Las ruinas de la guerra
El temblare fue el pretexto del artista Juan Manuel Echavarría para mostrar la relación de la guerra cm la educación rural. La idea es que las fotografías, que están expuestas en el Congreso de la República, incentiven la votación del Legislativo sobre un proyecto de ley de transporte escolar rural.
En los vestigios de una escuela, el artista antioqueño Juan Manuel Echavarría encontró la excusa perfecta para iniciar su proyecto Silencios, una serie de fotografías que revela el pasado y el presente de más de 100 instituciones rurales en los Montes de María, Putumayo y Caquetá. Echavarría cuenta que en el viejo Mampuján, en los Montes de María, vio un tablero verde cuarteado, en el que se alcanzaba a ver lo que pudo haber sido una última lección: “Lo bueno es estar vivo”. Fotografió la pizarra en marzo de 2010 y desde entonces eligió este elemento tan básico de la educación para mostrar, entre otras cosas, cómo la guerra puede entrometerse en las aulas, un espacio que en otro tiempo fue un lugar de encuentro para las familias campesinas. En su recorrido por los lugares más apartados de la geografía colombiana, Echavarría encontró escuelas ocupadas por campesinos desplazados que, después de la guerra, regresaron y no encontraron otro espacio para vivir. De ahí las imágenes de las aulas convertidas en habitaciones. También fue testigo de cómo el abandono y el paso del tiempo acabaron con techos, puertas y paredes. Aunque la exposición pasó por el Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo), este año el artista decidió exponer nuevamente las fotografías, pero esta vez en un recinto atípico: el Congreso de la República. La idea de Echavarría es concientizar a congresistas y funcionarios del Estado sobre la importancia de discutir y votar un proyecto de ley de transporte escolar rural que propuso Juanita Goebertus, representante a la Cámara por el partido Alianza Verde. El proyecto reza que en departamentos como Boyacá, Magdalena, Norte de Santander, La Guajira y Casanare los niños deben caminar desde una hora y media hasta tres horas para llegar al colegio, lo que, en muchos casos, se convierte en uno de los factores de deserción escolar. Por lo tanto, garantizar el servicio de transporte en la ruralidad no solo ayuda a cerrar las brechas de acceso a la educación en estas zonas, sino que además permite desarrollar el punto uno del acuerdo de paz: la reforma rural integral.