Crianza con los abuelos: los pros y los contras
En el país no es extraño que en algunas circunstancias los abuelos también cumplan el rol de padres. ¿Cuál es el impacto en la crianza?
La alegría y el valor de vivir una relación cercana con un abuelo no se puede sobreestimar. Tenerlos cerca en el proceso de crianza significa contar con experiencia y consejos invaluables para el proceso de formación. Sin embargo, cuando los abuelos cumplen además el rol de padres, la situación puede plantear retos para todos.
Con frecuencia cada vez mayor, los abuelos deben cuidar de sus nietos por muchas causas. A veces porque sus hijos afrontan un mercado laboral competitivo, en el que ambos trabajan la jornada completa. En otras ocasiones, porque solo está uno de ellos. Incluso, porque los padres no están en capacidad económica de hacerse cargo.
En el país no hay cifras consolidadas, pero este es un fenómeno global. Por ejemplo, en Estados Unidos más de 3 millones de niños viven con sus abuelos y el número aumenta con rapidez. En México el tema abarca a 1,9 millones de infantes entre 0 y 6 años.
A veces, las madres tienen la opción de pagar una niñera o de inscribir al niño en un jardín, pero no quieren dejarle el cuidado de sus pequeños a un extraño. “Prefiero que mi madre cuide a mi hija”, dice Sonia, quien tiene una niña de 2 años.
Por otra parte, ante el aumento de la expectativa de vida, muchas personas tienen nietos cuando todavía disponen de mucho arrojo. Así le pasa a María Teresa, una experta en lenguas que cuida a su nieto Simón, de 3 años. “Corro con él, me agacho, le juego; todavía tengo bastante energía”, dice. Hasta los hombres hacen este papel a las mil maravillas. Catalina, madre de Luca, señala que su papá le ha ayudado a cuidar a su pequeño. “Él lo recoge temprano, le cambia pañales, le da compotas y lo cuida todo el día hasta que vuelvo de la oficina”.
Estas prácticas comunes pueden aportar a la crianza de los niños. Pero es muy diferente cuando los abuelos sustituyen en su totalidad el rol de los padres. Claudia Quintero, miembro del equipo coordinador del Fondo de Innovación de Desarrollo Infantil Temprano del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), explica que los niños que crecen en hogares con salto generacional tienen más problemas emocionales y de comportamiento, menos años de escolarización y más problemas de aprendizaje.
En un primer estudio del tema para América Latina, el BID junto con el Ministerio de Educación de El Salvador, Visión Global e Innovations for Poverty Action buscan entender el contexto de hogares con salto generacional y otras situaciones con padres ausentes.
En un primer paso censaron 24.836 hogares. Allí encontraron que una de cada tres de las familias con niños carecen de uno de los padres. En las que faltan ambos progenitores, los abuelos asumen el rol de principales cuidadores de los niños.
En uno de los hallazgos más importantes, detectaron que los niños que crecen sin sus padres reciben menos atención. Sus cuidadores dedican menos tiempo para actividades como leer, cantar y jugar. También, estos niños tienen una menor variedad y número de juguetes que estimulan el desarrollo cognitivo, como los bloques o las figuras geométricas.
Para Quintero, los menores que crecen sin sus padres alcanzan menos hitos de desarrollo infantil temprano, algo muy impactante. Como hitos del desarrollo infantil temprano se encuentran, por ejemplo, la capacidad de alcanzar un juguete a los 6 meses, estar de pie con apoyo a los 9 meses y aplaudir al año (ver gráfica).
La situación anterior queda en evidencia en el estudio de la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica sobre el papel de los abuelos en la crianza. Allí concluye que problemáticas asociadas a la custodia y convivencia con los abuelos tienen que ver con el bajo rendimiento académico, problemas de aprendizaje o ausentismo escolar y desescolarización.
Cuando los abuelos participan en la formación junto con los padres, surge una situación peculiar. La Comisaría de Familia de la localidad de Usaquén recogió el siguiente caso que muestra las dificultades generadas en hogares que funcionan con esta dinámica. “En mi casa todo el tiempo se desautorizan órdenes entre mi mamá, mi tía y mi abuela; si pido un permiso y mi mamá no me lo da, mi tía y mi abuela me dicen que vaya, que no hay problema. Mi figura de mamá es mi abuelita y mi tía, yo me crié prácticamente con ellas, porque mi mamá siempre ha trabajado y no tuvo tiempo para estar conmigo”.
La psicóloga Laura Reguera tiene un máster en Inteligencia Emocional, Intervención en Emociones y Salud de la Universidad Complutense de Madrid. Para ella, si los abuelos son capaces de tomar una postura que equilibre a las dos partes, ofrecen una fuente de solución de problemas muy conveniente para todos. Sin embargo, también pueden causar conflictos, pues suelen pensar que ellos educarían a sus nietos de forma distinta a como lo hacen sus propios hijos. “Esto puede generar conflictos si los progenitores sienten que su autoridad de padres está cuestionada”.
Para Reguera, padres y abuelos presentes en la formación deben dejar muy claro el rol y responsabilidad de cada quien. “La realidad es que esa mayor sobreprotección de los abuelos no tiene por qué derivar en que los niños desobedezcan a sus padres. Pero es importante que papás y abuelos definan los valores y las normas vertebrales en la educación”.
Los niños que crecen sin sus padres reciben menos tiempo para actividades como leer, cantar y jugar. Además, cuentan con una menor variedad de juguetes.