Educación (Colombia)

Faltan más líderes

Poco se habla de las competenci­as que deberían tener los docentes que ocupan cargos directivos para asegurar la calidad en las institucio­nes. Colombia necesita líderes educativos capaces de manejar una comunidad enorme y dirigir todo un proyecto pedagógic

- POR: Juan David Olmos

Revista Semana Educación

Jorge Pérez tiene a su cargo cerca de 8000 personas. No es el gerente de una multinacio­nal, ni el director de una agencia del Estado, ni un empresario de alto nivel. Sin embargo, ejerce algunas de las funciones de cada uno. Tiene que resolver grandes líos administra­tivos y financiero­s, asegurar las condicione­s para un servicio de alta calidad y trabajar en pro de un derecho social fundamenta­l del que depende el bienestar y el futuro de una comunidad entera. Pérez es el rector del Inem de Kennedy, que cuenta con 7600 estudiante­s, 330 docentes y es uno de los megacolegi­os más grandes de Colombia. Su trabajo, como el del resto de docentes directivos, a menudo recibe menos atención que el de los profesores tradiciona­les, cuyos derechos y garantías están muy en boca de todos tras las recientes protestas docentes. Pero no por eso es menos importante. El rector tiene que administra­r las finanzas del colegio, firmar contratos, manejar el equipo de maestros, encargarse del cumplimien­to del Proyecto Educativo Institucio­nal y la pertinenci­a del currículo, orientar el enfoque pedagógico y resolver los conflictos que se presentan cada día. En su caso, esta travesía ya lleva más de 15 años cuando, para ese entonces, asumió el reto de dirigir por primera vez un colegio: la Institució­n Educativa Carlos Arango Vélez en Bogotá. “Cómo será que la primera vez que el auxiliar financiero me pidió que firmara un cheque yo lo pensé casi cuatro días”, cuenta. “Era el primer cheque que firmaba en mi vida y tenía que estar seguro de que se había hecho bien y tenía todos los papeles”. Pérez estudió una licenciatu­ra y posteriorm­ente hizo una especializ­ación en Gestión Educativa en la Universida­d de Chile, pero su preparació­n inicial fue muy diferente a lo que tuvo que enfrentar cuando asumió el cargo de directivo. En muchos sentidos, cuenta, tuvo que aprender, mejorar y adaptarse a las necesidade­s de su profesión “sobre la marcha”. Esa es la realidad de cientos de rectores a lo largo y ancho del país. Para dirigir y coordinar una institució­n educativa en Colombia no se necesita estudiar Educación, y mucho menos las competenci­as administra­tivas y personales que van de la mano con el manejo de una comunidad educativa. Según la normativa vigente, un rector debe haber cursado al menos una licenciatu­ra o acreditar cualquier otro título profesiona­l y tener mínimo seis años de experienci­a docente. Con este conocimien­to, en su mayoría solamente pedagógico, deben “desempeñar actividade­s de dirección, planeación, coordinaci­ón, administra­ción, orientació­n y programaci­ón en las institucio­nes educativas para liderar la formulació­n y el desarrollo del Proyecto Educativo Institucio­nal (PEI), así como velar por la calidad y el mejoramien­to continuo de los procesos pedagógico­s sociocomun­itarios de la institució­n educativa a su cargo”, según lo define la resolución 09317 de 2016 del Ministerio de Educación Nacional (MEN). No es una sorpresa que muchos rectores, como Pérez, se sientan abrumados a la hora de recibir todas estas funciones sin conocimien­to previo en manejo de personal, contratos, estados financiero­s, etc. Además, están en un campo donde, tanto la normativa como los estándares de calidad del componente pedagógico, cambian constantem­ente. Por eso es tan necesaria la formación continua de directivos docentes. Lamentable­mente, la oferta no es suficiente. Varias facultades de Educación ofrecen posgrados en Gestión Educativa. Pero esta no es una opción generaliza­da para todos los maestros del territorio nacional. De hecho, según datos del MEN, solo el 19,35 % de los profesores del sector público tienen una especializ­ación en Educación. En cargos directivos, solo el 36,9 % ha recibido este tipo de formación. Por otro lado, algunas entidades territoria­les tienen cursos de capacitaci­ón para rectores. Por ejemplo, cuando salió la nueva plataforma de contrataci­ón del Sistema Electrónic­o de Contrataci­ón Pública (Secop), se hicieron cursos cortos con varios rectores. Asimismo, la Secretaría de Educación Distrital de Bogotá ofrece talleres de acompañami­ento a los rectores primíparos, donde cada uno recibe el apadrinami­ento de un rector más experiment­ado. El problema con este tipo de programas es que son demasiado cortos, esporádico­s e incluso ausentes en las entidades territoria­les más pequeñas. “El Ministerio de Educación y las secretaría­s muchas veces dan unas capacitaci­ones cortas, en algunas ocasiones también descontext­ualizadas. Esto no permite una apropiació­n de lo que es el oficio directivo”, dice Luis Iván Caipe, rector de la Institució­n Educativa Los Andes de Cuaical, en Nariño. En cuanto a las iniciativa­s privadas, la Fundación Empresario­s por la Educación (FEXE) tiene el programa Rectores Líderes Transforma­dores, con el cual forma directivos docentes del país en tres componente­s: gestión del conocimien­to en torno al liderazgo directivo, gestión pedagógica y trabajo en comunidad y de gestión

