Una ciudad eufórica y paralizada por el fútbol
“Medellín estalló en júbilo la noche del miércoles 20 de julio y no precisamente por el Día de la Independencia. La celebración la produjo el gol que Atlético Nacional le anotó al Independiente del Valle en el estadio Atahualpa, de Quito, en el primer partido de la final de la Copa Libertadores de América. El zapatazo de Berrío dejó sin posibilidades al arquero Azcona y el balón se metió a la red para felicidad de quienes a esa hora mirábamos el partido. La ciudad se paralizó por varios minutos. Los gritos, el llanto, la alegría y los estruendos producidos por la pólvora se sintieron en todo este valle metropolitano gracias al fútbol, protagonista como pocos de nuestras más profundas alegrías pero también de nuestros inmensos pesares. Felicidad y euforia, eso es lo que sienten los hinchas cuando su equipo de fútbol sale a la cancha. Y más cuando en un partido se juega tanta historia, como en la final del torneo de clubes más importante del continente. Por eso Medellín hoy está de fiesta y no es un día común y corriente. Parte de la ciudad se ha paralizado pensando en lo que ocurrirá esta noche en el Atanasio Girardot, cuando se conocerá el nombre del nuevo campeón de la Libertadores. Todo o nada. Camisetas y banderas verdes pululan en las calles, en los bares, en los negocios, en los centros comerciales. La ciudad está contenida en este momento, anhelando una buena noticia que la saque del estado de coma en la que ha permanecido durante la última semana. El fútbol une, produce felicidad, euforia y alegría. Te saca de la rutina y te aleja de las preocupaciones cotidianas. Eso lo sabemos quienes somos hinchas de un equipo. Por eso hoy, miles de personas solo pensarán en lo que ocurrirá en la cancha del Atanasio y guardarán la esperanza de que Nacional, su equipo del alma, obtenga, después de 27 largos años, un nuevo título suramericano que le permita seguir demostrándole al mundo que sigue siendo tan grande como el inolvidable conjunto del 89”.