“Las amenazas del gobierno de Maduro a la oposición son cada vez más intensas. El secretario general de la OEA da por muerta allí la democracia. Queda la esperanza del referendo revocatorio”.
Las amenazas del gobierno de Maduro a la oposición son cada vez más intensas. El secretario general de la OEA da por muerta allí la democracia. Queda la esperanza del referendo revocatorio.
El panorama político actual de Venezuela no puede ser más dramático. La centralización del poder en los tiempos de Hugo Chávez creó las condiciones para la profundización del autoritarismo y el avance hacia un régimen totalitario, en donde fuera imposible el relevo pacífico del gobierno.
La persecución contra la Mesa de Unidad Democrática, la represión permanente de la protesta social y el sabotaje a los medios de comunicación críticos con el chavismo, no son nuevos. Simplemente, se han radicalizado y son el reflejo del temor que sienten los gobernantes ante los vientos del cambio inexorable.
Ya en diciembre de 2015, con la victoria opositora en las elecciones legislativas y su regreso a la Asamblea Nacional, se marcó el inicio del fin de la hegemonía chavista en el poder. Este hecho puntual, aunque no suficiente, ha sido determinante para debilitar el dominio del Partido Socialista Unido de Venezuela ( PSUV), en un contexto de recesión económica, hiperinflación y escasez de alimentos, situación que ha disminuido, como nunca antes en 17 años, el apoyo de los venezolanos a su gobierno.
A día de hoy, el 64 % de los ciudadanos está dispuesto a revocar el mandato de Nicolás Maduro, cada vez más deslegitimado y cercado por la oposición e, incluso, por figuras del oficialismo y un amplio sector de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Estos hechos constituyen una prueba irrefutable de que los regímenes autoritarios sí pueden ser derrotados pacífi- camente, por las vías institucionales, y que solo con la capacidad y persistencia de los opositores para organizarse y movilizarse, es posible recuperar la democracia y la libertad. El recurso a la violencia para sacar del poder a gobernantes autoritarios, en Asia Central o en el Medio Oriente, únicamente han agravado los conflictos políticos y han desembocado en nuevas dic- taduras o vacíos de poder generadores de inestabilidad y anarquía. En cambio, América Latina está dando la gran lección al mundo, con los casos de Argentina, Brasil y Venezuela, en donde las mismas instituciones que fueron utilizadas por los populistas para perpetuarse, devolverán a los ciudadanos el poder de decisión y restaurarán el Estado de Derecho.
El Consejo Nacional Electoral de Venezuela anunció esta semana que antes del 13 de septiembre fijará la fecha para la recolección de firmas que activen el referendo para revocar el mandato de Nicolás Maduro. El proceso, que había comenzado en abril con la recolección de más de un millón de firmas, de las cuales solo fueron validadas 400.000, será ahora más difícil, pues la oposición debe recaudar esta vez cuatro millones de firmas, es decir, el 20 % del censo electoral del país, para que se convoque el referendo revocatorio antes de terminar 2016.
Con un control casi total de los órganos del Estado y, pese a la limitada capacidad del chavismo para desplegar recursos que le den ventaja sobre la oposición, la batalla política que enfrentan los venezolanos será más difícil que las libradas anteriormente.
La única arma con que cuenta hoy Maduro es la dilación. Retrasar la recolección de firmas y la celebración del referendo solo aplazará su salida del poder, pero no podrá evitarla. De la misma forma que otros gobiernos autoritarios, el fin del chavismo será cuestión de tiempo, y la ciudadanía tendrá su oportunidad histórica muy pronto