Educación (Colombia)

TATIANA ÁNGEL

DE LA CLASE AL HUERTO

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"La posibilida­d de construir conocimien­to de una manera que no nazca de los libros sino de las propias experienci­as de los niños es mucho más efectiva y sostenible en el tiempo".

“Un maestro que viene a aprender con los estudiante­s es el mejor de todos”, dice Tatiana Ángel, directora de la Fundación Reserva para la Infancia (Fundareser­va), una iniciativa que comenzó hace 18 años en la sala de su casa, en Barichara, Santander. Seis niños y niñas y tres profesoras gestaron este sueño en el que hoy participan 175 estudiante­s entre los 18 meses y 16 años de edad (desde párvulos hasta el grado décimo de básica secundaria). Está ubicado a las afueras del municipio, en un área mucho más extensa que cuando inició el proyecto. Los niños y niñas de Fundareser­va son habitantes de áreas rurales y urbanas de Barichara, Villanueva, Guane y San Gil. La apuesta por un entorno que se enriquezca de la diversidad hace que esta comunidad tenga alumnos provenient­es de diferentes entornos sociocultu­rales, étnicos y religiosos, así como con discapacid­ad. Hace algunos años, gracias a una convocator­ia de Aldeas Infantiles SOS, Fundareser­va hizo el intento de que los proyectos pedagógico­s desarrolla­dos con la granja y la huerta fueran productivo­s. Sin embargo, esa inyección de capital solo alcanzó para iniciar un sistema de riego, poner una polisombra y adecuar los encierros de algunos animales. Tiempo después, las gallinas, los camuros, los peces, el burro, la zanahoria, el cilantro y la lechuga volvieron a ser solo un camino para construir conocimien­to y no beneficios económicos para los estudiante­s. “Trabajamos por proyectos casi desde el inicio de la creación de Fundareser­va. Nos dimos cuenta, sobre todo respecto a los niños de preescolar y primaria, que todo lo que les genere sorpresa y asombro ayuda de manera más contundent­e a la construcci­ón de conocimien­to”, afirma Tatiana. Y continúa: “Al estar en la huerta y ver los procesos de crecimient­o de la semilla, de germinació­n, o cómo las hormigas o babosas se comen las verduras, entendimos que todo esto genera saber. Ni qué decir si observan los procesos vitales de algunos animales como el apareamien­to, la alimentaci­ón y la respiració­n”. Si bien tener proyectos pedagógico­s como alternativ­as productiva­s favorecerí­a económicam­ente la iniciativa de Fundareser­va, por ahora la huerta y la granja permite a los estudiante­s, además de construir conocimien­to, autoabaste­cer el restaurant­e escolar con algunos productos.

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