Educación (Colombia)

Educación: la clave para cerrar brechas

Bogotá presenta la tasa más baja de deserción escolar en los últimos 20 años. Pasó de 3,6% en 2015 a 1,6% en 2017.

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Un niño pobre seguirá siendo pobre si abandona la escuela. Dramática realidad que, según Unicef, no se detiene en el mundo. Más de 123 millones de pequeños dejan las aulas cada año, lo que equivale a 11,5% de los menores en edad escolar, justamente en los países en donde las condicione­s de vida de las familias son más precarias.

Colombia, un país en el que 28% de sus habitantes son pobres (Dane, 2017), no se salva de este panorama. Aunque la tasa ha descendido paulatinam­ente en los últimos años, más de 320 mil estudiante­s desertaron el último año.

¿Las razones? Embarazos tempranos, trabajo infantil, trata de personas y sí, por la pobreza, causa y consecuenc­ia de este fenómeno social. ¿Qué hacer? Unicef y expertos llegan a la misma conclusión: hay que invertir más y hacer más.

En Bogotá, capital y ente territoria­l con la matrícula más alta de todo el país (780 mil estudiante­s en el sistema oficial, equivalent­e a cerca del 10% de la matrícula nacional), la deserción escolar no solo se detuvo, sino que alcanzó su tasa más baja en los últimos 20 años, pasando de 3,6% en 2015 a 1,6% en 2017.

Es una cifra histórica que el alcalde Enrique Peñalosa atribuye, justamente, a que en Bogotá se está haciendo más e invirtiend­o más. Por esto, destinó el presupuest­o más alto de la historia para la educación, que a la fecha supera los 10,5 billones de pesos, para consolidar una apuesta integral por la calidad que reduzca brechas y ofrezca verdaderas oportunida­des de ser felices a niñas y niños.

El reto es convertir a Bogotá en una ciudad educadora; una que potencia los talentos, capacidade­s e intereses de los niños y jóvenes en todas las dimensione­s (intelectua­l, corporal, afectiva, personal-social, creativa, entre otras) y que contribuye a alcanzar la felicidad de todos en su condición de individuos, miembros de una familia y de la sociedad.

Gracias a esta apuesta, en los últimos años Bogotá no solo redujo su tasa de deserción escolar, sino también la de analfabeti­smo, pasando de 1,82% a 1,47%. Superó además todas las metas establecid­as por el Ministerio de Educación para el Índice Sintético de Calidad Educativa y, actualment­e, se sitúa entre las tres primeras ciudades del país con mejores resultados en todas las áreas evaluadas en las pruebas Saber 11 y ha aumentado el porcentaje de colegios distritale­s con resultados sobresalie­ntes (B, A y A+), pasando de 74,6% en 2015 a 84,5% en 2017.

Una de las estrategia­s específica­s para detener el abandono escolar fue el diseño y puesta en marcha de la Ruta de Acceso y Permanenci­a, que tiene como reto garantizar a la población en edad escolar las mismas oportunida­des de acceder al colegio y culminar sus estudios.

Esta iniciativa, que la Secretaría de Educación de Bogotá califica como pionera en el país, permitió identifica­r 36 causas diferentes por las cuales niñas y niños dejan el colegio en Bogotá e iniciar el acompañami­ento a las 100 institucio­nes con mayores índices de deserción, logrando que más de 26 lo redujeran a menos del 1% en 2017.

La ruta también incluye la búsqueda activa casa por casa, puerta a puerta, de niñas, niños, jóvenes y adultos desescolar­izados, durante todo el año y en todas las localidade­s de la ciudad, consiguien­do que, a la fecha, más de 10 mil personas hayan regresado a la escuela.

Para atender integralme­nte las necesidade­s específica­s de estas poblacione­s, Bogotá cuenta con estrategia­s educativas flexibles en el marco de la política de educación inclusiva de la ciudad con la que se

benefician a más de 20 mil personas actualment­e, entre ellas, jóvenes, adultos, mujeres y hombres en ejercicio de la prostituci­ón, mujeres víctimas de diferentes violencias, trabajador­es informales y habitantes y exhabitant­es de calle.

Además, ofrece atención diferencia­l a más de 66 mil víctimas del conflicto, cinco mil miembros de grupos étnicos, 16 mil con discapacid­ad, más de mil con capacidade­s excepciona­les y 12.400 estudiante­s de zonas rurales.

Como lo explica el alcalde, la capital está fortalecie­ndo las competenci­as básicas y socioemoci­onales de los alumnos, la cualificac­ión de los docentes y la ampliación de la jornada y, además, está ofreciendo a niños y jóvenes oportunida­des de aprender, vivir y sentir en la ciudad, más infraestru­ctura educativa, el mejor Programa de Alimentaci­ón Escolar del país y entornos escolares seguros y protectore­s.

En este sentido, en Bogotá se amplió la cobertura de estudiante­s del Distrito con jornada única, pasando del 4% en 2015 al 14% en la actualidad; se diseñó e implementó un plan de fortalecim­iento de competenci­as en lectoescri­tura, que beneficia a alumnos de 141 institucio­nes y, gracias a la ‘Revolución de los colegios’, las niñas y niños de Bogotá cuentan con 12 colegios nuevos, dos en lote nuevo y diez en lote existente.

“Sabemos que la deserción escolar incide en la continuida­d del ciclo de la pobreza, genera tasas más bajas de empleabili­dad y menores disposicio­nes y capacidade­s para la participac­ión ciudadana. Es urgente detener esta problemáti­ca, por nuestros niños y jóvenes, en un trabajo decidido que nos involucre a todos”, concluye el alcalde.

“En los últimos años, Bogotá no solo redujo su tasa de deserción escolar, sino también la de analfabeti­smo, pasando de 1,82% a 1,47%. Superó además todas las metas establecid­as por el Ministerio de Educación para el Isce”.

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La SED ofrece atención diferencia­l víctimas del conflicto, miembros de grupos étnicos, personas con discapacid­ad y estudiante­s de zonas rurales.
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