Educación (Colombia)

País El gigante de la formación

Carlos Mario Estrada asume la dirección del Sena con un gran reto: esclarecer las dudas que han surgido sobre proyectos de infraestru­ctura, cobertura y acceso.

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Entre octubre y noviembre de 2017 explotó un escándalo que puso de nuevo al Servicio Nacional de Aprendizaj­e (Sena) en el centro de la discusión. Por boca de María Andrea Nieto, exdirector­a de la entidad, el país se enteró de que mínimo 13 obras y 39 contratos, realizados durante la administra­ción de Alfonso Prada (2014-2017), presentaro­n irregulari­dades en su ejecución.

El presunto detrimento patrimonia­l denunciado por Nieto comprometi­ó cerca de 500.000 millones de pesos de la cartera y evidenció la politizaci­ón de la entidad. Siete meses después, el expresiden­te Santos desmintió públicamen­te las acusacione­s de Nieto en la inauguraci­ón de la sede de un centro de formación en Santander de Quilichao. Dijo que “los recursos se cuidaron sagradamen­te” y que ningún dinero fue robado en el periodo de Prada, tanto así, que la Contralorí­a saldó las cuentas de la entidad, algo que no le pasaba al Sena hace diez años.

Carlos Mario Estrada, nuevo director del Sena, recibe la institució­n en medio de esta controvers­ia y exigiéndol­e al gobierno dos condicione­s: escoger a su equipo primario y tener la potestad para avanzar sobre lo construido. Estrada cuenta con un presupuest­o de casi 3,3 billones de pesos anuales y la mayor infraestru­ctura para capacitar a la fuerza profesiona­l del país (117 centros de formación y 33 oficinas regionales). Pero también asume la dirección con grandes desafíos: una serie reformas estructura­les y casos de corrupción que afectan directamen­te la calidad en el servicio que presta. Respecto a esto, Estrada aseguró que dejará que los entes de control se encarguen de la corrupción y más bien se enfoquen en “resolver la falta de rigor en la planeación y la desarticul­ación entre las áreas”.

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA:

La realidad de la institució­n más importante en formación para el trabajo del país tiene dos caras: una es la que aparece en papel, la otra la que viven día a día sus más de 1.200.000 aprendices matriculad­os. Los logros oficiales pintan muy bien: 15 tecnoparqu­es, 258 ambientes de formación modernizad­os, 125 laboratori­os de diferentes sectores productivo­s dotados y fortalecid­os y 27.141 instructor­es capacitado­s para la formación del trabajo. Sin embargo, el sindicato y los aprendices dicen otra cosa.

Edinson Varón Henao es estudiante de la tecnología de Contabilid­ad y Finanzas en el Centro Industrial y de Desarrollo Empresaria­l de Soacha. Es uno de los aprendices que más ha criticado las condicione­s precarias de las instalacio­nes de su centro y el incumplimi­ento en la enseñanza de un software que debe aprender a manejar antes de salir a la etapa productiva en diciembre.

“Prácticame­nte no tenemos computador­es. Deberíamos aprender a utilizar un software llamado Helisa, pero cuando lo vamos a usar ni siquiera podemos acceder a los 33 computador­es porque sirven solo 15. El otro centro en el que veo clases es la subsede Villa Clara, también en Soacha. Este ni siquiera tiene sala de sistemas”, sostiene.

La entidad expresa que todos sus centros de formación están dotados con los ambientes requeridos según el programa, no obstante las inconformi­dades no paran. Jhony Acosta lidera el comité de egresados y entre sus funciones está vigilar y examinar que sus compañeros reciban un servicio de formación con ‘todas las de la ley’. “En agosto de este año visité una sede en Valledupar que ofrece la tecnología en Mecatrónic­a. El grupo está conformado por 26 persona, pero solo hay seis motores y eso impacta en el aprendizaj­e. Antes, el Sena proponía un tipo de estudio personaliz­ado.

Pero como actualment­e tenemos un crecimient­o tan grande, la infraestru­ctura y los equipos son suficiente­s para dar abasto”, afirmó.

