Daniel Uribe
Desde el sector privado, varias organizaciones trabajan en pro del desarrollo social del país. Debemos aunar esfuerzos para generar mejores resultados.
La educación es el principal tema que las organizaciones de la sociedad civil buscan impactar. Tenemos la clara convicción de que esta es una estrategia primordial para transformar una sociedad, promover la equidad y el desarrollo social. De igual manera, reconocemos que para generar cambios en la educación, se debe hacer una inversión de largo plazo y trabajar de forma mancomunada entre el Gobierno nacional, los gobiernos locales, la sociedad civil y las entidades de educación y formación, con el fin de poder percibir cambios de mayor escala en la sociedad. Sin embargo, esto último no se está dando, y debemos revaluar cómo estamos aportando a esta agenda común.
De acuerdo con los reportes más recientes de la Asociación de Fundaciones Empresariales (AFE), más del 47 % de las fundaciones están enfocadas en la educación. De igual manera, mediante Empresarios por la Educación, se reconoce que hay una inversión superior a 120.000 millones de pesos anuales en promoción de la enseñanza en sus diferentes niveles de intervención, desde atención integral en primera infancia hasta becas en educación superior. Pero, a pesar de estos recursos, trabajan de forma aislada, lo cual no permite alcanzar un resultado potencial.
Muchos de quienes se dedican a la educación en el país conocen sobre Ángela Escallón Emiliani, quien trabajó toda su vida por la equidad en Colombia, labor que desempeñó durante sus últimos años desde la Dirección Ejecutiva de la Fundación Corona. Parte del legado que Ángela dejó al sector social y al país es la importancia de trabajar de forma articulada y reconocer que lo que se construye desde las fundaciones es un bien público.
Un claro ejemplo de cómo se pueden aunar esfuerzos para una agenda común fue la alianza público-privada de Cero a Siempre, en la que más de 20 socios reconocieron sus fortalezas y capacidades para construir una política pública en primera infancia. Hay fundaciones que tienen como fortaleza operar en terreno bajo esquemas innovadores. Otras cuentan con experiencia en fortalecer las capacidades de otras organizaciones y también pueden tener un enfoque de incidencia en política pública, y es fundamental trabajar desde este reconocimiento. Las fundaciones estamos llamadas a fortalecer el sistema. No debemos remplazar la institucionalidad; debemos crear innovaciones y mejoras que ayuden a hacer un cambio con calidad y sostenibilidad.
Hace un par de semanas, el Ministerio de Educación invitó a las fundaciones que trabajan en esta agenda para conocer las prioridades y metas del Gobierno. Algunas de estas están registradas en el Plan Nacional de Desarrollo y otras se están incorporando al Plan Sectorial de Educación. Hay una gran oportunidad para crear alianzas entre las fundaciones que trabajan temáticas en común: formación docente, educación media, educación rural, formación para el trabajo, entre otras, evitando duplicar esfuerzos. Asimismo, se puede reconocer en cuáles espacios el Gobierno nacional y los gobiernos locales pueden adelantar acciones a través de alianzas público-privadas para apalancar más recursos y generar mejores resultados y un mayor impacto.
Debemos trabajar en equipo desde nuestras fortalezas. Si como país tenemos una visión más clara de hacia dónde vamos y las prioridades estratégicas para llegar ahí, hay muchas posibilidades de articulación entre actores públicos y privados.
“Más del 47 % de las fundaciones están enfocadas en la educación [...] Pero, a pesar de todos estos recursos, trabajan de forma aislada, lo cual no permite alcanzar su potencial resultado”.