JORNADA ÚNICA
SÍ, PERO NO ASÍ
La necesidad de ampliar la jornada escolar se planteó bajo el criterio de mejorar la calidad en la educación pública tal y como en la privada. Sin embargo, no fue lo que se logró. Estudios del Banco Interamericano de Desarrollo y la compañía Mckinsey evaluaron esta propuesta y aseguraron que aumentar el número de horas de clase no contribuye a una mejora de los resultados académicos. No obstante, se identificó que el programa combate otros problemas sociales, como la delincuencia y el consumo de sustancias psicoativas. Razón por la cual el sistema sigue impulsando su continuidad.
Además de convertirse en una estrategia social, visibilizó algunos puntos débiles del sistema. Al extender la jornada hasta nueve horas de clases (lo que implicó eliminar la doble jornada, y tener a todos los estudiantes en un mismo horario), se evidenció la falta de docentes, la escasa infraestructura adecuada, la insuficiencia de la alimentación escolar, y quizá lo que más preocupa, la falta de un currículo para que los docentes utilicen bien las horas de más y sepan qué y cómo enseñar.
Hoy, el reto es continuar con un programa que no mejora la calidad, pero que responde a otros problemas que afectan a los jóvenes en el colegio. Para lograrlo, el próximo gobierno deberá aumentar el número de aulas y docentes, mejorar el PAE y trabajar en la creación de un currículo nacional. Todos estos objetivos ambiciosos y necesarios que el próximo gobierno debería entrar a discutir.