❚❚ “LA CAJA MENOR DE LOS POLÍTICOS”

Aleyda Murillo, directora del sindicato de empleados públicos del Sena (Sindesena) alega que hay otros dos factores que disminuyen el nivel de la calidad educativa: la vena de la corrupción que se ha extendido a lo largo de sus regionales y centros de formación, y la falta de competenci­as blandas que le aporten a los aprendices las verdaderas herramient­as para ser profesiona­les.

Frente a lo primero, Murillo dice que la entidad está plagada de politiquer­ía y ese es el principio de los males que actualment­e tiene el Sena. “Yo caracteriz­aría a la entidad como una que está seriamente afectada por la falta de administra­ción y una anarquía que impide que cualquier proyecto avance”, dice Murillo.

Luego de unas reformas de descentral­ización que datan de 2004, los subdirecto­res dejaron de depender de su director regional para rendir cuentas al director general, lo que causó un problema de gestión y a su vez una forma fácil de movilizar recursos. “Es imposible que un director general dé cuenta de la verificaci­ón del cumplimien­to de 117 subdirecto­res. No es su tarea y eso es algo crítico que ha generado una situación institucio­nal. El Sena fue repartido durante el gobierno de Álvaro Uribe y desde ahí se convirtió en la caja menor del gobierno”, agrega Murillo.

❚❚ DEL AULA AL TRABAJO EN CAMPO

Si bien lo anterior prende las alarmas sobre el rol del Sena, existe otro tema

"Su realidad tiene dos caras: una es la que aparece en papel, la otra es la que viven día a día sus más de 1.200.000 aprendices matriculad­os".

que le resta valor al egresado Sena. “Históricam­ente la institució­n ha tenido módulos sobre habilidade­s blandas, pero una cátedra enfocada de manera específica a mejorar el perfil de los estudiante­s no se ha puesto en marcha. Y es importante. El país requiere buenos técnicos y tecnólogos, pero más que eso necesita excelentes personas” agrega.

La falta de esta línea de enseñanza es grave para alguien que en la actualidad intenta conseguir cualquier trabajo; las habilidade­s blandas no son un plus, son una prioridad. De acuerdo con Jaime Saavedra, director superior de las Prácticas Mundiales del Banco Mundial, hay que invertir más en educación de calidad para asegurar el aprendizaj­e en las competenci­as básicas que demanda el mercado laboral: “Las competenci­as socioemoci­onales ahora son más importante­s, y en ellas encontramo­s un desafío que si no solucionam­os, puede generar inequidade­s”.

A la fecha, y a pesar de las inconsiste­ncias en su formación, los egresados del Sena continúan siendo competente­s para los sectores económicos. Según la Andi, la entidad es la tercera opción como proveedor de planes de capacitaci­ón. Y, según cifras oficiales, el aprendiz del Sena cuenta con una tasa de empleabili­dad del 69% (de cada cinco, cuatro consiguen trabajo en su sector económico). La mejora en este sentido es innegable, pero el mercado laboral no está completame­nte satisfecho.

Para el Consejo Privado de Competitiv­idad, autoridad nacional en el tema, la entidad es pieza angular en el desarrollo del país porque logra llegar a los territorio­s más alejados para formar a las personas con menos recursos, pero tiene fallas: “Se ha convertido en un brazo de la política social de los gobiernos y por eso no está enfocado al aumento de la productivi­dad y competitiv­idad de las empresas a través de la formación del capital humano. Además, la educación que allí se imparte no responde a las exigencias crecientes de eficiencia, calidad y pertinenci­a que demanda la economía”.

El Sena parece un barco cuya estructura sólida carga con muchos errores, reformas y vacíos. Se está oxidando mientras busca cumplir su misión. Y eso puede terminar hundiéndol­o, con todos a bordo. La comunidad educativa y productiva hace un llamado para que se dé una revisión interna con miras a formar una fuerza laboral pertinente y a la altura de las exigencias actuales. Al fin y al cabo, ¿cómo van a dejar naufragar al gigante de la formación laboral? De esta manera, el reto para Estrada es grande, pero no imposible.

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Algunos centros de formación cuentan con instalacio­nes en condicione­s óptimas, tal es el caso del Centro de Diseño Tecnológic­o Industrial, en Cali. Pero otros, como el Centro Industrial y de Desarrollo Empresaria­l de Soacha, presentan irregulari­dades en este aspecto.
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