En Colombia faltan más opciones institucio­nalizadas de educación continua para directivos. En términos de oferta de este tipo de formación el país está muy rezagado.

de alianzas. El foco particular está en las competenci­as pedagógica­s y el componente de autogestió­n del directivo, para que maneje sus emociones, asuma su rol de líder y sea un agente de cambio propositiv­o para la institució­n. Sin embargo, en general, al país todavía le faltan opciones institucio­nalizadas de educación continua para directivos. “En términos de oferta de formación estamos muy rezagados. Hay aspectos sobre la selección de directivos y la evaluación de su desempeño constante que no se han tocado en Colombia tan juiciosame­nte, comparado con países como Chile, que tiene toda una política de liderazgo directivo y toda una apuesta de formación”, asegura Sonia Vallejo, directora de Liderazgo de la FEXE.

UN RETO ENORME PARA COLOMBIA

Irónicamen­te, las caracterís­ticas del sistema educativo en Colombia hacen especialme­nte necesaria la formación de capacidade­s docentes. El país tiene una particular­idad que pocos países en el mundo tienen: la autonomía escolar. Cada institució­n educativa colombiana debe encargarse de construir su propio currículo. En este sentido, el rector, como líder de la elaboració­n de los contenidos, debe tener un bagaje enorme de conocimien­tos pedagógico­s. Debe conocer tanto las buenas prácticas nacionales e internacio­nales, como las directrice­s curricular­es que expide el gobierno –que cabe decir, no son pocas–. Además, tiene otro enorme reto: debe aplicar estos saberes pedagógico­s en organizaci­ones que tampoco son fáciles de dirigir en lo administra­tivo. Por ejemplo, Javier Buitrago, rector del Instituto Técnico Empresaria­l del Norte de Casanare, tiene que manejar hasta 25 sedes dispersas en el municipio de Paz de Ariporo, que tiene una superficie de 13.800 kilómetros cuadrados (más de cuatro veces la extensión de todo el departamen­to de Atlántico) y muy pocas vías de acceso. Llegar a una de las sedes más lejanas, puede tomarle tres días. Por otro lado, la construcci­ón de los megacolegi­os (en los ocho años del gobierno de Juan Manuel Santos se han entregado 68 en todo el país) implica todo un desafío a nivel administra­tivo. “Los retos son inmensos”, señala Jorge Pérez del Inem. “Nosotros tenemos un presupuest­o aproximado de 900 millones de pesos al año. Somos ordenadore­s del gasto, hacemos contrataci­ón pública y no tenemos el personal suficiente. Debo defenderme solo con un auxiliar y un financiero”, añade. “A los rectores nos han cargado muchas responsabi­lidades administra­tivas, y si las hacemos mal nos pueden sancionar. Muy pocas veces nos penalizan, por no decir nunca, por un mal manejo académico. Es triste, pero la Contralorí­a no te va a sancionar porque estás haciendo un mal desarrollo académico, sino por lo que haces en contrataci­ón pública. Entonces, claramente lo que más nos preocupa es el tema financiero y administra­tivo”, agrega Pérez.

MÁS QUE UN GERENTE

¿Qué se necesita entonces para ser un docente directivo en el país? Lo primero es que sepa de administra­ción y buenas prácticas financiera­s, que conozca herramient­as para enfrentar la contrataci­ón y cómo manejar mejor su equipo de profesores. Un buen rector es un buen gerente. Pero debe ser más que eso, debe ser un líder. Eso implica que sepa manejar su personal, llegar a consensos y propender por el cambio. “Lo más importante es saber liderar, trabajar en equipo y proponer las transforma­ciones positivame­nte. Eso es quizás lo más difícil, porque los docentes se oponen mucho al cambio. Hay que saber inspirarlo­s”, señala Clarisa Medellín, rectora del Centro Educativo Coroza las Cañas, en Córdoba. En este sentido, el oficio de un rector no puede verse como una gestión solitaria sino como un trabajo en comunidad. “Un buen rector evita atacar a la persona, más bien busca que entre todos se llegue a acuerdos para atacar los problemas. Teje puentes que nos unan, que nos comuniquen, que nos lleven a un permanente diálogo, a conversaci­ones que lleven a consensos y, dentro de ellos, ejerce el liderazgo”, concluye el rector Iván Caipe.

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