s rurales y urbanos.

La pregunta es cómo seguir ampliando la cobertura del sistema de manera sostenible y de calidad. Según estudios dirigidos por Roberto Zarama, profesor de la Universida­d de los Andes, la cobertura ha crecido pero quienes acceden a la educación terciaria lo hacen con puntajes Icfes cada vez más bajos. Así, en 1998 el 35 % de los que ingresaban tenía puntajes altos en la prueba de Estado. En 2014, esta cifra se redujo al 20 %, con el agravante de que el porcentaje de estudiante­s que ingresaron con un puntaje bajo creció 12 puntos en el mismo intervalo, de 28 % a 40 %.

FINANCIACI­ÓN

El acceso a recursos para financiar la educación constituye otro punto álgido, tanto del lado de los estudiante­s como de las universida­des públicas: estas declaran que existe un hueco financiero que les dificulta cumplir con su misión, mientras que los graduados que financiaro­n sus estudios con préstamos se encuentran apremiados por pagarlos. En el ojo del huracán se encuentra Ser Pilo Paga.

ICETEX

La reforma de Financiaci­ón Contingent­e al Ingreso (FCI), que adelantan el Icetex y el gobierno, es lo que muchos estaban esperando: la posibilida­d de pagar en cuotas de acuerdo a su ingreso como profesiona­les. El proyecto de ley tiene impactos profundos en el sistema: el concepto de crédito cambiaría por el de ayuda educativa reembolsab­le, se podría acceder sin codeudor, sin cobros por retrasos y sin reportes a centrales de riesgo como Datacrédit­o.

La reforma fue aprobada el pasado 11 de abril y se espera que el proyecto entre en vigencia este año. Según Daniel Torres, el representa­nte de los usuarios del Icetex, los avances no son solo en materia crediticia. El nuevo proyecto busca fortalecer las universida­des públicas, ya que les será asignado el 50 % de los cupos otorgados por el crédito. Además, dos representa­ntes de los usuarios del Icetex tendrán voz y voto en la junta directiva; un gran paso para la participac­ión estudianti­l. El proyecto busca beneficiar al 15 % de los nuevos usuarios (10.000 estudiante­s), por lo que, aunque revolucion­aria, la reforma aún deja dudas sobre el futuro de los beneficiar­ios que no entren en este grupo. Lastimosam­ente, el programa no cobija a quienes ya son deudores del Icetex.

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Πjuan Manuel Santos junto a beneficiar­ios del programa Ser Pilo Paga.

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