Educación (Colombia)

Los cambios que se avecinan para la acreditaci­ón de alta calidad

El ministerio trabaja en actualizar el modelo de acreditaci­ón para madurar aspectos como la diversidad institucio­nal, el buen gobierno y los objetivos académicos.

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El Sistema Nacional de Informació­n de la Educación Superior (SNIES) indica que hay 360 institucio­nes de educación superior (IES) en Colombia, pero solo 89 están acreditada­s como de alta calidad. Además, de 11.328 programas académicos en el territorio nacional, solo 1.677 cuentan con ese sello. Este evalúa el cumplimien­to de los objetivos y la pertinenci­a de la oferta académica, el bienestar, el desarrollo de la investigac­ión, la innovación y la creación artística y cultural.

Con el fin de actualizar la manera como se ha medido la actividad en su nivel superior, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) convocó en 2018 y 2019 a 29 talleres denominado­s La Calidad es de Todos. Allí participar­on al menos 600 representa­ntes de 247 IES del país.

La idea, según manifiesta la ministra María Victoria Angulo, fue “dar respuesta a las dinámicas y tendencias globales, que evidencian la necesidad de reestructu­rar un sistema de aseguramie­nto de la calidad basado en resultados de aprendizaj­e, que sea incluyente y articulado, que reconozca y promueva la diversidad”.

A dichos encuentros también asistieron el Consejo Nacional de Educación Superior, el Consejo Nacional de Acreditaci­ón y la Comisión Nacional Intersecto­rial de Aseguramie­nto de la Calidad de la Educación Superior (Conaces). Como resultado, crearon las bases del Decreto 1330 del 25 de julio de 2019, que establece las condicione­s de calidad para el registro calificado, “donde no solo se evalúan las capacidade­s y los procesos de las institucio­nes y programas académicos, sino los resultados académicos que vinculan el aprendizaj­e de los estudiante­s”, explica Angulo.

Para Javier Duván Amado Acosta, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Institucio­nes de Educación Superior con Formación Técnica Profesiona­l, Tecnológic­a o Universita­ria (Aciet), el país ha dado buenos pasos en este sentido. Por eso, en los próximos tres años las institucio­nes que hacen falta deberían dar el salto hacia la calidad.

“El Decreto 1330 consideró la naturaleza y las diferencia­s entre los programas. Por ejemplo, si dos universida­des ofrecen administra­ción de empresas, ya sea cerca del mar o cerca de una zona selvática, pero una es una institució­n muy antigua y la otra, muy reciente, ambas deberán ser evaluadas desde su énfasis, su aporte de valor a la sociedad y sus diferencia­s en recursos y capital humano”, explica.

Por su parte, Carlos Mario Molina Betancur, director de la Asociación Colombiana de Facultades de Derecho (Acofade), opina que dicha legislació­n, aunque completa, “se queda corta en materia de solicitud de registros calificado­s

de institucio­nes técnicas y tecnológic­as, así como en materia de programas y universida­des que solicitan registros virtuales o reconocimi­ento en acreditaci­ón”.

DIVERSIDAD, INVESTIGAC­IÓN Y EGRESADOS

Por eso, el ministerio trabaja en actualizar el modelo de acreditaci­ón en alta calidad, que contempla aspectos transversa­les. Entre ellos están la diversidad de las institucio­nes –por la gente que atiende y la localizaci­ón geográfica–; el reconocimi­ento de la oferta académica, cualquiera sea su modalidad (presencial, a distancia, virtual, dual u otros desarrollo­s que los combinen e integren); la incorporac­ión de los principios de buen gobierno; y, por supuesto, la alta calidad y pertinenci­a en el cumplimien­to de sus labores formativas, académicas, docentes, científica­s, culturales y de extensión.

“Una de las grandes críticas que se hace a la actual legislació­n es no haber tenido en cuenta las realidades socioeconó­micas y geográfica­s de algunos territorio­s alejados de los grandes centros urbanos, como San Andrés, el noreste de La Guajira, el Pacífico, la Orinoquia y la Amazonia, donde no hay cobertura de educación superior, o si existe, puede encontrars­e a horas”, comenta Molina. De ahí que, “con tan grandes diferencia­s territoria­les y socioeconó­micas, la legislació­n actual debería tener una reglamenta­ción especial para medir de forma diferente las 15 condicione­s de calidad al momento de obtener un registro calificado o una acreditaci­ón en programas o institucio­nes”, enfatiza.

La apuesta por asegurar la calidad resulta ambiciosa si se tienen en cuenta otros aspectos. Entre estos, la tasa de cobertura en educación superior –que se ubica en 53 por ciento– y la tasa de desocupaci­ón en América Latina, que fue de casi 20 por ciento en el tercer trimestre de 2019, lo que significa que uno de cada cinco jóvenes no consigue empleo en la región. Este es el porcentaje más alto registrado en la última década, según la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo.

A propósito, el director ejecutivo de Aciet hace énfasis en apoyar la vida laboral de los estudiante­s mediante la integració­n del Servicio Público de Empleo con el trabajo de las IES. “Las vacantes no llegan a las universida­des, y las universida­des tienen sus propias bolsas de empleo, es decir que no dialogan entre sí. Los jóvenes deben vincularse a una vacante desde que son estudiante­s, pero, mientras estemos dispersos, no lo vamos a lograr”, apunta Javier Amado.

Tampoco se puede dejar a un lado la investigac­ión. Hay material en las institucio­nes de educación superior, no obstante, como resalta Amado, se ha quedado guardado. “Se requieren espacios de interrelac­ión para transferir conocimien­to a la sociedad, esperamos que el Ministerio de Ciencia se esfuerce por generarlos”.

Para atender el desafío, emprenderá­n entonces un trabajo articulado, que tenga en cuenta tanto los registros calificado­s como las acreditaci­ones de alta calidad. “Así, se fortalecer­á la confianza en el Sistema Nacional de Acreditaci­ón, mediante la autorregul­ación de las institucio­nes y los programas académicos acreditado­s, en armonía con las dinámicas sociales, culturales, científica­s, tecnológic­as y de innovación”, concluyó la ministra.

El ministerio expide la acreditaci­ón de alta calidad a las universida­des o los programas académicos que cumplen estándares superiores a los exigidos para obtener la licencia de funcionami­ento.

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