Al colegio, a aprender
Escolarización no necesariamente significa aprendizaje. El Banco Mundial, en su informe “Aprender para hacer realidad la promesa de la educación”, analiza a profundidad los principales problemas de los sistemas educativos y las estrategias para resolverlo
El informe sobre el desarrollo mundial, publicado anualmente desde 1978, es uno de los documentos más preciados para diferentes comunidades, ya que analiza situaciones económicas, sociales y ambientales que impactan al mundo de hoy. Con este documento, el Banco Mundial, además de presentar análisis profundos, recomienda normativas que suelen ser tenidas en cuenta por reconocidas organizaciones internacionales y gobiernos. El informe del 2018, “Aprender para hacer realidad la promesa de la educación”, es especial. Es el primero que el Banco dedica a la educación y pone sobre la mesa una discusión central sobre la efectividad de los sistemas educativos: escolarización no es lo mismo que aprendizaje y no siempre lo primero lleva a lo segundo. Por intuitiva que pueda parecer esta afirmación, sus implicaciones en políticas educativas de Estado son profundas.
Unas malas condiciones de vida no permiten aprovechar las bondades del sistema educativo.
“El perro se llama Fido”, fue una de las oraciones que leyeron algunos niños de tercer grado de Kenia, Tanzania y Uganda –todos países africanos–. Sin duda, se trata de una simple oración para quien esté leyendo este artículo. La sorpresa es que el 75 % de estos niños, escolarizados, no pudo descifrar su significado. El informe comienza con la exposición de cifras de esta magnitud y continúa enumerando las pruebas (todas ellas básicas) que los niños no pudieron resolver. Las políticas públicas que logran importantes avances están ligadas a un aprendizaje de carácter prioritario. El caso más ejemplar de esta hipótesis es el de la República de Corea: en 1950 era una sociedad devastada por la guerra y sus tasas de alfabetización estaban igual de deshechas. Cinco años después, en 1955, el país había alcanzado la matrícula universal, con niveles altos de aprendizaje y los mejores resultados en las pruebas de aprendizaje. Además de analizar los casos exitosos de diferentes países, el Banco Mundial define tres dimensiones que dan cuenta de la crisis: resultados de aprendizaje poco satisfactorios, sus causas inmediatas y sus causas sistémicas más profundas. Respecto al primer punto, el informe señala que, contrario a lo que dicta el sentido común, los niveles de aprendizaje son bajos y los procesos que deben desarrollarse en la escuela no están ocurriendo. A esto se suma la inmensa brecha que crea la desigualdad: mientras que, al final de la escuela primaria, solo el 5 % de las niñas pertenecientes al quintil de hogares más pobres en Camerún tiene los conocimientos para continuar en la escuela, el 76 % de las niñas del percentil más rico cumple con los requisitos. La situación se agrava cuando se tiene en cuenta que las mejoras del aprendizaje en todo el sistema suelen ser lentas. Al adentrarse en el segundo punto y analizar las causas inmediatas de la crisis en el aprendizaje, se resalta que son ellas las que rompen la relación entre enseñanza y aprendizaje. Las cuatro causas de este quiebre son: el hecho de que los niños no lleguen a la escuela preparados para aprender; la falta de competencias y motivación de los docentes para enseñar eficazmente; la tardanza o la inexistencia de insumos en las aulas de clase; y una mala administración y gobernanza. Que los niños no lleguen preparados para aprender esconde detrás muchas condiciones extraescolares como la malnutrición, las enfermedades y las escasas inversiones de los padres, que menoscaban el desarrollo físico y cognitivo de los niños. Unas malas condiciones de vida no permiten aprovechar las bondades del sistema educativo. Ahora bien, el caso de los docentes es similar, ya que la mayoría de los sistemas educativos no atraen postulantes con perfiles sólidos y ofrecen pocas oportunidades de capacitación. La situación se agrava cuando no hay recursos con qué trabajar y el manejo de los pocos insumos es reprochable. El panorama termina de cerrarse cuando la mala administración de las instituciones educativas no resuelve efectivamente los problemas, haciendo ineficiente el sistema. De la mano de estos problemas, corren problemáticas más profundas y a menudo invisibles. Lo más preocupante es que estas no suelen estar relacionadas con la educación per se y en general son de naturaleza política. Esto, como es de esperarse, desvía el principal propósito de la educación (educar) y termina priorizando temas secundarios como el favorecimiento de grupos de interés político y, en el caso de los docentes o los directivos, el mantenimiento del empleo o cargo administrativo. Como es usual, el informe termina dando luces sobre algunas estrategias políticas útiles para abordar la crisis. En este caso son propuestas concretas: “Aprender más sobre el aprendizaje, basar el diseño de políticas en la evidencia y construir coaliciones para implementar a escala”. Lo primero es construir sistemas de medición que permitan evaluar el aprendizaje de los estudiantes, esto incluye el desarrollo de pruebas que ayuden a los docentes a valorar a sus estudiantes. Además, promover el desarrollo físico y mental de los alumnos es elemental, así como mantener a los docentes motivados, fortalecer la capacidad de gestión de los directores de las escuelas y apoyarse en innovaciones científicas sobre el proceso de aprendizaje. Por supuesto, focalizar los esfuerzos en la educación y eliminar los intereses políticos es esencial. Una de las recomendaciones clave es “usar enfoques innovadores y adaptativos para determinar cuál es la mejor estrategia según el contexto y la circunstancia”. “Aprender para hacer realidad la promesa de la educación” termina resaltando los beneficios de priorizar la educación desde el diseño de políticas públicas, entre los cuales están el crecimiento económico y el desarrollo social. Potenciar habilidades y competencias es cada vez más importante, sobre todo en un mundo que está en cambio continuo y necesita de constante adaptación.