NEGOCIAR UN SÍ
Por estos días, la gente se divide entre el sí o el no. Bajo una de esas dos palabras se agruparán los colombianos para apoyar o no esos acuerdos de La Habana que de cumplirse, pueden poner fin a sesenta años de conflicto en Colombia. Aunque la hora de verdad apenas empieza y la paz verdadera se construirá en cada mesa de comedor, esquina o barrio, hay algo irrefutable: el equipo negociador del Gobierno ha hecho un trabajo ejemplar para las generaciones actuales y futuras.
Ese equipo liderado por Humberto De la Calle ha pasado más de mil días en La Habana y perdieron la cuenta del número de horas invertidas en Colombia para lograr lo que muchos consideraron improbable: firmar un acuerdo de paz con las Farc. Para lograrlo, perdieron momentos valiosos con sus familias, enfrentaron agravios e incredulidades. Tuvieron que dejar el ego fuera del salón de las conversaciones y recordar que encontrar una salida es más importante que ellos mismos. Este es el caso de
Elena Ambrosi, una abogada de 39 años quien ha coordinado el grupo encargado de armar los documentos previos y finales. En entrevista para la revista Cromos hace unos meses dijo que uno de sus mayores aprendizajes de este proceso es darse cuenta del aporte femenino y que “las mujeres pueden desenredar situaciones que no tienen salida”.
Al frente de este grupo negociador estuvo Humberto De
la Calle, un hombre que algunos expertos catalogan ya como uno de los políticos más importantes de la historia de Colombia. Sobre él dicen que “no hay que olvidar que fue registrador nacional cuando no sabíamos qué era eso de elección popular de alcaldes. Fue clave en la Constitución de 1991 y tuvo un valor ético al haber renunciado a la vicepresidencia durante el gobierno de Ernesto
Samper”. Otros han podido ver más de cerca su lado humano y lo definen como “una persona que escucha, está abierto a opiniones contrarias, respeta y tiene paciencia. Está por encima del bien y del mal, tiene buen humor y la edad le ha dado sabiduría. Es de mente abierta, lee de todo y adora a sus nietos”.
El profesor Robert Mnookin, de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard y sus colegas en la Universidad de Stanford, han trabajado durante años en un programa de ne- gociación estudiado en varios lugares y culturas del mundo y que aplica al caso colombiano. Dicen que además de la formación, el tipo de mediadores o el límite de tiempo, la personalidad del negociador es central. Concluyen que “los seres humanos tienden a devaluar de entrada lo que otros les ofrecen. Y a muchos les cuesta lograr que la otra parte tenga una salida digna. Si el negociador es consciente de esto y logra vencerlo, hay avance”. En su último discurso, De la Calle dijo que después de muchos días, ahora le duele más el sufrimiento de muchos. Y agregó: “He aprendido mucho de la capacidad de resistencia de los colombianos, de su generosidad y alegría”. Estas enseñanzas nos las deja este hombre y su equipo a todos los colombianos y aplicarán a las situaciones del posconflicto. Y es que la vida es una negociación permanente
El equipo negociador del Gobierno ha hecho un trabajo ejemplar para las generaciones actuales y futuras.