¿Qué se viene en educación?
Los niños y jóvenes no pueden estar alejados indefinidamente de las instituciones educativas. Al igual que la economía, la educación comenzó su reactivación.
¿Qué podemos esperar de cara al nuevo año?
Siete meses después de la llegada de la pandemia a Colombia y con la reactivación económica en marcha, para muchas familias aún es una incertidumbre lo que pasará con el regreso de 10 millones de estudiantes de básica y media a las aulas. Los niños esperan reencontrarse con sus amigos, pero este asunto es uno de los más espinosos de la nueva normalidad, sobre todo porque genera temor en los padres de familia y en algunos profesores, y aún no hay ninguna conclusión concreta sobre la contagiosidad de los pequeños.
Pero tener a los niños encerrados indefinidamente hasta que haya una vacuna no es una posibilidad. Uno de los grandes retos de cara a 2021 es crear un esquema de alternancia que cree confianza en toda la comunidad educativa.
En el caso de la educación superior, las instituciones parecen haber atravesado el momento más duro; la deserción fue menor que la esperada, pero no significa que esta situación se haya superado y que no existan inmensos desafíos como la preparación de profesionales que se adapten a las nuevas necesidades de las empresas en medio de la llamada ‘nueva normalidad’. ¿Cuál es el panorama de la educación de cara al nuevo año?
La reapertura de jardines y colegios en Colombia es una realidad. Desde septiembre pasado, en diferentes regiones del país se han visto imágenes que parecían improbables en medio de esta coyuntura. Los primeros niños comenzaron el retorno a las aulas de clase bajo estrictos protocolos de seguridad.
Los miles de menores que volvieron a sus escuelas y se reencontraron con sus amigos tras meses de educación a distancia son la prueba de que el retorno seguro es posible, aunque no sea una tarea fácil y hasta el momento la reapertura de colegios sea a cuentagotas.
De las 96 secretarías de Educación en el país, 40 ya iniciaron sus planes piloto de reapertura en los colegios oficiales. En los lugares donde ya se adelantan no es una generalidad el regreso de los niños. Por ejemplo, de los cerca de 400 colegios públicos de Bogotá, que acogen más de 750.000 alumnos, solo en cerca de 25 iniciaron con los planes piloto de reapertura.
El panorama de los privados no es muy distinto; no es tarea fácil ni económica reabrir con todas las condiciones de seguridad. De 1.740 colegios y jardines privados de la capital, solo alrededor de 100 retornaron a la presencialidad. La inmensa mayoría aún está preparando y ajustando los protocolos de acuerdo con lo que exige la Alcaldía.
“El regreso a clases de nuestros estudiantes se hace de manera voluntaria; pero al mismo tiempo entendemos la urgencia de nuestros alumnos que no cuentan con conectividad y desean volver al colegio. Siguiendo los protocolos, establecimos un tope de 150 estudiantes que podemos atender por día: 100 estudiantes estarían en clases presenciales y otros 50 estarían conectados a computadores poniéndose al día con sus tareas y guías. Toda esta operación se desarrollaría en bloques de cuatro horas por día y trabajando en burbujas de máximo 12 personas”, explicó Diana Sánchez, rectora del Colegio Jaime Garzón, una de las pocas instituciones públicas de la capital que reabrió.
A pesar de que el regreso a clases no es una generalidad, la situación parece inquietar a la inmensa mayoría de familias. Un sondeo de la Confederación Nacional de Padres de Familia reveló que el 81 por ciento no está de acuerdo con enviar a los pequeños a clases presenciales. En Bogotá, una encuesta de la Alcaldía mostró que solo un 12 por ciento de los padres está dispuesto a enviar a sus hijos al plantel.
En redes sociales es común leer mensajes de madres y padres cuestionando la decisión de las autoridades de
reabrir las escuelas en estos momentos, cuando ya quedan pocas semanas para terminar el año escolar.
La respuesta, aunque a algunas familias les preocupe, es que el modelo de alternancia mediante el cual están abriendo las primeras instituciones educativas llegó para quedarse. La estrategia de dividir en grupos pequeños a los estudiantes, turnando las clases presenciales con las virtuales a fin de evitar aglomeraciones y cumplir con las medidas de bioseguridad, se desarrollará durante 2021.
