¿En qué nos afecta?
UN AÑO SIN INDICADORES
El primer afectado son los indicadores de calidad. Sin las únicas pruebas nacionales que miden el desempeño educativo en la educación básica, “se pierde la trazabilidad que se traía año tras año y que por supuesto era un indicador para los cumplimientos internos de la institución y que anualmente nos mostraba la curva para mejorar. Eso es lo que nos preocupa más”, dice Jorge Pérez, rector del Colegio Inem Francisco de Paula Santander, en Bogotá.
Muchos planes de mejoramiento de instituciones educativas, secretarías de educación y fundaciones tienen como medida los resultados de las pruebas Saber 3, 5 y 9, por lo que eliminarlas un año (o más, según el tiempo que pase antes de que decida recuperarlas el próximo gobierno) desbarajusta la estructura existente.
El mismo gobierno las usa como indicadores de varios programas. Las Metas de Mejoramiento Mínimo Anual (MMA) del MEN, por no ir más lejos, se evalúan con dichas pruebas. Aunque, para la cartera educativa, esta no se tiene que hacer anualmente. “Está proyectada hasta 2025 y, en el año en que se haga una nueva medición, se podrá validar su cumplimiento”, expresó un vocero del ministerio.
Por otro lado, los indicadores individuales no tendrán continuidad. Este año se empezaban a dar los resultados por cada niño, con la idea de que los colegios pudieran monitorear su desempeño individualizado y trabajar sus puntos débiles. El Icfes anunció la nueva medida con bombos y platillos, como una herramienta más para “comprometernos para que los estudiantes logren cada vez un mejor desempeño”. Pero, al final, solo salió beneficiada una cohorte.
INCENTIVOS, EN EL LIMBO
Los resultados de las pruebas Saber 3, 5 y 9 son un insumo principal para elaborar el Índice Sintético de Calidad Educativo (Isce), que sirve para medir el progreso de un colegio. ¿Por qué importa el Isce? Porque las instituciones educativas con mejores resultados reciben ciertos incentivos por su progreso. Si un colegio alcanza determinado puntaje, su rector, docentes y planta administrativa reciben un incentivo equivalente al 50 % de su salario más un incremento proporcional al crecimiento del puntaje con respecto al año pasado.
Sin Saber 3, 5 y 9 no habrá Isce el próximo año, ni incentivos para directivos y profesores. Y, como cuenta José Adolfo Henao, rector de la Institución Educativa Alexander Von Humboldt de Barranquilla, uno de los mejores colegios públicos según el Isce del año pasado, estos eran una fuente grande de motivación para la escuela. “Con los resultados anuales de las pruebas Saber, la gente quiere mejorar, sobre todo en el contexto de lo público. Eso de mirar al interior de la escuela, incluir a las familias y comenzar a analizar cómo estamos se convirtió en un ejercicio bien interesante. Sin duda, los incentivos movieron corazones y motivaron a los profesores”, asegura. “Muchas instituciones venían haciendo un esfuerzo grande por mejorar, no solo en resultados sino en eficiencia y ambiente escolar (los otros componentes del Isce), para conseguir la retribución. Ahora se están viendo perjudicadas. Sin pruebas anuales, al próximo gobierno le tocará desmontar ese sistema de estímulos”, agrega López.
EN RIESGO LA COMPARABILIDAD
Por otro lado, el argumento oficial de pausar los exámenes para hacerles mejoras puede poner en peligro la comparabilidad. Un cambio muy grande en la estructura de la evaluación haría incomparable las pruebas respecto a los años anteriores, lo que rompería con su propio objetivo: medir el progreso de la educación. “Lo grave es que no sabemos qué tipo de ajustes se le harán a las pruebas Saber 3, 5 y 9. Si son muy estructurales, van a hacer que los resultados no se puedan comparar con los años anteriores. Es decir que no podremos hacer valoraciones de los avances en la calidad del aprendizaje”, advierte Alejandro Álvarez, director del Instituto Pedagógico Nacional.