Francisco Madrid muestra en Envigado su arte de lo cotidiano
Aunque encasillado como artista del costumbrismo y la acuarela, Madrid expone una obra vasta y variada.
El maestro Francisco Madrid Quiroz es consciente de que el ser humano es como un árbol: no pueden existir las flores ni los frutos, sin una raíz bien agarrada a la tierra y un tallo fuerte que sostenga las ramas con vigor.
No se cansa de evocar los años de 1930, cuando era un mocoso imberbe y ganó concursos de pintura y dibujo en Bellas Artes, a compañeros talentosos como Débora Arango, Emiro Botero, Ramón Vásquez, León Posada, Hernán Merino, Rafael Sáenz, José Horacio Betancur, Rodrigo Arenas Betancur y otros artistas de primer nivel.
“No creo que se haya dado otra camada como esa”, menciona, sentado en la sala de su apartamento, al lado de la cual mantiene su taller de pintura.
Recuerda a sus maestros: Eladio Vélez, en pintura, y Gustavo López, en dibujo. “Eladio fue mi maestro... Pedro Nel Gómez, en cambio, quería que pintáramos como él; si no, no le servía”. Con 17 años se convirtió en el profesor más joven que han tenido el Colegio San Ignacio, la UPBy la U. de A.
Encasillado en la acuarela
Se fue haciendo experto en el óleo y el carboncillo, en temas costumbristas, de desnudo o paisaje urbano y, sin embargo, dice, lo encasilla- ron como acuarelista. “Y es una cosa rara, porque yo no estudié acuarela”.
Relata que los estudiantes de Bellas Artes iban en bus de escalera a los alrededores de la ciudad a buscar paisajes... A veces, en el transporte se les dañaba la obra o ensuciaban a la gente con pintura fresca, de modo que los buseros los rechazaban. “Si queremos seguir pintando en las afueras de la ciudad –se dijeron–, debemos optar por la acuarela, que se seca de inmediato y no pintamos a nadie en el bus”.
Madrid se atrevió a hacerlo. Aprendió a pintar viendo
a sus compañeros, y siguiendo las enseñanzas de Eladio: en acuarela hay que dejar respirar el papel. No retocar mucho, para que el color sea más vaporoso. Con perseverancia, logró un nombre como acuarelista de gran limpieza y transparencia.
Más que acuarela y más que costumbrismo, técnica y tema en los que ha explorado hasta alcanzar dominio, el arte de Madrid se ve en la Alcaldía de Envigado, municipio donde nació, porque a su madre, Imelda, la cogió la noche para volver a su casa en el barrio Boston