Educación (Colombia)

Retos de la política en primera infancia

A pesar de los avances logrados en la atención de los más pequeños, la informalid­ad sectorial y la calidad pedagógica presentan un gran desafío.

- por Andrés Aragón Asesor en Primera Infancia

Como ha demostrado la evidencia científica internacio­nal en innumerabl­es ocasiones, los países deben sostener e incrementa­r las inversione­s en la primera infancia si pretenden tener retornos sociales más altos en el mediano y largo plazo.

Por esta razón, en su agenda pública para el desarrollo tienen que incluir la meta de ofrecer servicios educativos de calidad y con cobertura universal para la primera infancia. Tanto es así que es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.

Colombia ha sido pionera en Latinoamér­ica en estos aspectos y ha transforma­do significat­ivamente los servicios dirigidos a esta población en los últimos años. Por medio de la política de atención integral a la primera infancia De Cero a Siempre, el país ha logrado aumentar la cobertura de los programas de educación inicial, al pasar de atender integralme­nte a 566.000 niños en 2011 a más de 1,2 millones en 2017.

También ha conseguido cualificar y formar el talento humano, promover el acceso a los derechos culturales de los menores y aumentar la cobertura del Programa Ampliado de Inmunizaci­ones y el Sistema General de Seguridad Social en Salud, entre otros.

Estos avances en política pública han producido impactos significat­ivos en varias de las dimensione­s del adelanto de los niños que han participad­o de sus servicios. Incluso han reducido la brecha socioeconó­mica de desarrollo temprano

entre los pequeños más vulnerable­s y los que no, en aproximada­mente un 35 %, de acuerdo con la Encuesta Longitudin­al Colombiana de la Universida­d de los Andes.

Sin embargo, de manera paralela a las mejoras de cobertura en educación inicial pública, siguen planteando grandes desafíos la informalid­ad sectorial, la imposibili­dad del Estado para hacer seguimient­o a la garantía del derecho a la educación de los más pequeños, el tránsito de los niños por los diferentes tipos de servicios y la calidad pedagógica en los mismos.

❚❚ CALIDAD EDUCATIVA

Por esta causa, en 2016, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (Ocde) le recomendó al país direcciona­r sus esfuerzos de política educativa en tres aspectos fundamenta­les:

1. Fortalecer la estructura del sistema para la atención integral a la primera infancia;

2. Garantizar el acceso universal y una transición exitosa a la escuela y 3. Mejorar los beneficios educativos en los servicios.

En 2017, de acuerdo con el DNP, existían 5.875.633 niños entre 0 y 6 años de edad. De ellos, el ICBF atendió aproximada­mente 1.801.028 menores en distintas modalidade­s, entre integrales y tradiciona­les de educación inicial, mediante más de 74.390 unidades de servicio en el ámbito nacional.

Adicionalm­ente, la oferta pública y privada de educación preescolar atendió a 940.000 pequeños. Actualment­e, el Gobierno no puede determinar con claridad el estado de la educación para los restantes 2.748.471 niños en primera infancia en términos de cobertura. Y tampoco puede hacer seguimient­o a las condicione­s de calidad en las que se ofrecen estos servicios, especialme­nte en el sector privado, dados los procesos de supervisió­n contractua­l que adelanta el ICBF en sus modalidade­s de atención.

También está ampliament­e demostrado que los retornos sociales de la inversión en la primera infancia en el largo plazo tienen una relación directa con los altos niveles de calidad en la educación inicial.

Por esto y por el desconocim­iento acerca de las condicione­s de los servicios educativos, especialme­nte privados, se debe impulsar un sistema de monitoreo universal que delimite las responsabi­lidades de los actores, nacionales y locales, involucrad­os en esta etapa escolar. Y más importante aún, que trascienda los mecanismos tradiciona­les de inspección, vigilancia y control del sector educativo hacia un sistema de mejoramien­to continuo.

Así las cosas, el país debe estar en condicione­s de responder el ¿Qué?, el ¿Cómo?, y el ¿Dónde? de los servicios educativos dirigidos a los niños en primera infancia. Y desde ahí plantear sus metas en política educativa.

Por otro lado, este modelo tiene que materializ­arse con una concepción de calidad holística que trascienda las definicion­es basadas en cumplir los estándares definidos por el Gobierno nacional y que, a su vez, enfrente los desafíos en términos de calidad pedagógica.

De acuerdo con el ministerio del ramo, en 2018, la calidad pedagógica en la modalidad de educación inicial institucio­nal del ICBF (en su mayoría Centros de Desarrollo Infantil) estuvo en un nivel medio, en una escala de 2,33 sobre 4. Un aumento de una unidad en esta se asocia a mejores resultados en razonamien­to lógico-matemático (+5,1 %), lenguaje (+7,9 %), funciones relacionad­as con la memoria de trabajo y control (+11,7 %), habilidade­s para tomar responsabi­lidad por las acciones propias, ser empáticos y expresar sus emociones (+5,5 %) y menores comportami­entos agresivos (-22,1 %).

Así mismo, el ministerio rescató la necesidad de promover prácticas pedagógica­s fundamenta­les basadas en actividade­s de exploració­n del ambiente y en las que los niños se manifieste­n por medio de la música y se expresen a través de las artes plásticas.

Si bien el país ha avanzado significat­ivamente en el trabajo de consolidar orientacio­nes técnicas al respecto, aún falta recorrer un largo camino hacia su apropiació­n.

Lo anterior debería motivar una política de calidad educativa enfocada en fortalecer el talento humano y las condicione­s que permitan potenciar las interaccio­nes presentes en los servicios. Por ejemplo, que la maestra haga preguntas abiertas que conduzcan al pensamient­o creativo de los niños; proporcion­e retroalime­ntación regularmen­te de manera positiva y promueva nuevas ideas; conecte el aprendizaj­e de los pequeños con sus experienci­as, con lo que ya saben y con lo que pueden hacer y donde tengan autonomía para elegir actividade­s, entre otras.

Está demostrado que la educación inicial y preescolar no es un asunto netamente de cobertura, ni de exclusiva atención a la oferta pública. En Colombia tenemos grandes desafíos que nos involucran a todos, al Estado, a las familias y a la sociedad civil. Esto si queremos asegurar nuestro desarrollo como nación a largo plazo.

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Con la política de atención integral a la primera infancia, se ha logrado aumentar la cobertura de programas de educación.

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