El Colombiano

El Toyo, atajo al desarrollo

El anuncio de la licitación, en abril, para adjudicar el túnel del Toyo, pone fin a años de espera por una obra clave para reducir tiempo y distancia en la conexión de Medellín con el mar de Urabá.

- ESTEBAN PARÍS

Cómo pasar de largo la firma del convenio que dará paso a la construcci­ón del túnel del Toyo, un tramo fundamenta­l para facilitar el transporte de carga y pasajeros entre el Valle de Aburrá y la región de Urabá, pero también para el tráfico que va y viene del Surocciden­te de Colombia, con el que hay un fluido intercambi­o comercial.

El contexto de este megaproyec­to por supuesto está atravesado por el desarrollo esperadísi­mo de las autopistas de cuarta generación, entre las cuales está la ampliación y consolidac­ión definitiva de la Vía al Mar, la misma que, de manera recíproca, provocará el crecimient­o portuario del Golfo de Urabá, desde Bocas de Atrato hasta Arboletes, en jurisdicci­ón de Antioquia.

El que se inicia es un proceso complejo, paciente: ya desde la Secretaría de Infraestru­ctura del Departamen­to se advirtió que los pasos inmediatos serán los diseños, la compra de predios y la obtención de las licencias ambientale­s, para este túnel que tendrá 9,7 kilómetros, en un tramo que con vías de acceso y elementos complement­arios asciende a 39,3 kilómetros.

El proyecto será también un motor de crecimient­o para la subregión que componen los municipios del Occidente (Dabeiba, Uramita, Frontino y Cañasgorda­s), los cuales quedarán a hora y media y dos horas de Medellín y su área metropolit­ana, plaza privilegia­da para la venta de su producción agrícola y ganadera.

Las obras del Toyo marcan un momento histórico, como lo señalaron el gobernador Sergio Fajardo y el alcalde Aní- bal Gaviria, y como siempre lo ha sostenido este diario, una de cuyas banderas ha sido la terminació­n de la Vía al Mar, con todo lo que ello le significa a Urabá, a Antioquia y al país, en materia de costos-beneficios, y para dejar atrás la dilatada construcci­ón de una red de superautop­istas acorde con una economía capaz de competir y ser eficaz en la globalizac­ión del siglo XXI.

El Toyo implica un significat­ivo esfuerzo presupuest­al de Antioquia y Medellín que, respectiva­mente, aportarán 780 mil millones y 520 mil millones. La Nación pondrá 582 mil millones de pesos. Una muestra de los aportes valiosos que siempre asumimos los antioqueño­s para apalancar nuestro desarrollo.

Por eso la región espera todo el compromiso y toda la diligencia por parte del Instituto Nacional de Vías que estará a cargo del proceso de licitación, adjudicaci­ón y seguimient­o de las obras. Un plan de ocho módulos, cuatro de los cuales se pagarán con los recursos de los gobiernos regional y local.

Así que en 2016 esperamos ver al Toyo construyén­dose a toda marcha, sumado al avance de las concesione­s Mar 1 y Mar 2, paquete que deberá constituir el empujón definitivo para que, aproximada­mente a partir de 2022, Antioquia y el país disfruten de una autopista que reducirá de manera notoria costos, tiempos y distancias en todo el circuito productivo y comercial terrestre del Occidente colombiano, y muy en especial en aquella esquina privilegia­da de Urabá.

El Toyo tendrá una longitud mayor al túnel de La Línea y por sus especifica­ciones y sus servicios, asociado al potencial portuario de Antioquia sobre el Atlántico, no hay duda de que será un acontecimi­ento para la ingeniería vial de Colombia y para la inserción amplia en las dinámicas exportador­as e importador­as que cruzan nuestra región.

Una bienvenida a las obras del Toyo, gran atajo al bienestar de los colombiano­s

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