Opinión Eugenio Severín
Los jóvenes colombianos están en el segundo lugar en el mundo en términos de participación voluntaria en causas y organizaciones políticas, pese a la desconfianza que expresan tener en las instituciones. Esto abre la puerta para que el sistema educativo c
El ICCS es el Estudio Internacional de Educación Cívica y Formación Ciudadana que busca conocer cuán preparados están los jóvenes de octavo grado para asumir su papel como ciudadanos. Es el único análisis a gran escala de virtudes cívicas en los jóvenes y es desarrollado por IEA. Se aplicó por primera vez en 2009 y permite comparar resultados entre países en el tiempo.
Este estudio es especialmente importante en el contexto actual, pues en muchos países del mundo la democracia se encuentra, como mínimo, bajo amenaza de las tendencias populistas, xenofóbicas, nacionalistas y autoritarias. Solo en esta región vemos el delicado estado de la democracia en países tan disímiles como Brasil, Venezuela, Nicaragua, Haití y Estados Unidos, por mencionar aquellos en los que es más evidente.
El ICCS evalúa tres dominios: Contenidos: a) sociedad y sistemas cívicos, b) participación cívica, c) identidad cívica; cognitivos: a) conocimiento, b) razonamiento y aplicación; y aspectos afectivos conductuales: a) actitudes, b) compromiso cívico.
Respecto al primero de estos, Colombia se encuentra en lugares bastante bajos en conocimiento, similares a los de Chile, y supera solo a República Dominicana, Perú y México. La mitad de los estudiantes colombianos están en los niveles C, D, o E de menor conocimiento cívico.
Alarmante debería ser, en el plano de las actitudes, la muy baja confianza de los jóvenes colombianos en las instituciones políticas (gobierno, parlamento y tribunales de justicia). Por otro lado, la confianza general en las personas y en los medios de comunicación también tiende a la baja.
A nivel local, los jóvenes muestran un alto interés de intervenir en las elecciones (90%), y de hecho los estudios revelan que participan sobre el promedio internacional en la toma de decisiones en la escuela (49%). La participación voluntaria en causas y organizaciones pone a Colombia en el segundo lugar en el mundo, lo que nos habla de una juventud que, pese a la desconfianza, tiene un fuerte sentido de compromiso con su ciudad y su comunidad.
Todos estos hallazgos son una fuente riquísima de información para la acción del sistema educativo y de las escuelas. Si queremos que los estudiantes se conviertan en ciudadanos competentes y comprometidos, la educación es el camino que debe modelar, con hechos y acciones, las formas concretas en que la democracia puede y debe ser sostenida y fortalecida.
En primer lugar, se tiene que ofrecer en las escuelas un clima abierto a la conversación, respetuoso de la diversidad, inclusivo, en donde el diálogo sobre los temas de interés común sea normal y recurrente, incluyendo las conversaciones sobre actualidad.
Además de la enseñanza formal sobre las instituciones democráticas, sus funciones e historia, es fundamental que los jóvenes vivan en espacios auténticamente democráticos, en los que su opinión sea escuchada y respetada, incluso, y especialmente, cuando las decisiones de la autoridad no puedan hacerse cargo de sus visiones o reclamos.
Finalmente, es necesario valorar y estimular su participación en la vida social. El alto porcentaje de aquellos comprometidos con el voluntariado es un excelente punto de partida para seguirlos animando a actuar en favor de las causas que los estimulan: el medioambiente, la justicia, la solidaridad y la paz, temas fundamentales para garantizar países más sostenibles.
La historia de América Latina y la democracia está accidentada, llena de momentos dolorosos y traumáticos. Por lo mismo, con sus limitaciones, es tarea del sistema educativo asegurar que los ciudadanos que preparamos para construir nuestras comunidades futuras lo hagan desde la confianza y el compromiso con la democracia. Ya sabemos que el camino contrario nos lleva a lugares a los que no queremos volver.