“Cuando se compartían protocolos desde junio, muchos padres preguntaban por qué la insistencia de comenzar a hacer pilotos cuando quedaban pocas semanas, y la razón es que el año 2021 será de alternancia”, explicó la ministra de Educación, María Victoria Angulo.
Es claro el temor de los acudientes, y son ellos quienes en últimas decidirán si envían a sus hijos a clases presenciales o no. “Los padres no están obligados a enviar a sus hijos a los colegios”, ha dicho en varias ocasiones la ministra Angulo.
Sin embargo, muchos expertos aseguran que si bien no se puede desestimar el temor de los padres y su deseo de proteger a sus hijos, la decisión de aislarlos por más tiempo puede terminar siendo muy grave. Jorge Eslava, director del Instituto Colombiano de Neurociencias, se preguntó si las familias ven viable tener alejados a los pequeños de la vida escolar indefinidamente hasta que haya una vacuna. “Creo que debemos escuchar a los niños; saber ellos qué quieren. Son ellos los más afectados y no los escuchamos”, dijo el experto, quien recordó que el 88 por ciento de menores de edad en el país ha tenido alguna afectación en su salud mental o aprendizaje por cuenta de la pandemia y el cierre de colegios.
Si bien la falta de confianza de los padres es un aspecto en el que deben trabajar las autoridades de cara a 2021 para lograr que más niños vuelvan a las escuelas, ese no es el único reto que tienen que afrontar. A la fecha, la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), que agremia a cerca de 200.000 docentes del sector público, se
mantiene inamovible en su posición de no a la alternancia educativa mientras no vean una inversión importante para cumplir los protocolos: “No es que nosotros no queramos volver. Como los niños, extrañamos la escuela, pero no hay garantías”, señala su presidente Nelson Alarcón.
El episodio más reciente de la tensión entre los profesores y las autoridades sobre la reapertura se vio en Bogotá. La alcaldesa Claudia López les envío un mensaje a los gremios docentes diciendo que en enero de 2021 la educación en Bogotá tenía que volver “sí o sí”: “Quiero mucho a la ADE y a Fecode, pero el próximo año vuelve la educación sí o sí (...) Se van a tener los tapabocas, el alcohol, todos los elementos, pero la educación vuelve en enero sin excusas”, dijo.
El mensaje no cayó bien en los maestros, quienes responsabilizan a las autoridades de no poder regresar a los salones. “Nosotros queremos volver sin excusas, pero la de las excusas es usted, alcaldesa. La excusa del presupuesto no les permite invertir en la bioseguridad de las escuelas, en el personal que aplicará los protocolos, en toda la estrategia para que la alternancia funcione. “No siga sacando excusas y volvamos a clases, alcaldesa”, respondió el presidente de la Asociación Distrital de Educadores (ADE), William Agudelo.
Desde el Gobierno nacional se asegura que el plan de alternancia es claro y ya está financiado y en curso: “Cuenta ya con los recursos. Esto de pronto no se conoce en todos los espacios, y hay que decirlo: fueron girados inicialmente más de 99.000 millones de pesos”, dijo la ministra, quien aseguró que los protocolos de bioseguridad no solo son para estudiantes, sino para toda la comunidad educativa, y resaltó el “esfuerzo tan grande que hacemos por nuestros maestros y directivos”.
Por el momento, ambas partes parecen inamovibles. No obstante, la reapertura de colegios es fundamental para evitar que las cifras de deserción sigan creciendo, ya que desde que inició la pandemia, según el sistema de matrículas Simat, se han retirado 102.880 niños de la educación pública.
UNIVERSIDADES, SUPERANDO EL REMEZÓN
El 16 de marzo, cuando se suspendieron las clases presenciales en el país, cerca de 40 universidades enviaron una carta al presidente Iván Duque para advertirle que la matrícula podría caer hasta 50 por ciento. Luego, la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), que reúne más de 80 instituciones, alertó que la deserción estaría entre 23 y 25 por ciento.
Pronósticos catastróficos para el sector, que presagiaba entre 600.000 y 1,2 millones de alumnos universitarios menos. Sin embargo, estas predicciones no se han cumplido. Hoy, muchas de las aulas universitarias permanecen casi vacías, pero no por falta de estudiantes, sino porque las universidades han comenzado a regresar paulatinamente a sus instalaciones.