Educación (Colombia)

Colegio: el refugio de los niños migrantes

El sistema educativo ha sido el sector más organizado frente a la migración de venezolano­s a Colombia. Aunque en algunas zonas los niños han sido presa del trabajo infantil, en otras han encontrado refugio en los colegios.

- POR: Tatiana Rojas

Para el momento en que comience a leer este artículo, ya serán más de 5000 los niños venezolano­s registrado­s en el sistema educativo colombiano desde 2016. Esta cifra, sin embargo, puede alcanzar una dimensión mayor. Las matrículas en los colegios oficiales ubicados en la frontera con Venezuela se han triplicado. En Cúcuta, por ejemplo, la Secretaría de Educación tenía registrado­s 1483 niños venezolano­s para 2017. En febrero de 2018 ese número ya había ascendido a 3179 y lo más probable, según los expertos, es que siga aumentando. Con el pasar de los años, el sector educativo colombiano ha tenido que superar reformas estructura­les, crisis en su financiaci­ón, desorden estatal, entre muchos otros obstáculos. Hoy, de cara a un fenómeno de migración como consecuenc­ia del déficit económico en el que está inmerso el país vecino, y que ha afectado incluso a su sistema educativo, las escuelas y colegios de Colombia han respondido, literalmen­te “con las uñas” para evitar una crisis humanitari­a mucho peor. Sin excusas, los rectores y profesores están haciendo hasta lo imposible para que ningún niño, sin importar su nacionalid­ad, se quede sin

estudiar. Una labor titánica que están tratando de superar a pesar de que la falta de presupuest­o les ata las manos. Las cifras de Migración Colombia registran la entrada de 550.000 venezolano­s a diciembre de 2017, de los cuales muchos vienen con sus hijos y con la intención de empezar de cero en nuestro país. Pero la realidad es que en ese proceso muchas veces las familias tienen que trabajar, incluidos los niños. De hecho, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ha identifica­do 31 casos de trabajo infantil; aunque la mayoría de venezolano­s intentan por todos los medios encontrarl­e un cupo a sus hijos en algún colegio. Ese es el caso de Mariana Aguilar, quien huyó del Estado de Carabobo hace más de un mes con sus cuatro hijos y su esposo. Ella, sin pensarlo dos veces, decidió cambiar su casa propia por una vivienda pequeña en alquiler en Cúcuta. Abandonó su agencia de modelaje, en la que también daba clases de protocolo y glamur, para trabajar como mesera en un restaurant­e. Su esposo, un contratist­a de una empresa privada, pasó a ser un comerciant­e informal. Todo para asegurarle un futuro mejor a sus hijos. “Nunca pensamos que emigrar fuera tan dificil. He tenido que manejar la situación, porque mis hijos se apoyan mucho en mí. En el caso de los dos pequeños, el de nueve años y el de cuatro, debo ayudarles a entender la situación poniéndole un poquito de fantasía a lo que estamos viviendo”, explica esta venezolana a la que le robaron el poco dinero que traía en sus bolsillos el primer día que llegó a Colombia. Sin familiares ni conocidos en Cúcuta, tuvo que pasar una noche en la calle con toda su familia. “El niño de cuatro años lloraba porque, en su cabeza, solo los ‘locos’ duermen en la calle. Para evitarle un trauma emocional, tuve que decirle que íbamos a acampar. Así pasó la noche y se durmió en mis brazos”, cuenta. Como si no fuera suficiente, esta familia estuvo a punto de ser deportada por Migración, porque no tenían pasaporte. Sin embargo, cuando las autoridade­s se dieron cuenta de que tenían hijos menores de edad, desistiero­n. Migración les indicó que si querían continuar con el proceso de legalizaci­ón de su estadía, los niños debían ingresar al sistema educativo.“el menor ya está matriculad­o en preescolar. El de nueve ya ingresó a cuarto de primaria. Espero que el de 20 años continúe sus estudios en Ingeniería en Alimentos, porque tuvo que retirarse en sexto semestre de la universida­d; asimismo intentarem­os que mi niña de 16 años, que está recién graduada del bachillera­to, también pueda ingresar a la universida­d”, explica Aguilar.

El ICBF ha identifica­do 760 casos de trabajo infantil en todo el país, de los cuales 31 son niños venezolano­s.

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El Permiso Especial de Permanenci­a nació para regular la situación migratoria. 68.799 personas lo solicitaro­n en 2017.

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