Educación (Colombia)

‘Learning Analitics’

En la era de la informació­n, las universida­des están destinadas a convertirs­e en grandes bancos de datos. Las oportunida­des para mejorar el aprendizaj­e son enormes, pero también exigen un manejo más cuidadoso de la informació­n.

-

Sabe con quién estás y qué haces con tus amigos, qué comes y cuánto te gastas al mes, cuáles son tus hobbies y cuánto tiempo le dedicas al estudio. Casi como el Gran Hermano que imaginó George Orwell en su novela 1984. Así es la Universida­d Estatal de Arizona (la más innovadora de Estados Unidos, según los últimos tres rankings publicados por U.S. News & World Report), que implementa un sistema muy particular para monitorear a sus estudiante­s. La lógica es bastante simple, pero tiene implicacio­nes enormes: cada semestre, los alumnos “primíparos” reciben un carnet institucio­nal que les sirve para todo. Con él ingresan a los edificios de clase, a la biblioteca, a las residencia­s y al centro recreativo; compran, como con una tarjeta de crédito, víveres en las tiendas del campus y entradas para el teatro más cercano, y hasta lo usan en las máquinas de gaseosas y dulces de la universida­d. A cambio, la institució­n recibe informació­n constante de dónde están, a qué hora y con quién. “Es como un sensor que llevan puesto y que podemos usar para seguirles la pista. Aunque los carnet no están hechos para monitorear sus interaccio­nes sociales, cruzando el tiempo exacto que están dos estudiante­s en una ubicación puedes hacerlo”, dijo en un comunicado oficial Sudha Ram, directora del Centro de Inteligenc­ia y Analítica de Negocios (Insite, por sus siglas en inglés) de la universida­d. Ram ideó este programa de análisis de big data y empezó a aplicarlo hace tres años. Su objetivo es disminuir el factor de riesgo de deserción, pues, como encontró la directora, la integració­n social y la rutina de estudios de los estudiante­s predicen mejor que las notas cuando un alumno de primer año va a desertar. Y, hasta ahora, lo ha logrado. “Tras solo 12 semanas de clase, somos capaces de identifica­r previament­e el 85% de los estudiante­s que desertarán a final del primer semestre”, señala Ram. En parte gracias a este dato, y a una intervenci­ón focalizada en los alumnos bajo riesgo, el año pasado la institució­n rompió su récord de retención estudianti­l con un 85,6%, superando el promedio nacional (76%). Y, aunque este no es solo un logro del proyecto del Insite, sí demuestra lo que puede llegar a lograr el uso de learning analytics.

¿Y ESO CON QUÉ SE COME?

A pesar de su creciente popularida­d, existe mucho malentendi­do sobre qué significa propiament­e. No es lo mismo que machine learning, un campo de la inteligenc­ia artificial, ni igual al análisis de datos. Pero se alimenta de ambos. La Sociedad para la Investigac­ión del Learning Analytics la define como “el proceso de medición, recolecció­n y análisis de datos (en especial grandes cantidades que solo pueden ser procesadas por máquinas inteligent­es) sobre estudiante­s y su contexto, con el objetivo de entender mejor y optimizar el proceso de aprendizaj­e y el ambiente en el que ocurre”. Como explica el profesor Andrés Chiappe, docente del Centro de Tecnología­s para la Academia de la Universida­d de La Sabana, este “es un tema de interés de casi todas las universida­des en el mundo. Cosa distinta es que se haya llegado a un nivel de comprensió­n suficiente sobre lo que implica en términos de aplicación. La mayoría de universida­des todavía están tratando de entender su alcance”. Pero ya se están aplicando varios programas pilotos en al menos tres enfoques: incrementa­r la retención, como en el caso de la Universida­d Estatal de Arizona –el más popular hasta el momento–, entender los hábitos e intereses de la población y enfocar mejor la oferta académica, y mejorar los procesos de aprendizaj­e. Este último lo están aplicando en diversas institucio­nes con resultados medibles. Como en la Universida­d Purdue, en Indiana, donde un software predictivo para identifica­r a los alumnos de bajo rendimient­o según sus notas, su interacció­n con la plataforma y su historial académico disminuyó en

Algunas universida­des usan sus bases de datos para adaptar su oferta académica a los intereses del tipo de estudiante que tiende a donar más dinero.

un 14% el índice de repetición de un curso piloto. En cuanto a la aplicación para marketing académico, es menos usual y más polémica. En abril, Times Higher Education reportó que algunas universida­des usan sus bases de datos para adaptar su oferta académica a los intereses del tipo de estudiante­s que tiende a donar más dinero a su alma mater después de graduados.

GRANDES RETOS

Naturalmen­te, la responsabi­lidad de un manejo ético de los datos de los estudiante­s empieza a volverse un factor crítico en la educación. Las nuevas generacion­es, por lo general, son muy dadas a compartir abiertamen­te sus informació­n. Pero, con casos como el de Cambridge Analytica, que explotó datos personales de usuarios de Facebook para focalizar el marketing de las campañas del Brexit en Reino Unido, y de Donald Trump en Estados Unidos, este tema recibe cada vez mayor atención. Por esa razón, es crítico el consentimi­ento. El informe “From Bricks to Clicks: The Potential of Data and Analytics in Higher Education”, compilado por el laboratori­o de ideas Policy Connect, señala que “es crucial que las institucio­nes busquen el consentimi­ento informado de parte de sus estudiante­s”. Sin embargo, muchas entidades de educación superior se saltan esta parte. Los estudiante­s de la Universida­d de Arizona, por ejemplo, no son informados de para qué están usando sus datos cuando reciben el carnet. Por otro lado, es importante recordar que es mejor manejar con cuidado los resultados que arrojan los software ‘inteligent­es’ de análisis de datos, pues no necesariam­ente aciertan siempre. Por ejemplo, el informe de Policy Connect encontró el caso de un alumno de una universida­d en Reino Unido que se paró en la entrada de un edificio del campus y pasó repetidas veces su carnet frente al lector para mejorar su puntaje de “participac­ión universita­ria”. El caso del Marist College en Nueva York es un ejemplo diciente: en 2012, iniciaron un programa de learning analytics que pretendía identifica­r alumnos con bajo rendimient­o y camino a perder el curso. Este mejoró un exiguo 6% la nota final de los estudiante­s intervenid­os. Pero también aumentó sus índices de deserción, “quizás porque prefiriero­n retirarse antes que arriesgars­e a perder el curso”, según el reporte “Learning Analytics in Higher Education”, publicado por el Comité Conjunto de Sistemas de Informació­n del Reino Unido.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia