“SI ME VOY YO NOS VAMOS TODOS”: TERRIBLE RESUMEN DE LA POSTRACIÓN MORAL DE UNA NACIÓN
Mueran Sansón y los filisteos, es el mensaje airado que el arrinconado magistrado Jorge Pretelt gritó esta semana, cuando todo el mundo esperaba su renuncia. No solo no renunció sino que empezó a desgranar las impudicias que los colegas de su Corte y de las otras consideraban completa- mente normales: tráfico de influencias, clientelismo, riqueza, compadreo con abogados duchos en intrigas y regalos.
“Si me voy yo nos vamos todos” es el nuevo eslogan que ratifica que el nivel ético en la cúpula judicial es tan ínfimo que todos tienen que andar con cuidado, no vaya a ser que a uno o varios de ellos les dé por cantarse las verdades a través de los micrófonos, ante una ciudadanía atónita que ratifica que su élite política y judicial lleva tiempo comportándose con los mismos métodos de aquellos a quienes dichos jueces tendrían que poner entre rejas.
En 1991 la Asamblea Nacional Constituyente revocó el mandato del Congreso, por considerarlo corrupto. Lo que vino después fue peor. Hoy las Farc, cada vez más envalentonadas, exigen otra constituyente, pues visto lo visto, se consideran las llamadas a purificar las instituciones. Tal es el grado de postración moral de esta Nación. Y ante el espectáculo de unas altas cortes enfangadas en la politiquería y el tráfico de influencias, los enemigos armados del Estado se frotan las manos. La dirigencia del país no tuvo ninguna noción de dignidad, ni de futuro ni de honradez